Gabo, referente cultural indiscutido del siglo XX, parte del boom latinoamericano que diseminó la literatura de estas tierras por el mundo, con un estilo vanguardista y convulsivo.
Gabriel José García Márquez nació el 6 de marzo de 1927 en Aracataca (Magdalena). Murió el 17 de abril de 2014 en Ciudad de México, a los 87 años. Fue un escritor, periodista, guionista e intelectual colombiano. En 1982 ganó el Premio Nobel de Literatura.
Gabo o Gabito, como lo llamaban sus amigos y amigas, es considerado una de las figuras más influyentes del siglo XX y un referente cultural indiscutido en América Latina.
Gabriel García Márquez y el mejor oficio del mundo
García Márquez decía que el periodismo es el mejor oficio del mundo. Será por eso que lo abrazó durante toda su vida. Empezó como columnista y editorialista en El Universal, un diario liberal de Cartagena, en 1948. Su primer artículo fue publicado el 21 de mayo de ese año bajo la tutela de Clemente Manuel Zabala, su jefe de redacción.
En enero de 1950 lanzó su columna “La Jirafa” en El Heraldo de Barranquilla, con el seudónimo “Septimus” (nombre inspirado en un personaje de la novela La señorita Dalloway, de Virginia Woolf).
Se adentró al mundo cultural de Barranquilla a través de los escritores y periodistas Álvaro Cepeda Samudio, Germán Vargas y Alfonso Fuenmayor, quienes lo incluyeron en diversos proyectos periodísticos. Así, Gabo colaboró como reportero y jefe de redacción en el semanario Crónica.
El 18 de septiembre de 1951, fundó el periódico Comprimido junto con Guillermo Dávila. Gabo fue el único redactor del vespertino gratuito de Cartagena, cuya extensión no superaba media cuartilla y sólo llegó a tres ediciones.
En 1953 su amigo Cepeda Samudio acababa de ser nombrado director de El Nacional, otro diario barranquillero, cuando Gabo ingresó como redactor en jefe.
En 1954 la dirección del periódico bogotano El Espectador lo incorporó como reportero y crítico de cine.
En abril de 1955 conoció el éxito periodístico con un reportaje de catorce entregas sobre Luis Alejandro Velasco, un marino que sobrevivió diez días en altamar después de naufragar. En 1970 la historia fue publicada en forma de libro con el título “Relato de un náufrago”. García Márquez fue corresponsal en Europa para El Espectador.
La fama literaria lo alcanzó con la publicación de “Cien años de soledad”, escrita durante 18 meses entre 1965 y 1966 en la Ciudad de México. La idea original surgió en 1952 durante un viaje que el escritor realizó a su pueblo natal, Aracataca, con su madre. Macondo y algunos de los personajes ya habían aparecido en sus novelas anteriores. Al principio se iba a llamar La casa, pero se decidió por “Cien años de soledad” para evitar confusiones con la novela "La casa grande", publicada en 1954 por Cepeda Samudio.
También escribió para el diario El Independiente, surgido después de la clausura de El Espectador por parte de la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla.
Colaboró con revistas venezolanas como Momento y Elite. Fue editor general de la revista Venezuela Gráfica. La revista Cromos publicó sus crónicas sobre sus viajes por los países socialistas de Europa del Este en los años 50.
Tras el triunfo de la Revolución Cubana, en 1961 se sumó al grupo de periodistas a favor de la revolución, que integraron la oficina de Prensa Latina en Nueva York.
Su periodismo militante lo lleva hasta la fundación de Alternativa, una revista quincenal en 1974 junto a Enrique Santos Calderón, Orlando Fals Borda y Antonio Caballero. La publicación invitaba a reflexionar sobre las crisis políticas de América Latina.
De 1980 a 1984 escribió artículos culturales que fueron publicados en El País de España y El Espectador. Su obra como reportero y cronista de largo aliento incluye libros como “La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile” (1986) y “Noticia de un secuestro” (1996).
En 1991 incursionó en el periodismo audiovisual con la creación en Bogotá de un noticiero nacional, QAP, junto con María Isabel Rueda, María Elvira Samper y Enrique Santos Calderón.
En 1999 compró la revista Cambio junto a otros socios, para dedicarse al reportaje. Inauguró una sección llamada “Gabo contesta” para responder preguntas de lectores.
Antes y después del Nobel a Gabo
El 21 de octubre de 1982 el viceministro de Asuntos Exteriores de Suecia, Pierre Shori, llamó a Gabriel García Márquez para comunicarle que había ganado el Premio Nobel de Literatura. El galardón tenía entre sus 150 candidatos a Borges y Cortázar.
La entrega del premio al colombiano, tuvo un trasfondo poco conocido que culminó con el discurso de aceptación del 11 de diciembre de ese año en el que, entre otras cosas, el escritor y periodista reclamó por los nietos apropiados durante la vigente dictadura argentina.
La Academia Sueca justificó la decisión diciendo que la obra del escritor colombiano reflejaba los conflictos de América Latina, valiéndose de un mundo imaginario donde lo real se combinaba con lo fantástico.
“Cien años de soledad” fue el puntapié inicial del boom latinoamericano que incluyó a García Márquez, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes como sus principales exponentes. Sus publicaciones de los años 60 permitieron llevar la literatura latinoamericana a todas partes del mundo. “Suyas fueron las primeras novelas impresas en Europa y que además rompieron los cánones de sus antecesores ya que sus autores expresaban en sus narrativas parte del enardecido clima político que se vivía en América Latina. La mezcla de la fantasía con la cotidianeidad dotó a este boom de características de vanguardia que le dieron a los autores la posibilidad de llevar esta creatividad y esta explosión cultural a obras que hoy ya se convirtieron en grandes clásicos”, sostiene la periodista de este medio, Meke Paradela.
En la ceremonia de entrega del Nobel en Estocolmo, con una rosa amarilla García Márquez rompió la costumbre de llevar frac a la ceremonia y usó un "liqui-liqui" de lino blanco, el traje de los caribeños. En su discurso titulado "La soledad de América Latina" comenzó explicando cómo desde las crónicas de Indias hasta el fin del siglo XIX los relatos de europeos sobre América parecían ficción e hizo reír a carcajadas a los 400 invitados cuando señaló cómo la "realidad" latinoamericana es "mágica".
Gabo ya había publicado seis novelas y tres libros de cuentos:
“La hojarasca” (1955)
“El coronel no tiene quien le escriba” (1961)
“La mala hora” (1962)
“Cien años de soledad” (1967)
“El otoño del patriarca” (1975)
“Crónica de una muerte anunciada” (1981).
Los libros de cuentos que había publicado antes del Nobel incluyen títulos como “Los funerales de la Mamá Grande” (1962), “La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada” (1972) y “Ojos de perro azul” (1974).
Los primeros pasos de Gabo en la literatura
La apuesta literaria de García Márquez inició el 13 de septiembre de 1947. Ese día, El Espectador publicó en la página cultural Fin de Semana su primer cuento, “La tercera resignación”.
En la etapa que va desde su primer cuento hasta el Premio Nobel, “su universo narrativo tuvo un referente geográfico especial: Macondo, un pueblo imaginario del Caribe donde ocurren acontecimientos asombrosos y terribles que desnudan la realidad cultural de Latinoamérica. Se considera que Cien años de soledad, publicada el 5 de junio de 1967, es la obra definitiva sobre esta región fantástica. El otoño del patriarca, la novela sobre el dictador latinoamericano, y Crónica de una muerte anunciada, el relato sobre la muerte de Santiago Nasar, son textos que trascienden a Macondo pero que siguen enmarcados en la corriente narrativa que los críticos literarios han denominado realismo mágico”, aseguran desde la Fundación Gabo.
Después del Premio Nobel, el escritor colombiano publicó las novelas “El amor en los tiempos del cólera” (1985), “El general en su laberinto” (1989), “Del amor y otros demonios” (1994) y “Memoria de mis putas tristes” (2004).
Su último libro de cuentos, “Doce cuentos peregrinos” fue publicado el 20 de julio de 1992. “Diatriba de amor contra un hombre sentado” (1988) es su única obra de teatro.
En 2002 Gabo publicó una autobiografía sobre sus tres primeras décadas de vida titulada “Vivir para contarla”.