Según datos proporcionados por Ipsos Mori, publicado por el diario británico ‘The Telegraph’, sólo el 66% de jóvenes centennials (una generación que nació entre 1994 y 2010) se consideran heterosexuales. Es “la generación menos heterosexual de la historia”.
En las escuelas de nivel primaria y, sobre todo, en secundaria, contamos con estudiantes que no se sienten cómodxs con su género biológico. Cada vez son más las niñas y niños que empiezan a cuestionar los roles de género que históricamente se nos han impuesto, los juegos y juguetes, así como la ropa y sus colores, e incluso nos piden utilizar el lenguaje incluyente.
Esto, en el segundo país con mayor número de asesinatos a la comunidad sexodiversa y crímenes de odio en América Latina, sólo después de Brasil (actualmente ocurren aproximadamente 3 al mes), nos plantea a lxs trabajadorxs de la educación la gran necesidad de enseñar que una vida libre de violencia es posible, lejos de la militarización del país, el acoso policial y la discriminación.
En México, el 11 % de la población se considera como no heterosexual, reveló la encuesta LGBT+ Orgullo 2021, elaborada por la consultora Ipsos.
Entre la población adolescente de 15 a 19 años se observa el mayor porcentaje de personas LGBTI+: una de cada seis personas en este rango de edad (el 15.6 %) a nivel nacional se identificó como parte de esta población (lesbiana, gay, bisexual, pansexual, asexual, demisexual, transgénero, transexual, no binario, género fluido, agénero y otras).
De las 4.6 millones de personas de 15 años y más con orientación sexual no heteronormativa en el país, dos de cada cinco (el 43.4 %) se dieron cuenta de su orientación sexual en su primera infancia (de 0 a 6 años); mientras, una de cada tres (el 34.1%) se dio cuenta en la adolescencia (entre los 12 y 17 años) y una de cada 20 en su niñez (de 7 a 11 años).
De estas personas, tres de cada cinco (el 62.4 %) se dieron cuenta que su forma de ser o actuar no correspondía con su sexo de nacimiento en la primera infancia (de 0 a 6 años), una de cada cinco (el 20.3 %) se dio cuenta durante la adolescencia (entre los 12 y 17 años) y una de cada 18 en su niñez (entre los 7 y 11 años).
Los discursos y conductas de odio en este sistema capitalista y patriarcal son habituales en los espacios públicos y hasta en las mismas familias. Los estados que reportan más casos violentos con las personas LGBT+ son Veracruz, Chihuahua y Michoacán.
La comunidad LGBT+ enfrenta altos niveles de discriminación en el país. Según los datos de la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) del INEGI del año 2022, un 41.8 % dice haber sido discriminado por su forma de vestir o arreglo personal y un 32.1 % declara haber sido discriminado por su orientación sexual.
Según la Encuesta sobre Discriminación por motivos de Orientación Sexual e Identidad de Género, el 92 % de los adolescentes LGBT+ tuvieron que esconder su orientación sexual y/o identidad de género de su familia. Esto además es causa de abandono de los estudios y menos oportunidades de trabajo: de la población mayor de 18 años, un 59 % declaró no asistir a la escuela.
Un estudio realizado por Pediatrics (Academia Americana de Pediatría) en 2019, en América Latina, afirma que las adolescencias trans tienen mayores probabilidades de suicidio que los adolescentes cisgénero. El 85 % de los adolescentes trans reportaron considerar el suicidio como una opción; esta cifra bajó al 56 % cuando recibieron apoyo y contención por parte de su familia.
La salud mental de niñeces y adolescencias trans podría mejorar con iniciativas gubernamentales que validen su existencia. En la Ciudad de México se presentó por primera vez una iniciativa, aprobada en agosto de 2021, que busca que cualquier persona mayor de 12 años pueda solicitar su cambio de identidad de género (en compañía de quienes ejerzan la patria potestad en caso de menores de edad), lo que también es posible en Oaxaca y Jalisco.
En época de elecciones, los partidos políticos suelen usar los derechos de la comunidad LGBT+ como botín electoral, sin embargo, las políticas de los gobiernos de derecha golpean los derechos de las disidencias y exacerban los crímenes de odio, como Milei prohibiendo el lenguaje inclusivo en Argentina o Bukele impidiendo la educación sexual en El Salvador.
No dejaré de mencionar que el Estado genocida de Israel ha intentado lavarse la cara y obtener la simpatía de la comunidad LGBT+ internacional con el llamado “pink washing” al mostrarse como salvaguarda de los derechos de las disidencias sexuales en su interior, mientras mata a decenas de miles de personas en Palestina.
En México, el PAN se pronunció a favor de los Ecosig (esfuerzos para corregir la orientación sexual y la identidad de género) y en contra del reconocimiento de la identidad de género en menores de 18 años. Pero también diputadxs de Morena, en alianza con el PES, promovieron el Pin Parental para evitar la educación sexual integral en estados como Nuevo León o Aguascalientes.
Además, la marcha por la Visibilidad Trans en la Cdmx terminó en represión por parte de la policía que vigilaba las puertas del Palacio Nacional, luego de que manifestantes ingresaran a la explanada del palacio para realizar un performance Vogue; mostrando un uso desmedido de fuerza, golpeando y arrojando gas contra niñeces, personas con discapacidad y el resto de quienes nos manifestábamos.
Lxs docentes no podemos confiar en que los partidos en el Congreso harán algún cambio en favor de la población LGBT+. Acabar con el acoso, el hostigamiento, el bullying y conquistar una educación no sexista e incluyente, dependerá de la unidad de la población trabajadora desde cada escuela.
Las y los trabajadores de la educación podemos aportar en la construcción de una sociedad más igualitaria e inclusiva, luchando por una educación sexual no patriarcal, no sexista y no heterocentrada, junto a las madres, padres de familia y estudiantes, defendiendo los derechos de la comunidad LGBT+.
Para ello, es indispensable contar con mayor presupuesto para las escuelas, para que el estudiantado pueda recibir Educación Sexual Integral por parte de especialistas en todos los niveles educativos, además de contar con apoyo psicológico con enfoque de género. Desde Nuestra Clase proponemos que el dinero destinado a la Guardia Nacional, los megaproyectos y la deuda externa sea dirigido a educación y salud.
Conformemos un gran movimiento que defienda la identidad de género de las niñeces y juventudes trans. Si coincides, te invitamos a organizarte con Nuestra Clase-Pan y Rosas, escríbenos a nuestras páginas:
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