Cuando se habla del sistema de residencias se habla de un sistema de especialización profesional. Los médicos, generalmente jóvenes y con poco tiempo de recibidos, ingresan al sistema de residencias médicas con el objetivo de formarse como especialistas. La carrera de posgrado puede ser Cirugía, Clínica Médica, Pediatría o cualquier otra especialidad. Pero todas tienen en común la precarización laboral y el aprovechamiento del residente como mano de obra barata, mientras se pone en riesgo la salud del trabajador y la atención de los pacientes.
Sin residentes, el sistema de salud no funciona
Los médicos residentes garantizan que los hospitales y sanatorios públicos y privados funcionen. Reciben a los pacientes en la guardia externa, los ingresan a los pisos de internación, realizan el diagnóstico y las indicaciones, atienden las urgencias, cubren los turnos nocturnos y feriados, hacen cirugías y procedimientos diagnósticos. Pueden llegar a trabajar más de 100 horas por semana. Los más afortunados tienen sueldos que no alcanzan a los 50 pesos por hora. La mayoría lo hace gratis, recibiendo como compensación un día libre por semana que el residente sin sueldo utiliza para hacer una guardia de 24hs en algún servicio privado, para poder tener algún ingreso. O en el caso de los residentes de sanatorios privados, muchas veces están obligados a cubrir la guardia externa de ese mismo sanatorio que no le paga el resto de su trabajo.
No existen contratos laborales, sólo un reconocimiento como “alumno becario” para aquellos que tienen un sueldo. El uso del término “alumno” no es casual, sino que enmascara la relación laboral que existe con el empleador, sea la Provincia, la Municipalidad o un privado. Así, el médico pierde el derecho a la representación sindical, a tener paritarias o a protestar por sus condiciones de trabajo. Y aunque a la hora de reclamar salarios para el gobierno los residentes son “alumnos”, a la hora de atender urgencias y de realizar tareas asistenciales son los responsables fundamentales de la atención de los pacientes.
Se trata de un sistema enfermizo, Los sanatorios y hospitales funcionan porque hay residentes, pero a costa de ponerlo en riesgo, tanto al profesional, que se expone a accidentes de trabajo, como al paciente. Porque después de 24 h de trabajo sin dormir o de trabajar 100 horas en una semana sin un solo día de descanso es imposible que el residente pueda trabajar con sus plenas capacidades. El trabajo se transforma en una tortura, afectando la relación médico-paciente y la calidad de atención.
Un negocio redondo a costa de la salud del trabajador y la calidad de atención al paciente
Pero tanto para la Provincia y el Municipio como para los sanatorios privados es un excelente negocio. Son centenares de profesionales que, por monedas, mantienen funcionando el sistema de salud. Y que, al ser “alumnos” sin derechos laborales, al protestar por sus condiciones de trabajo se exponen a sanciones o a la expulsión de las residencias.
¿Por qué se someten los médicos a este régimen? Porque es la única opción para especializarse. Los cupos en cada especialidad son muy limitados, y menos de la mitad de los profesionales consigue ingresar a un cargo con sueldo. Se naturaliza que para poder formarse hay que someter 3 o 4 años de nuestras vidas a un trabajo precarizado y extenuante.
Los médicos residentes de la provincia de Santa Fe son la mano de obra barata que le asegura al gobierno provincial sus cuentas en orden y a los dueños de los sanatorios privados seguir ganando millones. Y, aparentemente, la calidad de atención o la salud de los profesionales no serían de importancia. |