Foto: Clarín - Archivo
Las cadenas de supermercados son de los sectores que siempre ganan, con cualquier gobierno. Después de aumentar los precios siempre por encima de la inflación, y ante la complicidad del Gobierno peronista antes, que dejaba correr la especulación mientras se achicaban los bolsillos de lxs trabajadorxs, y ahora con el gobierno libertario que dice que el mercado se regule solo.
Con unos y otros siempre se llenan los bolsillos de los grandes empresarios supermercadistas.
Los empresarios vienen contando a su favor con meses de ganancias extraordinarias a costa de que empeorara cada vez más el hambre del pueblo trabajador. Sin embargo, quieren más. Nosotros y nosotras lo vemos todos los días en las líneas de caja. Son decenas de jubilados que llevan de a unos cuantos productos para el día a día, cada vez menos, incluso dejando productos en el comienzo de la línea de caja porque no les alcanza. Son productos que hay que volver a acomodar porque las cuentas no dan para poder comprarlos. También están los que compran a crédito para pagar en los próximos meses lo que van a comer esta semana. Esto es mucho más patente en la provincia con los precios más altos y los salarios más bajos del país.
La realidad no es muy distinta para quienes estamos de este lado del mostrador o la caja. Somos compañeras de hogar a las que no les alcanza para darle de comer a nuestros propios hijos, cuando de nuestro trabajo depende que se expongan alimentos todos los días en las góndolas y estantes para que ganen empresarios multimillonarios.
Somos trabajadores que no llegamos ni a mitad de mes y no podemos comprar ni para el desayuno. Todo esto mientras los VEA, Chango Más, Coto o Carrefour facturan en un solo día (!!!) lo suficiente para pagarle todo el mes a sus empleados de la sucursal.
No todos pierden en esta crisis
Pero parece que no le es suficiente. A la par de las ganancias millonarias que facturan día a día, consiguen exenciones fiscales que les otorgan programas de ensamble entre los planes sociales y el trabajo que promocionan todos los gobiernos. Pero ¿de qué se trata en realidad?, nada más ni nada menos que el Estado (ese tan maldecido algunas veces por esos mismos empresarios) pague la mitad del sueldo de los empleados de la encumbrada familia Millán (entre otros), en sus precarizados supers que se esparcen por toda la provincia de Mendoza a base de subsidios y precarización, con sueldos miserables, con aumentos por debajo de la inflación y en cuotas. Para ellos si está el Estado para poner plata, esos si son planeros VIP.
Pero quieren más. Y así es que la semana pasada la cadena de supermercados Chango Más desvinculó a más de 20 empleados en distintas sucursales de la provincia. Y amenaza con nuevos despidos en lo que queda del mes, y que como nos contaron “están detrás de los que tienen horario adquirido”. Es decir, que van contra quienes tienen todavía derechos. Avanzando contra los derechos laborales, quieren precarizar más y más a sus trabajadores, desorganizar sus vidas, que solo sirvan para cuando las empresas los necesitan. Quieren ganar por todos lados, esa es la esencia de los empresarios.
Otra cadena nueva que se expande en la periferia del Gran Mendoza, a la par de los barrios privados es la cadena Super A, que como nos comentaron también esta semana sus trabajadorxs, se hicieron nuevos despidos de cerca de 20 trabajadorxs.
También nos llegó la información de que la cadena Tadicor realizó despidos esta semana. No hay diferencia entre grandes cadenas, nacionales como Coto o multinacionales como Cencosud (Jumbo, VEA), y las cadenas provinciales más pequeñas: todos quieren hacer pagar la crisis a sus empleados, con peores sueldos y condiciones de trabajo.
Mientras los empleados de comercio vienen soportando despidos y suspensiones, no olvidamos que el Secretario General del sindicato del Centro de Empleados de Comercio se reunió con Petovello y negoció una reforma laboral, aunque después lo desmintieron. Pero son así: ellos empoderan a las patronales.
Por el tema de despidos, el CEC Mendoza realizó una acción en el local Chango Más de Dorrego y luego se dictó la conciliación obligatoria, con una audiencia para esa semana. No alcanza. El CEC se tiene que poner claramente a la cabeza de la pelea contra los despidos y la precarización. Para frenar esta ola de ataques se tienen que realizar asambleas en los supermercados.
Y no solos. Tenemos que apelar a la solidaridad de lxs trabajadores y consumidores que son todos perjudicados por los mismos pocos empresarios. Somos miles, tenemos que organizarnos. Somos uno de los sectores más numerosos. A nivel nacional somos 1,2 millones de trabajadores y trabajadoras.
Ante los ataques presentes y futuros de las grandes cadenas (y no tan grandes) de supermercados es necesario organizarse en cada lugar de trabajo, desde abajo y democráticamente y estar preparados para defender los puestos de trabajo y la comida del pueblo trabajador.
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