Galicia es uno de los territorios con menos Red Natura en España, es decir, con menos áreas de conservación de la biodiversidad. Además de las crisis que han sufrido sus costas con el Prestige en el 2002 y la más reciente crisis de Pellets, el negocio de los monocultivos de eucalipto, que ya están destrozando el noroeste de España, hace que la región y sus especies se vean en una situación crítica.
La empresa Altri, que intenta pintar de verde su proyecto, afirma que la macroplanta “situará a Galicia en la vanguardia de una nueva industria basada en la sostenibilidad, la innovación y la mejora continua”. En realidad se trata de una empresa que acumula multas por contaminación de millones de euros, siendo responsable de la contaminación del río Tajo, como explicamos más adelante.
La mal llamada “biofábrica” no tiene en cuenta la escasez de agua y las sequías a las que nos llevará la destrucción ambiental: requerirá cerca de 46 millones de litros de agua al día, la misma cantidad que consume la provincia de Lugo entera. Además de tener un permiso para echar 30 millones de litros diarios de vertidos residuales al río Ulla. La planta produciría unas 400.000 toneladas de pasta de eucalipto al año.
Esta macroplanta requerirá además de más de 800 parcelas, muchas de las cuales serán expropiadas. Altri es una muestra más de la hipocresía que es afirmar que la expropiación del territorio no parece ser un problema cuando se trata de beneficiar a grandes empresas, pero sí cuando se habla de ponerle freno a las empresas multimillonarias que contaminan a gran escala. La compañía anuncia además que emitirá a la atmósfera azufre, óxidos de azufre, óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono y material particulado.
Este proyecto, de cerca de 900 millones de euros, fue elegido el año pasado por la Xunta como uno de los proyectos susceptibles de financiación a través de los fondos Next Generation de la Unión Europea. Los vecinos que rechazan el proyecto denuncian que la Xunta esté haciendo una campaña de marketing a favor de una empresa privada.
El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, se excusa diciendo que Galicia “no está para prescindir alegremente de muchísimos puestos de trabajo”. Este es otro falso argumento que se usa continuamente para justificar los macroproyectos contaminantes, creando una falsa separación entre las demandas ecologistas y la demanda laboral de la clase trabajadora. Aparte de que esta macroplanta hará cerrar a muchas otras empresas en la región, quitando más trabajo del que vienen a ofrecer, ya que sólo creará 250 nuevos puestos de trabajo.
Las actividades realizadas por los trabajadores y pequeños propietarios de la región, como la ganadería, agricultura y silvicultura se verían seriamente afectadas por la actividad de la empresa, así como su salud. Además, el turismo y la afluencia de peregrinos del Camino de Santiago también se verían reducidos.
Una empresa conocida por su falta de ética ambiental en Portugal
El promotor de la industria en Galicia es Greenfiber, S.L. El socio minoritario, con el 25% de esta empresa es Manuel García Pardo, dueño de la energética gallega Greenalia, que tiene entre los miembros de sus consejeras a Beatriz Mato, la ex-conselleira de Medio Ambiente y ex-líder del PP en A Coruña. El socio mayoritario es el grupo luso Altri, dueño de tres fábricas de celulosa en Portugal (Celbi, Caima y Celtejo).
En 2018, el Gobierno de Portugal mandó detener la mitad de la producción de una de las fábricas del grupo durante un mes ya que el Tajo apareció lleno de espuma. La celulosa Celtejo (filial de Altri) que tiene un tamaño la mitad de lo que se quiere instalar en Galicia, negó su responsabilidad, pero le cayeron varias sanciones.
Tras la investigación, se comprobó incumplimientos de las normas. Así, en marzo de ese año el citado Inspector informó que le habían impuesto dos multas a Celtejo. Una de 12.500 euros y otra de 48.000. El Ministerio de Medio Ambiente confirmó que los datos del autoexamen transmitidos a las autoridades por Celtejo en 2015 y 2016 "demuestran que los límites de vertido de efluentes a los que estaba obligado no se cumplieron ".
Tras aquel episodio de contaminación, el Ministerio de Medio Ambiente limpió el lecho del Tajo de los residuos que dejan las aguas residuales de las celulosas y otras industrias. El Ministro de Medio Ambiente João Pedro Matos Fernandes explicó que los residuos de Celtejo y otras dos papeleras de la zona son una "bomba de tiempo desde el punto de vista de la contaminación", ya que consumen oxígeno, inhibiendo "la posibilidad de vida en el Tajo".
Un gran volumen de espuma espesa se concentró cerca de Abrantes, identificándose la presencia de niveles de celulosa cinco mil veces superiores a los normales. El Ministerio anunció entonces que iba a modificar el permiso de Celtejo para reducir su actividad a la mitad, pero no hay noticia de que haya cumplido su promesa.
Movimientos políticos y la resistencia del pueblo trabajador
Esta empresa no solo cuenta con el apoyo de la Xunta de Alfonso Rueda, sino también del gobierno de PSOE-Sumar desde el ministerio de Industria. Los dos grandes partidos que sustentan este proyecto son PSOE y PP, pidiendo este último mociones en todos los ayuntamientos de Lugo para apoyar a la factoría, y evidenciando su apoyo a la minoría capitalista pese a las protestas y demandas de ecologistas y vecinos.
El BNG se ha opuesto recientemente al proyecto e intenta protagonizar la resistencia contra el mismo con campañas de concienciación. Sin embargo, el PP le recordó al BNG que “votó a favor dos veces” de iniciativas parlamentarias a favor de la factoría. Es cierto que el proyecto difiere de lo prometido inicialmente, y estuvo caracterizado por la habitual turbidez y ambigüedad hasta el último momento.
Pero también es cierto que el BNG tiene fuertes contradicciones internas entre su defensa del medio ambiente, y sus tendencias “desarrollistas” o “industrialistas” en los últimos años. No nos oponemos al desarrollo industrial sustentable en Galicia. Pero sí a bajadas de impuestos a empresas gallegas y un “proyecto de país” que pretende ser atractivo para una parte de la burguesía.
Las primeras acciones de lucha se han sucedido en pueblos como Palas, Monterroso, Melide o Agolada, donde los ejecutivos de Altri no pudieron realizar conferencias informativas sobre su proyecto, por la gran oposición popular. Hace pocos días cerca de 400 personas participaron en una caminata entre Palas de Rei y Santiso contra la macrocelulosa durante unos 12,5 km. Los asistentes formaron una cadena humana alrededor del Ulla al grito de “la agua es nuestra, y no de la celulosa. Antri No”.
Importante la reflexión en el acto final de Sara Castro, médica de familia en el Centro de Salud de Santiso, que aseguró que los datos de la empresa “son vagos y coinciden sospechosamente con los límites máximos establecidos al respeto por la Xunta de Galicia”. Afirmó que le preocupan los vertidos con nitratos, nitrógeno y fósforo a altas temperaturas”, que provocarían “microcistinas” en el agua que son perjudiciales para la salud a corto plazo pudiendo provocar mareos y vómitos pero a largo plazo también daños hepáticos y neurológicos”.
Es claro que hay una gran unidad en la comarca de A Ulloa en contra de este megaproyecto contaminante. Pero consideramos que su fuerza no va a ser suficiente para tumbar esta barbarie. Hasta el momento (y que nos conste), no hay manifestaciones convocadas en Santiago, o en las 7 principales ciudades gallegas contra Altri. No existe una verdadera organización para expresar todo ese malestar y rabia y pensar colectivamente una forma de vencer a esta empresa y al gobierno que la apoya.
Si hay algo que evidencia el caso Altri es la impunidad de las grandes empresas, que destrozan el planeta con ayuda del Gobierno y apoyándose en la “colaboración” entre el sector público y el privado”. Un modelo capitalista basado en la ganancia y en la producción desmedida no puede ofrecer solución alguna a la extinción de especies protegidas, la escasez de agua, la degradación de ecosistemas, y demás crisis que el mismo sistema genera.
Para asegurar los intereses de las grandes mayorías y proteger el medio ambiente, es necesaria ampliar la lucha a sectores de trabajadores afectados y al pueblo gallego en general. Como parte de una lucha más general contra la celulosa ENCE que lleva más de 60 años contaminando la ría de Pontevedra, y otras luchas ambientales. Y en la perspectiva de un modelo económico ecológico y socialista, planificado democráticamente por el pueblo trabajador. |