A casi un mes de las elecciones presidenciales, nuevamente 5.5 millones de salvadoreños fueron convocados a las urnas para elecciones municipales y legislaturas locales, que transcurrieron con gran ausentismo de hasta el 70% del padrón electoral y a pesar de lo previsto, luego de la mayoría celebrada por Bukele en la elección presidencial y de diputados, su partido Nuevas Ideas no repitió sus alcances anteriores. El eslogan “Vamos por todo” del bukelismo se quedó a mitad de camino.
Para avanzar en lograr el control absoluto de su gobierno y su partido, Bukele realizó una reforma administrativa política del Estado, reduciendo la Cámara de Diputados de 84 a 60 los representantes y de 268 a 44 las alcaldías que hasta ahora siempre tuvo El Salvador, lo que le facilitaría un control casi absoluto. Pero sus cálculos fallaron, aunque mantuvo la alcaldía del municipio donde se encuentra el distrito capital del país, Nuevas Ideas perdió en feudos considerados bastiones emblemáticos por su gobierno.
Con cerca del 80 % de las actas procesadas en el escrutinio preliminar, Nuevas Ideas lidera el recuento con 28 alcaldías de 44, dos de ellas logradas en coalición con el partido Cambio Democrático (CD). Mientras, sus partidos aliados, Partido Concertación Nacional (PCN) sumaría 4 y Partido Demócrata Cristiano (PDC) 3, el partido de extrema derecha Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA) suma 6 municipios, el partido ARENA obtuvo una alcaldía y una Fuerza Solidaria. El Tribunal Supremo Electoral (TSE) no registra ninguna para el FMLN, Nuestro Tiempo y Vamos.
La primera reacción de Bukele fue admitir la derrota en varias alcaldías, “es el voto de castigo a las pésimas gestiones que algunos de ellos (alcaldes) han realizado, por eso, como todos pudieron notar no me pronuncié apoyando a ningún candidato a alcalde”, señaló ante los resultados desde una publicación en la red social X, buscando desmarcarse de sus candidatos perdedores. Pero rápidamente reacomodó los resultados y construyó su propia narrativa y siguiente puesta en escena, para manipular a conveniencia y mantener una imagen "inquebrantable", sin nada que lamentar.
Antes del anuncio del TSE, declaró que Nuevas Ideas logró ganar 43 de 44 alcaldías, “junto con los partidos que apoyan nuestro proyecto”, haciendo suyas esas victorias, lo que es engañoso. Toda la oposición “apenas logró sumar una alcaldía”, declaró, en referencia a la municipalidad donde el partido ARENA mantuvo el municipio de La Libertad Este, ubicado en una zona rica y donde la "dinosauria" Milagros Navas se reelige por ¡duodécima vez! Así, el bukelismo asume como propias las victorias del PDC, el PCN, Gana y Fuerza Solidaria, intentando desdibujar una victoria relativa y sus contradicciones. En tanto, todos estos partidos políticos han dado respaldo a su administración y pertenecen a la derecha tradicional.
Busca diluir el perder en bastiones importantes, y los alcaldes electos que no pertenecen a Nuevas Ideas, ayudaron a ese objetivo manteniendo la subordinación que les ha caracterizado: “Cuente con nosotros Sr. Presidente @nayibbukele no son 43 seremos 44 alcaldías que buscarán el bienestar de todos los Salvadoreños”, escribió Milagro Navas en la red X. También el secretario general del PDC, escribió, Reynaldo Carballo: “No dude Presidente Nayib Bukele que las Alcaldías ganadas por el PDC trabajarán siempre de la mano con el gobierno”. Pero más allá de esta narrativa que busca construir, lo cierto es que el bukelismo mostró sus costuras, como explicaremos más adelante.
El derechista ARENA –del viejo bipartismo junto con el FMLN, luego de los Acuerdos de Paz –que se venía ubicando en la oposición a Bukele, apenas conquistó una alcaldía, aunque es considerada un feudo de los más importantes en la zona central del país, pero su nueva edil ya declaró trabajar conjuntamente con el Gobierno. Sin embargo el panorama es negativo para los opositores del histórico FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional), quien no obtuvo ningún diputado en las pasadas elecciones legislativas y ahora tampoco obtendrá algún alcalde en todo el país. De ocupar la presidencia de la república en un par de ocasiones y tener numerosa presencia en la Cámara de Diputados en varios períodos, su representación política ha quedado reducida a nada, al cierre de este artículo sembraba esperanzas de obtener un diputado al Parlamento Centroamericano (Parlacen).
¿Qué pasó y qué expresan estas elecciones municipales?
Estas elecciones en El Salvador permiten varias lecturas en torno a la hegemonía del gobierno. La gran carta de Bukele ha sido en el tema seguridad, donde una política reaccionaria y militarista son la norma. Aunque el extremo autoritarismo y la violación de derechos humanos con un estado de excepción permanente han fortalecido al gobierno, permitiéndole mantener el control de los poderes fundamentales del Estado, incluyendo el apoyo de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, logró apaciguar los niveles de inseguridad a costa de una súbita limpieza social que inicialmente ha logrado legitimar entre la población por su ofensiva campaña mediática y discursiva punitiva. En medio del cuestionamiento internacional y de organismos de derechos humanos, ahora los crímenes los comete el Estado con la propia violencia estatal.
La desarticulación de las maras y el contraste a la violencia que vivió el país por décadas, explican la simpatía de la población con la política del gobierno, aunque a contracorriente del aparato mediático, un sector de la población observa la extensión de la pérdida de garantías y los testimonios de arbitrariedades inhumanas del gobierno y el ejército aumenta.
Sin embargo, el aspecto económico y beneficio para la población, prácticamente la dinámica es contraria. Bukele prácticamente ha dado continuidad a los esquemas de políticas económicas antipopulares de los gobiernos anteriores, aunado con un aumento de la deuda externa que, obligado a pagar, tiene que apretar el cinturón al pueblo. Al momento ha querido vender burbujas de impacto, algunas fracasadas, como el uso del bitcoim, que solo funciona en la mente del gobierno del presidente salvadoreño. Es aquí donde la situación se reciente, por eso un índice que no puede pasar inadvertido es la alta abstención, además del revés de Nuevas Ideas en importantes municipios.
Como escribimos luego de las elecciones presidenciales, donde se observó una abstención del 54,6%, con un resultado que ya estaba cantado, “Veremos más adelante si la abstención es una expresión de pasividad, dado un resultado ya previsto, o un indicador de descontento silencioso, que podría volverse activo en la medida que el autoritario presidente continúe sin dar mejoras económicas a la población, pues dada la subordinación imperialista y su prioritario pago de la deuda externa y por su propio proyecto político neoliberal”. En estas elecciones la abstención se elevó aún más, al 70%.
Pero hay un hecho que no se puede ocultar, en muchos municipios de los 44 en el nuevo ordenamiento político-administrativo, la mayoría decidió votar por otros partidos, una traba para Bukele en su objetivo de transformar a Nuevas Ideas en el partido hegemónico como anunció en su discurso luego del triunfo presidencial. Un rasgo de hegemonía relativa que se concentra alrededor de la figura de Bukele, y por lo que se expresó en estas elecciones municipales, es más débil respecto a las fuerzas políticas del conjunto del régimen no consiguiendo imponer a nivel local a todos sus candidatos que fue a lo que apostó, que veremos cómo se mantiene el próximo período.
Bukele no ha resuelto ni resolverá ni medianamente los problemas estructurales de millones de personas: la situación económica, los niveles de pobreza se mantienen en una clase trabajadora que pierde derechos y una juventud criminalizada y sin perspectiva a futuro. Además, es uno de los políticos más conservadores antiderechos, manteniendo a El Salvador con leyes de las más retrógradas medievales, condenando el derecho al aborto y criminalizando a la comunidad sexo género diversa. En el segundo mandato que Bukele recién inicia será contra la clase trabajadora, cumpliendo los planes del FMI y el pago de la odiosa deuda externa, y tiene que ajustar al pueblo, y para ello se plantea seguir su estrategia de control social y a toda disidencia social para mantenerse en el poder. Sus contradicciones ya afloraron en estas elecciones municipales y aún tiene cinco años donde tiene que aplicar fuertes ajustes y allí su margen es menor. |