El primer femicidio registrado este 2024 fue en menos de una semana iniciado el año, en Valparaíso. La víctima, Michelle Silva (20), muere por asfixia en manos de Claudio Figueroa, a quien contactó por redes sociales. Diez días después, en Talca, Guirnet Bustos (58) es asesinada por su pareja. Cuatro días después, en el Costanera de Pichilemu, Tabita Lizana (31), es asesinada de un disparo por Jorge Ruz, quien tenía una orden de alejamiento. Al día siguiente, la víctima es Irenia Gavilán (55), en la región de Los Lagos. El 30 de enero, Ruby Queipul (37) es apuñalada repetidamente por su conviviente Gonzalo Pailahueque, falleciendo en el hospital.
Como si esto fuera poco, el pasado 20 de febrero, Ari Salgado (23) es asesinada brutalmente por quien fuera su pololo, Joaquín Gonzalez, quien le propinó 114 puñaladas. Gonzalez se encuentra actualmente en prisión preventiva, tras la audiencia de formalización. El imputado contaba con denuncias anteriores por abusos y golpes, lo que demuestra lo incapaz del sistema de justicia de abordar los casos de violencia de género y prevenir los ataques femicidas.
Prueba de esto es que ese iso de 20 de febrero, la Corte de Apelaciones de Arica ratificó el arresto domiciliario total y el arraigo nacional y local en contra del psiquiatra Ricardo Yévenes, quien fue formalizado por el delito de femicidio de Fabiola Vargas el año 2022, quien falleció luego de permanecer dos días en riesgo vital. En estos momentos distintas agrupaciones y personas autoconvocadas están organizando movilizaciones por este hecho.
La actual legislación al respecto es débil. A pesar de la existencia de la “Ley Gabriela”, que rige desde el 2020, muchos casos quedan fuera de los marcos que ésta indica. Así mismo, las herramientas del estado y de las que han dispuesto los distintos gobiernos de turno al respecto son insuficientes. En la lógica de la penalización y el castigo, los profundos motivos que generan el caldo de cultivo para estas situaciones no son tocados por los grandes poderes legislativos. La estructura patriarcal y capitalista de la sociedad que engendra y reproduce la violencia de género son parte intrínseca del funcionamiento del estado, de las políticas de los gobiernos, y por lo tanto, no son algo de lo que se harán cargo, simplemente, la lógica de parchar cuando el al está hecho seguirá siendo su hoja de ruta.
El movimiento feminisita ha tomado en sus manos la lucha en contra de la violencia patriarcal, aunque no siempre de la mano con la lucha contra el sistema capitalista que se nutre del patriarcado en la explotación irracional. Este 8 de marzo que se acerca, día internacional de las mujeres, es fundamental que la huelga general feminista traspase los llímites del género y de las agrupaciones y permee a sindicatos y estudiantes. Sumar fuerzas de todos los sectores, nacional e internacionalmente.
Propuesta de final: A semanas del 8 de Marzo, es necesario que la lucha contra la violencia machista esté presente. Desde Pan y Rosas como feministas Socialistas consideramos que no es suficiente con leyes que endurezcan las penas respecto al femicidio, sino que se necesita un plan de emergencia contra la violencia patriarcal que responda a las situaciones en la vida cotidiana que genera un sistema económico y político hecho a la medida de las ganancias de unos pocos a costa del trabajo de la mayoría.
Desde la desigualdad salarial, el acoso laboral, callejero, la violencia en las relaciones, la discriminación de género en sistemas como las ISAPRES y AFPS, hasta la expresión más cruda del capitalismo patriarcal, los femicidios, demuestran que no necesitamos sólo un reconocimiento ante la ley, sino oportunidades en la vida que nos permitan desarrollarnos libremente como personas sin importar nuestro género, lejos del yugo de la explotación laboral y la opresión de cualquier tipo. Para alcanzar esta perspectiva, es necesaria la movilización de las mayorías: Las mujeres trabajadoras, pertenecientes a la única clase social capaz de dar vuelta un sistema que descansa en la miseria: El Capitalismo.
En lo inmediato un plan de emergencia incluye acceso a residencias de prevención ante la violencia machista, cupos de empleo para mujeres y disidencias para la independencia económica que puede prevenir femicidios y una educación sexual integral para que las nuevas generaciones de jóvenes aprendan a identificar el machismo y elegir no reproducir sus conductas más miserables como el maltrato hacia la mujer. |