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La Izquierda Diario
20 de marzo de 2024 Twitter Faceboock

Doble discurso
Mientras La Plata y el conurbano se inundan, Kicillof festeja sus “obras públicas” en la región
Daniel Satur | @saturnetroc

Como en 2013 y otros años, quienes viven en la capital bonaerense y vastas zonas del AMBA sufren cuantiosas pérdidas por el temporal. El gobierno bonaerense, mientras pide que no andes por la calle, difunde arreglos en “circuitos aeróbicos” para que circules “de una forma mejor y más segura”. No es chiste.

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La trágica inundación del 2 de abril de 2013 en La Plata y alrededores, que dejó como mínimo 89 personas fallecidas y cuantiosas pérdidas para miles de familias (que debieron reponer sus bienes sin prácticamente ninguna ayuda estatal), ha quedado en la memoria colectiva como un hito penoso. Por eso, cada vez que llueve fuerte en la región suceden dos cosas: el miedo generalizado a que aquella historia se repita y, a la vez, cierto “alivio” cuando nuevos temporales no alcanzan la magnitud de la tormenta de hace once años.

El año pasado, al cumplirse una década de aquella inundación en la capital bonaerense, La Izquierda Diario publicó un informe audiovisual (se puede ver al final de esta nota) en el que se denunciaba que las consecuencias trágicas de aquel evento no eran culpa de la “la naturaleza” ni tampoco de la “desidia estatal”, sino de “una política deliberada para privilegiar a las corporaciones constructoras e inmobiliarias en detrimento de la calidad de vida de la población”. A la vez, se detallaba la ausencia de obras de infraestructura que, pese al paso de los años, dejaban a la región librada a su suerte ante nuevas tormentas feroces.

En estas horas, con caída abundante de agua en poco tiempo, vientos y tornados, amplias zonas del territorio bonaerense sufren consecuencias graves. Ni hablar de las localidades más pobres del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), donde al castigo climático se suma la infinidad de precariedades urbanísticas y de vivienda que padecen históricamente millones de personas, lo que dificulta aún más las posibilidades de capear el temporal y evitar “perderlo todo”.

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Precisamente por estas mismas horas las cuentas oficiales de X y otras redes del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires parecieron convertirse en un mero difusor del Servicio Meteorológico Nacional, avisándoles a las y los bonaerenses que “continúa el alerta por tormentas severas y vientos intensos”; y sugiriéndoles que eviten “transitar por la calle”, que se alejen “de los postes de luz y cables” y que en caso de inundaciones “corten la energía”.

Parece que para las huestes del gobernador Axel Kicillof al desastre provocado por las fuerzas del cielo sólo se lo debe contemplar y, a lo sumo, hacer fuerza para que la gente no cometa el “error” de querer salir a trabajar o estudiar en estas circunstancias. Por eso, desde la mañana del martes, las mismas redes sociales del Estado provincial no dan información precisa y certera sobre centros de evacuados, ni sobre qué medidas urgentes se están tomando para asistir a miles de personas, ni mucho menos cuál es el plan de contingencia (que debería existir y ser explicitado previamente a una tormenta de esta magnitud) ante las consecuencias del temporal.

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Eso sí, a Kicillof y compañía les sobra tiempo para propagandizar sus obras “estratégicas”. Entre la mañana del martes y la de este miércoles, es decir durante gran parte del tiempo en el que el AMBA viene siendo castigado con lluvias y vientos, en las redes del Gobierno bonaerense sólo se pueden ver réplicas del pronóstico meteorológico, un feliz cumpleaños para la ciudad de Zárate, la inauguración de un jardín de infantes en Malvinas Argentinas y un reposteo de un tuit de Vialidad Provincial donde se muestran las obras de “mejora” del Camino Vergara (ruta provincial 215) que conecta Ensenada con La Plata.

Este último reposteo, con un spot audiovisual de calidad y realizado con dron, es particular, tanto por el momento en el que se publica como por la ironía con que parece haber sido pensado.

Captura de @BAProvincia
Captura de @BAProvincia

El tuit de Vialidad (dependiente del Ministerio de Infraestructura y Servicios Públicos) retuiteado por las redes oficiales del Gobierno, habla de la repavimentación, bacheo y mejoras en la rotonda Néstor Kirchner, las luminarias y el “circuito aeróbico” del Camino Vergara. Y es acompañado por un texto que afirma que “con esta intervención se garantizará que las y los usuarios circulen por el lugar de una forma mejor y más segura”.

Mientras ese reposteo (con apenas 8 likes acumulados) era difundido, en Ensenada, Berisso, La Plata y toda la región, millones de bonaerenses empezaban a hacer malabares para que el agua no entrara en sus casas o para salvar sus pertenencias cuando el ingreso era inevitable. Miles de automovilistas se debatían entre seguir viaje o esperar bajo la tormenta en calles y autopistas rebalsadas. Y millones miraban por televisión o por redes infinidad de fotos y videos registrados en el conurbano profundo, allí donde Kicillof y sus ministros sólo se animan a ir cuando hay el piso está seco y las selfies inmortalizan sonrisas de ocasión.

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Como siempre lo han denunciado la izquierda y diversas organizaciones barriales, ambientales y sociales, la tormenta puede ser un fenómeno natural (aunque cada vez más a consecuencia de un capitalismo voraz), pero sus efectos sociales no. De allí que todos los gobiernos que han pasado en estas décadas, tanto a nivel nacional como provincial municipal, sean responsables directos de la ausencia de prevención del impacto social de estos eventos climatológicos, especialmente sobre poblaciones cada vez más empobrecidas.

Kicillof lleva más de cuatro años gobernando la provincia de Buenos Aires, pero desde 1983 hasta acá el peronismo que hoy él representa ya gobernó más de 32 años. En 2013, en la trágica inundación con al menos 89 muertos (negados inicialmente a nivel oficial) el gobernador era Daniel Scioli, luego candidato presidencial de Cristina Kirchner contra Mauricio Macri y hoy funcionario de Javier Milei. El lastimoso paso de María Eugenia Vidal entre 2015 y 2019 por la Gobernación no significó ningún cambio en estas cuestiones estructurales.

En el caso de las intendencias se puede decir otro tanto, con una hegemonía peronista más allá de interregnos puntuales de otras gestiones. El caso del kirchnerista Julio Alak es emblemático. En los años 90 y la primera década de este siglo, el entonces menemista y duhaldista fue uno de los gestores de los negociados inmobiliarios y de la construcción que derivaron, años después, en aquella catástrofe. Hoy es nuevamente intendente, después de desbancar al macrista Julio Garro tras ocho años de nefasta gestión.

No hace falta preguntarle a cualquier bonaerense qué cambió en estos años, para mejor, en términos de infraestructura. La respuesta está a la vista, pese a que las redes oficiales no quieran registrar la realidad.

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Urge volcar todos los recursos que hagan falta para realizar definitivamente obras que permitan una adecuación de las barriadas populares, los caminos y los espacios públicos a las condiciones climáticas de esta época. Sólo así se podrán evitar los daños o mitigarlos todo lo posible. Obviamente, una política de este tipo debe estar ligada con el combate decidido a las causas que profundizan el cambio climático, como la destrucción de humedales, la emisión de gases de efecto invernadero y la deforestación en pos del extractivismo capitalista.

Nada de eso pasa hoy por la cabeza de quienes gobiernan. Ni de Milei y su negacionismo explícito del cambio climático. Ni de Kicillof y su política de gestos y discursos sin transformaciones de fondo.

El informe documental a diez años de la inundación de La Plata

 
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