Se cumplen 100 años de la muerte de Lenin, el gran dirigente junto a León Trotsky de la Revolución Rusa. Le preguntamos a Diana Assunção, historiadora y dirigente del Movimiento Revolucionario de Trabajadores de Brasil, a partir de esta fecha y los discursos de Lenin por el Día Internacional de las Mujeres, qué cita o texto recomendaría y esto nos contaba.
Lenin, el gran líder de la Revolución Rusa, nunca consideró la lucha de las mujeres como un complemento, sino como parte de las tareas centrales de la revolución. Por eso, en algunas ocasiones para el 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, pronunció discursos en los que relacionaba la lucha contra la opresión de las mujeres con la construcción del socialismo y mantuvo importantes discusiones con una de las fundadoras del 8 de marzo, Clara Zetkin. Me gusta especialmente un pasaje de la conocida conversación con Clara, del texto “Lenin y el movimiento femenino” de 1920 donde dice:
“¿Por qué en ninguna parte –ni siquiera aquí en la Rusia soviética– militan en el partido tantas mujeres como hombres? ¿Por qué es tan insignificante la cifra de obreras organizadas sindicalmente? Los hechos dan qué pensar. (…) Sin tener a nuestro lado a millones de mujeres, no podremos ejercer la dictadura, ni podremos edificar la sociedad comunista. Necesariamente tenemos que encontrar el camino que nos lleve a ellas, estudiar, ensayar, para encontrar ese camino. Por eso estamos también en lo cierto cuando planteamos reivindicaciones a favor de la mujer. No se trata de ningún programa mínimo ni reformista, como los de la socialdemocracia, los de la II Internacional. Con esto no hacemos ninguna profesión de fe en la eternidad, ni siquiera en la larga duración de las maravillas de la burguesía y de su Estado. No intentamos domesticar con reformas a las masas femeninas ni desviarlas de la lucha revolucionaria. No se trata de nada de esto ni de ninguna otra maniobra reformista. Nuestras reivindicaciones son otras tantas deducciones prácticas derivadas de las irritantes penas y de las vergonzosas humillaciones de la mujer, de su posición como ser débil y privado de derechos dentro de la sociedad burguesa. Al plantearlas, demostramos conocer todas estas miserias, sentir como una injusticia las humillaciones de la mujer y los privilegios del hombre.” [1]
Considero que este pasaje transmite la profundidad con la que Lenin abordaba la cuestión de la lucha contra la opresión de la mujer en un sentido “permanentista”, es decir, que trasciende las medidas formales y busca, como él mismo decía, la “igualdad ante la vida” y no sólo ante la ley. En 1920, tres años después de la toma del poder, Lenin encaraba dialécticamente los problemas que aún persistían del patriarcado y del profundo atraso de la clase obrera y el campesinado pobre en Rusia, así como del aislamiento de la revolución ante el escenario internacional.
En tiempos de representatividad sin contenido de clase o revolucionario, las cuestiones democráticas se utilizan para embellecer las estructuras capitalistas y construir un “feminismo ministerial”, la reflexión sobre el peso de las mujeres en el partido, en los soviets y en los sindicatos, vinculado a la necesidad de las mujeres en la construcción del Estado obrero, es una expresión de la centralidad de la relación entre la lucha contra la opresión y la lucha contra la explotación capitalista. Contra este “empoderamiento de clase” de las mujeres se encolera la extrema derecha, y no así contra las ilusiones del feminismo liberal que no ofrece más que mejores condiciones para la explotación.
Particularmente interesante es la reflexión que Lenin señala sobre el programa y la necesidad de que el partido, en pleno fragor de la revolución, no desvíe a las mujeres del camino revolucionario con un programa mínimo o de reformas. Por eso también, en numerosos textos, defendió con fuerza que las mujeres debían estar al frente en la construcción del socialismo, en la administración directa del socialismo y no sólo en la dirección de los soviets, los organismos de autoorganización, contraponiendo este papel al lugar empobrecedor de las mujeres, en las cocinas y con el trabajo doméstico que debía ser socializado. Una muestra también de que el discurso de las “mujeres en el poder” ya había sido planteado hace 100 años, no justamente por las mujeres que hoy son cómplices del genocidio en Palestina, como Kamala Harris vicepresidenta de los Estados Unidos, sino por aquellas mujeres que con su fuerza estaban construyendo un nuevo mundo sin opresión ni explotación.
Esa dinámica sólo sería posible si iba acompañada de una lucha internacional, opuesta a la idea del socialismo en un solo país, como planteaba Stalin, que no en vano obstaculizaba todas las medidas creativas y el poder de las mujeres en la construcción del socialismo. La forma en la que Lenin concebía la lucha de las mujeres era expresión de lo que Trotsky desarrolló en una de las leyes de la teoría de la Revolución Permanente sobre la “metamorfosis interna” de la revolución, que supone el aumento de la lucha de clases tras la toma del poder y no al revés, que exigiría aún más para el caso de un país atrasado como Rusia un aumento de la cultura y la educación para acabar con toda opresión - los problemas de la vida cotidiana deben pasar por las piedras del molino de la conciencia colectiva proletaria, decía Trotsky.
A pesar del retroceso estalinista, Lenin dejó este legado en la historia de la Revolución Rusa porque reconoció el papel protagónico de las mujeres. Y sin embargo, insistía en la organización del movimiento de mujeres comunista internacional cuando afirmaba que la primera dictadura del proletariado de la historia abría realmente el camino para la completa igualdad social de la mujer eliminando más prejuicios que “la montaña de escritos sobre la igualdad de la mujer”. Pero también señaló que a pesar de todo esto, no existía aún un movimiento de mujeres comunista internacional, lo que para él hacía incompleta la labor de la Internacional. En estas lecciones del Partido bolchevique de Lenin vive la lucha encarnizada por la emancipación por la que peleamos las mujeres, negras, indígenas y la comunidad sexodiversa todos los días. Por eso me gusta tanto esta cita y considero que contribuye a la construcción de un feminismo socialista en el siglo XXI.
Acerca de la autora
Diana Assunção es historiadora, fundadora de la agrupación Pão e Rosas en Brasil y dirigente del Movimiento Revolucionario de Trabajadores (MRT), que integra la Fracción Trotskista e impulsa Esquerda Diário. Compiló y editó junto a Josefina Martínez Mulheres, Revolução e Socialismo (Ediciones ISKRA, Brasil) y Mujeres, revolución y socialismo (Ediciones IPS, Estado español y Argentina)