Alerta en la Ciudad: Temperaturas récord y efecto isla de calor
El reciente récord de temperatura en la Ciudad de México, alcanzando los 34.2 grados Celsius según el Observatorio de Tacubaya, del Servicio Meteorológico Nacional, ha encendido las alarmas de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil, que activó la alerta naranja en nueve alcaldías.
Fuente: Conagua
Pronósticos de CONAGUA indican que este año podría haber más días con temperaturas extremas, alcanzando los 34 grados Celsius. Sin embargo, las proyecciones de la UNAM y Protección Civil son aún más preocupantes: se espera un aumento de 1.5 grados Celsius para 2030, dos grados para 2050 y hasta 4.9 grados para 2100.
Este fenómeno es parte de las consecuencias del cambio climático, cuyos efectos adversos se intensifican en entornos urbanos. La industrialización desmedida, la deforestación y otras actividades empresariales e inmobiliarias han exacerbado la contaminación, el efecto isla de calor, inundaciones y sequías en las ciudades.
La isla de calor, fenómeno donde las áreas urbanas son más calurosas que las rurales, es una realidad en la Ciudad de México, agravada por su densidad urbana y escasez de áreas verdes. Las zonas más afectadas, como Venustiano Carranza, Iztapalapa y Gustavo A. Madero, enfrentan mayores riesgos para la salud de la población. En 2023, el país registró 419 muertes relacionadas con el calor, resaltando la urgencia de abordar este problema en comunidades vulnerables, especialmente entre los sectores más empobrecidos de América Latina y México.
El impacto del cambio climático en los sectores pobres y trabajadores de América Latina
El aumento de la temperatura global está intensificando los fenómenos meteorológicos extremos, como olas de calor, sequías y huracanes, con un impacto desproporcionado en los sectores más pobres de América Latina y el Caribe. El 90 % de los desastres se relacionan con el clima, afectando a la economía mundial con pérdidas anuales de 520.000 millones de dólares y empujando a 26 millones de personas a la pobreza. A medida que las temperaturas aumentan, se prevé un incremento de hasta un 300 % en la pobreza extrema en la región para 2030.
Si bien las naciones desarrolladas son responsables del 80 % de las emisiones de gases de efecto invernadero, son los llamados "países en desarrollo" o con relaciones de subordinación y semicolonia respecto a grandes potencias los más afectados por la crisis climática. La falta de recursos para afrontar los impactos del cambio climático agrava las dificultades de las comunidades empobrecidas, atrapándolas en un ciclo de pobreza.
Además, el cambio climático intensifica la competencia por recursos como tierra, alimentos y agua, exacerbando tensiones socioeconómicas y provocando desplazamientos masivos. Se estima que en los próximos 10 años, el cambio climático podría sumir en la pobreza a 100 millones de personas en todo el mundo.
El impacto del cambio climático en la productividad laboral también es significativo. Las altas temperaturas y la volatilidad de las precipitaciones disminuyen la producción y el ingreso de los trabajadores, especialmente aquellos empleados en actividades al aire libre o informales. Para 2030, se prevé que América Latina y el Caribe pierda el equivalente a 2,5 millones de puestos de trabajo debido al calor extremo.
La espiral de reacciones adversas derivadas del cambio climático afecta de manera desproporcionada a los pobres, quienes enfrentan mayores dificultades para recuperarse de los impactos de los fenómenos climáticos extremos. A medida que las olas de calor se vuelven más frecuentes y graves, algunas regiones se vuelven inhabitables, y se estima que desde 2008, unos 20 millones de personas se han visto desplazadas debido a fenómenos meteorológicos extremos. Con el aumento proyectado de los refugiados climáticos en los próximos años, la crisis climática presenta un desafío humanitario urgente.
La inutilidad de los acuerdos internacionales para frenar la crisis climática
A pesar de que los gobiernos del mundo se han comprometido en las cumbres por el clima a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, la realidad es que desde la firma de los acuerdos de Rio de Janeiro en 1992, las temperaturas globales no han hecho más que aumentar. En la Conferencia sobre el Cambio Climático de Copenhague en 2009, los países ricos acordaron movilizar 100.000 millones de dólares al año para ayudar a las naciones más pobres a adaptarse y mitigar los efectos del cambio climático, esto dió como resultado el fracaso del llamado mercado de emisiones de carbono.
El Acuerdo de París, adoptado en la COP21 en 2015, representa un esfuerzo global para abordar la crisis climática al limitar el aumento de la temperatura global a 2,0°C, y preferiblemente a 1,5°C, para finales de siglo. Aunque 143 países han presentado NDC nuevas y actualizadas, muchas de estas metas no son lo suficientemente ambiciosas para contribuir significativamente a la meta global. De hecho, según la ONU, si se cumplen las NDC actuales, las emisiones globales de gases de efecto invernadero podrían aumentar un 16% para 2030 en comparación con los niveles de 2010, lo que subraya la impotencia de las promesas de la comunidad internacional.
Sin embargo, hasta ahora, la mayoría de los gobiernos han fallado en aumentar la ambición de sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC), y esto se agrava con las consecuencias de las guerras, como la invasión rusa en Ucrania y las agresiones y bombardeos del Estado de Israel contra el pueblo palestino.
Un llamado a la acción colectiva: Afrontando la crisis climática
El impacto de la crisis climática en el planeta es innegable y alarmante. Las altas temperaturas están desencadenando una cascada de devastación ambiental, desastres naturales y conflictos que afectan a todas las regiones del mundo. Desde la degradación ambiental hasta la inseguridad alimentaria e hídrica, el cambio climático amenaza nuestra existencia en niveles sin precedentes.
El último informe del IPCC revela que el planeta es ahora 1,1°C más cálido que en tiempos preindustriales, marcando un nuevo récord en los últimos 125 mil años. Este aumento de temperatura es un recordatorio urgente de la necesidad de tomar medidas audaces y colectivas para abordar la crisis climática.
A medida que nos acercamos peligrosamente a los límites establecidos en el Acuerdo de París, limitar el calentamiento global requiere de un cambio radical en la forma en que vivimos, producimos y consumimos, así como una lucha contra el sistema económico que perpetúa esta crisis y que, desproporcionadamente, afecta a los más pobres y vulnerables del mundo.
La búsqueda de justicia climática y la resistencia contra la carga desproporcionada de las consecuencias del cambio climático sobre los más vulnerables ya se comienzan a ver en las manifestaciones masivas que salieron a las calles desde el 2019, con el movimiento Fridays For Future, Extinction Rebellion y Scientist Rebellion, a su vez las comunidades originarias llevan décadas resistiendo no solo los efectos de la crisis climática, sino los ataques del capitalismo extractivista que devasta los ecosistemas, y acelera y empeora el calentamiento de la tierra.
Estas muestras de resistencia se erigen como un estandarte compartido por comunidades de todo el mundo, en su lucha contra la explotación y la inequidad generadas por el sistema capitalista. Es una llamada urgente a la acción colectiva, una oportunidad para reimaginar un futuro más justo y sostenible para todos. Debemos actuar ahora, antes de que las consecuencias sean irreversibles.
Fuentes: ONU, WWF, Banco Mundial, FMI, IPCC-ONU, COP-ONU, SEMARNAT, CONAGUA. |