El 26 de febrero, el ex miembro activo de la Fuerza Aérea de EUU Aaron Bushnell, de 25 años, se quemó a lo bonzo frente a la embajada de Israel en Washington DC. Sus últimas palabras fueron “Ya no seré cómplice del genocidio, ¡Palestina Libre!”.
Ese mismo día, mientras aviones bombardearon la ciudad de Gaza, Biden fue interpelado por periodistas acerca de un acuerdo por el alto al fuego en Palestina, el mandatario, disfrutando un helado declaró que el 4 de Marzo probablemente y que “aún no están listos”. El 27 de Febrero, colonos sionistas bloquearon el paso de cientos de camiones con ayuda humanitaria en rumbo a Gaza en el cruce fronterizo de Nitzana y el 29 de Febrero, 112 civiles fueron asesinados en el norte de Gaza mientras recibían comida en medio de una hambruna, a causa de una bomba disparada por el ejército Israelí. 760 personas resultaron heridas.
Es urgente un alto al fuego en Gaza y Cisjordania y el fin del bloqueo económico que está matando a la población de hambre, sed y enfermedades.
Según el Monitor Euromediterráneo de derechos humanos, el número de víctimas del genocidio superó las 40.000 entre ellas 15.120 bebés y niños y 9.300 mujeres. Las cifras de víctimas incluyen unas 8.350 personas bajo los escombros y más del 91% de las víctimas son civiles, es decir sin participación en organizaciones militares. Ya van 148 días de bombardeo y ofensivas militares y UNICEF declara que “Semejante deterioro del estado nutricional que se ha producido en la población de Gaza en 4 meses, no tiene precedentes en ninguna otra población a nivel mundial”.
¿A qué obedece esta catástrofe humanitaria? Bueno, mientras miles de vidas son arrebatadas por el Estado Sionista, los capitalistas hacen negocios multimillonarios a costa de las muertes. Así funciona la economía capitalista y quienes financian y avalan el genocidio lo saben muy bien.
En Londres, un mes después de iniciar el genocidio en Gaza, la petrolera BP recibió un contrato de Israel para la explotación de gas frente a la costa de la ciudad Palestina. Activistas irrumpieron en una reunión ejecutiva y denunciaron esto “30.000 Palestinos han sido asesinados por Israel, vergüenza para ustedes por ser parte del genocidio, siguen masacrando personas y ustedes sacan un beneficio económico”.
Es conocido también, el caso de la empresa israelí quepromociona la construcción de casas sobre la Gaza devastada.También en términos geopolíticos, EEUU se ha visto bastante beneficiado de la ocupación Israelí todos estos años, por el negocio que hay detrás de una “guerra” en la que participan pero no tienen soldados en terreno, mediante la que se benefician con el negocio de las armas y mercados totalmente controlados por la bota militar.
Pero el gobierno de Biden se encuentra en una situación cada vez más complicada. Es el principal aliado y sostén financiero y militar del estado de Israel, y ha mantenido su apoyo incondicional al gobierno de extrema derecha de Netanyahu y los partidos de los colonos y la ultra derecha religiosa, que declaran abiertamente sus intenciones de expulsar al pueblo palestino de Gaza y Cisjordania. [1]
Esta política de ultraderecha (apoyada naturalmente por los partidos de ultraderecha que tienen fuertes negocios con EEUU como Javier Milei en Argentina) también ha traído problemas en el mismo territorio que ocupa el Estado de Israel: Las familias de los rehenes de Hamás exigen menos intransigencia del gobierno para negociar un rescate.
Demanda que no es escuchada ya que a lo único que apuntan últimamente Netanyahu y sus ministros es al exterminio de la población Palestina.
Lo anterior se tradujo en movilizaciones en los centros políticos del país denunciando la incapacidad del mandatario de dar marcha atrás a su plan genocida que ha traído también sufrimientos a población israelí.
Dos regímenes imperialistas que se ven amenazados por su propia ambición, deslegitimados por sectores de trabajadores, jóvenes y movimientos sociales en sus respectivos países acompañados de masivas muestras de apoyo al pueblo Palestino a nivel internacional.
Son signo de un mundo más convulso, donde se juegan los límites de la brutalidad capitalista, los socialistas depositamos nuestra confianza en la movilización de lxs trabajadores, estudiantes y otros sectores de la sociedad para paralizar la maquinaria de guerra que están aceitando las potencias económicas actuales, para expandir sus mercados en un mundo más polarizado y con una economía resentida. En particular, apelamos a la fuerza de la clase trabajadora y los sectores populares, para paralizar la economía y llenar las calles respectivamente imponiendo a los gobiernos cómplices del genocidio la ruptura de relaciones comerciales, políticas y militares con el Estado de Israel. |