Podríamos llenar páginas con datos palpables de cómo se vive en los bolsillos y las mesas populares el “plan motosierra”. Paritarias a la baja, comedores sin comida, abuelos que se desmayan porque dejan de comprar remedios, el peor salario en dólares de Latinoamérica, caída estrepitosa del consumo.
Pero hay un dato que engloba muchos de esos agravios. Lo que perdió la clase trabajadora en sus salarios. La pérdida de la masa salarial para el conjunto de las y los trabajadores en el primer mes del gobierno de derecha totalizaron $1.128.278.000.000. O sea, 1,1 billón de pesos. Un número difícil de comprender. Obsceno. Multimillonario. Chocante.
Para tener una idea, es 83 veces más del monto que generó la crisis política entre el gobernador de Chubut y la Nación. O 75 veces el Fondo de Fortalecimiento que este lunes le eliminaron a la Provincia de Buenos Aires y llevó a Axel Kicillof a sumarse al reclamo de los gobernadores del PRO.
Todos los medios hablan de esas transferencias. Reproducen los tuits de Milei a “Nachito” y la conferencia de Axel. Pero nadie habla del robo más grande de los últimos años.
Los datos, con precisión quirúrgica, provienen de un estudio del Mirador de la Actualidad de la Economía y el Trabajo llamado “La licuadora salarial”. Se trata de un equipo de economistas que, en base a datos oficiales, pudo determinar el impacto de las primeras medidas del Gobierno. “Milei decidió llevar a cabo la segunda devaluación más brusca de la historia del país en diciembre de 2023 y el efecto sobre la inflación fue inmediato”, comienza el informe presentado hace pocos días. El resultado fue una escapada de los precios por sobre los salarios nominales. Unos subieron en cohete, los otros (ni) por la escalera.
La pérdida del poder adquisitivo del salario fue, en solo un mes, de 16% para los trabajadores y trabajadoras estatales, 11% para registrados del sector privado y 14% para quienes trabajan de manera informal.
Como producto de esos mazazos se produjo una transferencia que supera un billón de pesos. El estudio explica que hay que agregarle otros montos, como lo que se dejó de recaudar por parte del Estado (contribuciones patronales), lo que perdieron las obras sociales e incluso los gremios. “La suma de los valores perdidos con la licuación salarial es de 1,65 billones de pesos”. ¿Y quiénes se quedaron con esa plata? “La mayor parte de esos 1,65 billones fue ganancia adicional para exportadores, alimenticias, energéticas y otras”.
Estamos ante una enorme transferencia de ingresos desde la clase trabajadora a las cuentas empresarias, que se quedan con una porción cada vez más grande de la riqueza generada. Como veníamos mostrando, durante los gobiernos de Mauricio Macri y Alberto Fernández se había producido un importante salto en ese robo. En los primeros meses de ese gobierno se ha disparado aún más.
La contracara de esa pérdida son las crecientes ganancias de las empresas alimenticias (Molinos, Ledesma, Mondelez), las cadenas de supermercados (Coto, Chango Más, Cencosud), las energéticas (YPF, Shell, Edesur, Edenor) y una lista que reúne a los dueños del país. Devaluación, remarcación de precios, tarifazos y paritarias a la baja.
Es una confirmación de que esa riqueza, mientras aumenta la pobreza, surge del aumento de la explotación de la clase trabajadora. No solo de esos sectores sino del conjunto del pueblo que hace funcionar el país.
Ese robo no ocurrió en medio del silencio. A pocos días de la devaluación hubo una movilización de la izquierda y sectores combativos a Plaza de Mayo (20/12). Pocos días después la CGT tuvo que concentrar en Tribunales y el capítulo “laboral” del DNU quedó suspendida. Se trata de un intento de darle una vuelta de tuerca a ese robo. Un mes después las centrales sindicales tuvieron que convocar un paro general, aunque parcial. En algunos gremios acordaron paritarias que intentan recuperar algo de lo perdido, pero nunca lo logran. Las organizaciones sociales se movilizaron por el salario mínimo, que impacta sobre los programas sociales. Igual el Gobierno lo recortó. Este lunes muchas provincias vivían un paro docente y estatal, y otros gremios entran en conflicto.
Es decir, fuerzas hay. Pero la CGT, la CTA y sus sindicatos están en modo tregua. Le dan tiempo a un derechista que no pierde un segundo para golpearnos. ¿Hasta cuándo van a esperar para convocar asambleas? ¿Hasta cuándo van a esperar para llamar un plan de lucha?
Hay un billón de razones para destrozar la motosierra y la licuadora. |