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La Izquierda Diario
22 de abril de 2024 Twitter Faceboock

Entrevista
Gripe Aviar en la Antártida y el trabajo de la comitiva científica especial del SCAR
Emiliano Martínez
Rosario Escobar | Dra. en Enseñanza de las Ciencias | Redacción de Ciencia y Tecnología |@mrosario.escobar

Dialogamos con el Dr. Ralph Vanstreels y la Dra. Florencia Soto, parte de la comitiva que trabajó en el continente blanco, sobre la situación de la enfermedad en la Antártida y el mundo. Las condiciones de origen y los últimos hallazgos en esta materia.

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Habiendo participado del grupo de profesionales del Comité Antártico de Investigaciones Científicas (SCAR por siglas en Inglés), un organismo internacional que se convocó este verano, en materia de Gripe Aviar. Los investigadores comparten los hallazgos, preocupaciones y el estado de salud de los animales antárticos y del mundo.

¿Qué es la Gripe Aviar y qué la define?

Vanstreels: La Gripe Aviar es parte de lo que llamamos los virus de la Influenza A. Estos virus infectan muchos hospedadores, aves y mamíferos. Dentro las variantes de este virus están las que suelen infectar aves, conocida como gripe aviar. Tenemos las variantes de alta patogenicidad y las de baja patogenicidad. Estas últimas son más comunes y se encuentran en las aves acuáticas de todo el mundo y no les causa problemas; sin embargo están ahí hace millones de años. Tenés también las variantes de alta patogenicidad: Esas son nuevas y han surgido a partir del desarrollo de la avicultura industrial, en general son más agresivas y los brotes afectan más que nada a las aves domésticas, aunque muchas veces pueden también infectar aves silvestres.

¿Qué prendió la alarma en la Antártida?

Vanstreels: Estos virus de baja patogenicidad se los detectaba en estudios de investigación, y no había ningún impacto en términos de animales enfermos o muertos. A medida que el virus entra en Sudamérica a fines de 2022 empieza una ola de mortalidad de aves marinas fuertísima, primero en Perú después en Chile, Georgias del Sur y Malvinas. Ya sabíamos que en algún momento esa ola llegaría a la Antártida, entonces empezamos los esfuerzos de monitoreo incluso antes de que se haya detectado cualquier señal de mortalidad o lo que fuera en el territorio, por los impactos que vimos a lo largo de Sudamérica.

Soto: Trabajando en la Antártida durante el verano, previo a la expedición, tuvimos que estar especialmente atentos a este brote de influenza porque sabíamos que era probable que apareciera algún animal muerto. Se tuvo la posibilidad de tomar muestras que fueron las que finalmente, en colaboración con la gente de España, con Chile que hizo el transporte y Argentina, con el Instituto Antártico Argentino, encargado de hacer el traslado de las muestras. Una cooperación internacional que sirvió para hacer el primer hallazgo en la Península Antártica.

¿Cuál es el proceso que ustedes llevan a cabo para determinar si un individuo o un grupo está infectado por el virus?

Cuando las aves se enferman, los síntomas o las señales clínicas son bastante inespecíficas, o sea, son animales que van a tener cambios sutiles de comportamiento. Por ahí se pueden quedar más apáticos, menos responsivos al mundo. Eso puede avanzar a una enfermedad respiratoria, donde tienen dificultad para respirar, o a una enfermedad neurológica donde pueden tener convulsiones con comportamientos repetitivos y temblores. Sin embargo, es difícil diagnosticarlo en una población natural. Muchas veces encontramos animales muertos sin una explicación, en tal caso se realiza una extracción de muestras con hisopados de la boca, de la cloaca, de los tejidos. Eso va a un laboratorio para hacer la detección del material genético del virus. Como hay un potencial de infección humana zoonótica, todo eso se tiene que hacer con muchas medidas de bioseguridad. Se toman en reactivos que inactivan el virus, lo cual también ayuda a que el proceso posterior sea seguro.

¿Cuales son los hallazgos más recientes?

Hubieron detecciones en sitios distintos de la zona de la Península Antártica: tanto en la Base Primavera, islas cercanas a la Península como en la región norte del Mar de Weddell. Todas las detecciones por ahora fueron en skúas: aves parientes de las gaviotas, un poco más grandes de un color marrón, y depredadoras tope en su ambiente. Su rol ecológico es el de carroñeras. Estas aves por el momento fueron las únicas en las que hemos diagnosticado el virus. Si bien se han encontrado otras especies muertas, todavía se está haciendo la investigación correspondiente.

¿Por qué consideran que el virus afecta mayormente a la población de skúas?

Ya sabíamos que los skúas son muy susceptibles. Cuando el virus pasó por la zona del Reino Unido causó una tremenda mortalidad. Es un grupo que por alguna característica propia de su fisiología, es muy susceptible al virus. Esperábamos que potencialmente fueran muy afectados en nuestra zona. El otro componente es justamente el de su comportamiento de predador o carroñero, que lo pone muchas veces en situaciones de riesgo frente al virus.

¿Cómo surge la iniciativa de la comisión?

Vanstreels: El SCAR tiene hace tiempo una página web para sumar información de casos sospechosos o confirmados de gripe. Los operadores de turismo pueden tener a mano esa información y de ahí que la IATO ( International Antarctic Tourism Organization), asociación de los operadores de turismo en la zona antártica, estaba muy preocupada con el tema de la gripe y los impactos que podría tener en sus propias operaciones. Por eso contactó a miembros del SCAR para armar una expedición con un buque. La agente de IATO ya había recibido informes de animales con síntomas que podrían ser considerados sospechosos, por señales neurológicas, mortandad de algunas especies, o cosas así, entonces se armó la campaña para ir a estos sitios sospechosos y evaluar si estos síntomas y las mortalidades eran (o no) por el virus.

Soto: La gente del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), que es el laboratorio de España, también trajeron todos sus equipos para hacer las secuencias en el velero y parte de eso también fue financiado por el programa español. También estaban la gente de de la Universidad de Alemania y Holanda, lo cual permitió comprar todos los materiales. Para tomar las muestras se requiere material muy costoso, más lo que implica para Argentina comprar todos los reactivos para inactivar el virus: desde lo que se utiliza para bioseguridad, hasta aparatos secuenciadores, y demás para poder hacer la detección. Se armó un laboratorio de genética de biología molecular en el velero. Todos los insumos fueron provistos por los distintos programas que se asociaron para poder colaborar.

Entendiendo que la gripe tiene un período bianual en cada hemisferio, ¿Qué medidas se pueden tomar o elaborar para mitigar el virus?

Vanstreels: El tema de la estacionalidad se ha visto en el hemisferio norte en años anteriores. Parecería que esta nueva diseminación global del virus rompió este paradigma y ya no presenta el mismo comportamiento estacional que se había reportado antes.
Ahora el virus sigue todo el año en Europa, sigue todo el año en Norteamérica; ha cambiado un montón y no sabemos bien todavía, cómo manejar eso y cómo planificar en este nuevo escenario. En el contexto antártico es muy probable que vaya a tener un comportamiento estacional porque la fauna es estacional allí; el clima y las condiciones antárticas hacen que la fauna sólo esté presente durante el período de verano. Ahí veo inevitable que el virus siga este comportamiento, porque es lo que le impone la fauna.

Soto: En cuanto a cómo mitigar el efecto lo único que se puede hacer, desde el lugar del personal científico, es seguir con las medidas de bioseguridad: si se trabaja en las bases donde hay individuos que estén en potencial riesgo, seguir trabajando con los mismos protocolos de bioseguridad e incluso mejorar algunos. Respecto al turismo, tomando lo que contaba Ralph que las especies están en verano, y el turismo antártico generalmente en verano también, tratar de poder hacer este monitoreo, y en los lugares en los que se sospecha que podría ser riesgoso, que no haya visitas o que éstas se realicen con ciertos cuidados. Más que mitigar es poder evitar uno ser un vector más y también contagiarnos.

¿Cómo ven la situación de la ciencia argentina en el contexto actual?

Soto: Primero que nada quiero destacar el lugar de la ciencia y de las universidades públicas: soy primera generación de graduados en mi familia, gracias a la escuela pública y a la universidad pública, tengo una beca de CONICET con la que estoy haciendo mi posdoctorado. Sin la gratuidad del sistema educativo argentino, nos hubiera sido imposible a mí y a mi hermano estudiar en la universidad. La marcha del 23 es necesaria para defender nuestra educación pública. Tenemos que garantizar ese derecho para todos los que vienen atrás nuestro y no pensar que fuimos privilegiados. La educación y la ciencia públicas hacen posible tener un equipo con colaboración internacional, multidisciplinario y cosmopolita.
Es en estas instancias cuando uno ve la importancia de de hacer ciencia en cada país y en Argentina particularmente en este contexto, en este momento. Lamentablemente estamos discutiendo esto que pensé no nos iba a tocar discutirlo: que la ciencia era totalmente necesaria en Argentina. Por eso hay que volver a reforzar la necesidad de ponernos activos y reclamar los derechos que tenemos y que no se pierda la gratuidad de la educación.

Vanstreels: Soy brasileño de origen, ahí estudié también, en un sistema gratuito; también todos mis estudios apoyados por toda la sociedad brasilera y desde hace años trabajo en grupos internacionales. Es la forma como se construye ciencia en el mundo.
He colaborado con colegas de Sudáfrica, de Australia, de Argentina. Hace muchos años trabajo con la universidad de California Davis, que tiene lo que se llama el programa latinoamericano: tienen varias investigaciones y colaboraciones a lo largo de de Sudamérica y América Latina, específicamente con las cuestiones de salud de fauna silvestre y las conexiones que eso tiene con la salud humana y de la fauna doméstica. He participado de varios proyectos en Brasil y en Argentina a lo largo de los años con mi especialidad en aves marinas. Trabajo mucho con pingüinos y con el tiempo me fui enamorando de la Patagonia, me vine a vivir acá. Soy sudamericano, yo colaboro 100% con otros sudamericanos, y trabajamos construyendo juntos, tomamos las decisiones juntos y, aunque tenemos un aporte de infraestructura y recursos que viene del Norte, tenemos total autonomía para hacer esta investigación con mucho respeto a todos los colaboradores locales.

Para sintetizar, es importante destacar que...

La existencia de este virus que se disemina en la naturaleza y sobre el cual no tenemos más control, comenzó en un ambiente que sí era humano: empezó en la avicultura industrial.
Este tipo de variante agresiva que estamos enfrentando, sólo se puede crear en un ambiente donde hay una alta densidad de hospedadores susceptibles a un virus de este tipo; donde se seleccionan variantes agresivas que después se escapan de control. Esto nos convoca a una reflexión sobre cómo producimos nuestro alimento en escala industrial.
Sabemos que crear gallineros cerca de zonas de humedales conlleva riesgos, la comunidad científica alerta sobre esto hace más de 20 años. No deberíamos estar haciendo granjas industriales cerca de zonas de humedales, cerca de zonas de aves migratorias. Eso crea oportunidad para que estos virus, que son de baja patogenicidad, entren en las granjas donde se crían estas variantes de alta patogenicidad, que después vuelven a infectar las aves. Con esta variante del virus de la gripe aviar hay muy poco que podemos hacer, pero por ahí si pensamos mejor cómo se produce la comida, podemos evitar que nuevas variantes del virus surjan en el futuro.

 
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