En una farmacia de Avellaneda, un pibe pide con timidez un medicamento para su novia. Vuelve a preguntar el precio, desconcertado. Se fija en su cuenta de Mercado Pago y dice “bueno, damelo”. No le quedaba otra. “El que sigue”. Dame un ibuprofeno de 600. "2800 pesos". ¿Y el de 400? "Tengo uno en oferta, pero no es lo mismo señora". Pero no me alcanza, dame el más barato. La señora cuenta los billetes y se alivia que llega. "Mire que el ibuprofeno le puede tapar otros síntomas". La señora levanta los hombros y paga. Otra empleada grita: ¿¡la chica del jarabe?! El de seguridad le dice que “se fue”. Extrañamente, el lugar está casi vacío.
Esas pequeñas historias, entrelazadas, las presenció este cronista entre las 11:45 y las 12 del domingo pasado en un local ubicado en Avenida Belgrano al 4500.
Son postales angustiantes de un flagelo que crece al calor de la crisis. El consumo de remedios no para de caer.
Hace algunas semanas lo había señalado la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). “Las ventas se desplomaron 45,8% anual en enero, a precios constantes. Fue un pésimo mes para las farmacias, que se quedaron con un caudal de stock importante. Algunos empresarios consultados señalaron que las cifras de enero parecen las de un mes donde nadie se enfermó”. Cualquiera sabe que fue todo lo contrario: aumentaron los casos de covid, hubo brotes de gastroenteritis, de dengue, la ola de calor golpeó fuerte, a lo que hay que sumarle el aumento de los cuadros relacionados con la salud mental.
Pero como en esa farmacia de Avellaneda, los “enfermos” y “enfermas” fueron obligados a dejar jarabes sobre el mostrador, comprar menos remedios o menos efectivos, o directamente ni entrar. Aunque duela.
Según un informe de la última semana, del Centro de Profesionales Farmacéuticos Argentinos (CEPROFAR), las ventas de medicamentos cayeron en enero un 19%. Pero si se comparan desde que se desregularon los precios, el 31 de octubre de 2023, la caída es del 26%. Es que durante todo 2023 los medicamentos aumentaron sus precios en un 319,1% (110 puntos arriba de la inflación general).
O sea que no fue solo este gobierno.
Los farmacéuticos cuentan que "la gente pregunta los precios, no compra o espera. O si tiene una receta de tres medicamentos, compra dos o reduce los tamaños, pide por blister y paga como puede” (Ambito 25/2).
Cuenta una pediatra del Hospital Paroissien (La Matanza) que “una madre que llegó a la guardia con su hijo menor de edad que tenía una infección en la boca que requería un tratamiento ambulatorio pero que la madre admitió no poder pagar. ‘No tengo dinero para comprar el medicamento porque si no, no como’, me dijo. Le tuvimos que notificar que iba a tener que internar al pequeño” (El Destape, 10/2).
Más datos. Los 10 medicamentos más consumidos por los adultos mayores tuvieron una suba promedio del 31% en enero, cuando inflación fue del 20% (Informe CEPA). Se ensañan. Entre los segmentos que más cayeron están los remedios dirigidos al sistema respiratorio, anti infecciosos y los del sistema nervioso. Analgésicos como paracetamol y ibuprofeno, antihipertensivos como losartan y enalapril, respiratorios como el salbutamol.
No vamos a discutir en esta nota sobre las tendencias del sistema de salud a la sobremedicación. Quien tiene asma, sabe que no tener el “puff” encima es como una bomba de tiempo. Quienes tienen diabetes o hipertensión saben que menos medicamentos puede ser menos futuro.
Las médicas y enfermeros cuentan que la gente llega peor al consultorio. Porque no se pudo tratar o porque las guardias se empiezan a poblar con quienes ya no pueden pagar las prepagas.
Mientras tanto, los empresarios de la salud no paran de facturar. Dentro de la selecta lista Forbes de los 50 argentinos con mayores fortunas están los dueños de los grandes laboratorios: los Roemmers, los Sielicki (Elea Phoenix), los Bagó, los Sigman, los Belocopitt. Tan solo en el tercer trimestre de 2023, la facturación total de la industria farmacéutica en la Argentina fue de 578.481,5 millones de pesos, un incremento de 136,4% en relación con el mismo trimestre de 2022 (Informe CEPA).
Un crimen social
Estamos asistiendo a un crimen social. Un crimen que comienza con el desfinanciamiento de la salud pública, el ajuste salarial a quienes la sostienen, la “libertad” de remarcar a los laboratorios y un ataque permanente a las condiciones de vida de millones.
¿Lo vamos a mirar pasar? ¿Vamos a dejar en manos de estos criminales las ganas de vivir de los abuelos? ¿Los vamos a dejar decidir si les pibes pueden crecer sanos? ¿Los vamos a dejar basurear a las familias que enfrentan la discapacidad? ¿Vamos a dejar que verdugeen a las y los esenciales que nos curan? ¿Qué van a hacer los sindicatos de sanidad y salud? ¿La CGT y la CTA?
No. No podemos. Plata hay. Se la llevan los laboratorios y las prepagas. Se la lleva el Fondo. Hay que anular todos los aumentos de los medicamentos y tratamientos. Ya. Y exigir la apertura de los libros contables de las empresas que lucran con la vida y la muerte del pueblo. El Frente de Izquierda propone nacionalizar todo el sistema de producción y distribución de medicamentos, bajo administración de trabajadores y comités de usuarios. |