El alerta naranja se mantiene vigente para Comodoro Rivadavia y Rada Tilly en medio del temporal de lluvia que afecta a ambas localidades. Hasta las 9 de la mañana el acumulado es de 52 mm, informó Aldo Sánchez, pronosticador local. Ante una magnitud de lluvia esperable en contexto de calentamiento global, la falta de obras públicas y una política de protección ambiental para evitar que los trabajadores pierdan lo poco que tienen es responsabilidad de gobierno y Estado.
El lunes por la noche, en medio de una alerta naranja por fuertes lluvias y nevadas, Comodoro Rivadavia se vio azotada por un temporal que provocó anegamientos, inundaciones y la interrupción del dictado de clases y la suspensión de algunos ramales de transporte público.
En unas pocas horas de lluvia persistente cayeron más de 50 mm de agua, casi el doble de la precipitación promedio histórica para todo el mes entre 1991-2020 (33,5 mm) [1], y colapsaron las bocas de tormenta e incluso el canal evacuador de la Avenida Roca. Las consecuencias fueron calles intransitables, viviendas inundadas, familias autoevacuadas y pedidos de asistencia.
Los sectores más afectados fueron Km8, Máximo Abásolo, Juan XXIII, General Mosconi, Fracción 14/15 y Abel Amaya, donde dos familias decidieron autoevacuarse ante la gravedad de la situación.
“Se había emitido un alerta amarillo en principio para el sur de Chubut y después se elevó a naranja para la zona costera, incluyendo a Comodoro y a Rada Tilly, lo que implica la caída de entre 30 y 60 mm de lluvia”, informó y agregó Aldo Sánchez que por estas horas “estamos dentro del rango de lluvia esperado”.
Como señalaba en referencia a Buenos Aires, pero aplicable a esta situación, la ingeniera civil María Eva Koutsovitis en declaraciones a Somos Télam ante las inundaciones en el AMBA: “En cuanto al impacto de los fenómenos meteorológicos, señaló que “la lluvia que nos inunda actualmente es una lluvia que en el pasado no nos inundaba, y eso tiene que ver con sobreconstrucciones como parte de un proceso que se viene transitando hace décadas y donde destruimos grandes espacios verdes”. Y agregó “El gobierno lleva, en los hechos, un enorme negacionismo en términos de crisis climática” ya que “el escenario es sumamente impactante” y faltan “políticas públicas”. Cualquier similitud, no es pura coincidencia.
Efectivamente, como señalamos, el nivel de lluvias rompe los promedios históricos pero es esperable en un contexto de calentamiento global y crisis climática, en el cual la energía en la atmósfera (calor) hace que la cantidad de agua que se descarga sea mucho mayor en tiempos menores (VI informe del IPCC). Frente a los desastres climáticos es necesario contar con los recursos y la planificación para medidas de adaptación de las ciudades (y no dejar la ciudad en manos de la irracionalidad de los negocios inmobiliarios); al mismo tiempo, por supuesto, que denunciar las causas globales: la explotación de combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas), desforestación (de bosques nativos por agronegocio por ejemplo) y los cambios en los usos del suelo (por minería que destruye humedales, por ejemplo)”. La pelea anticapitalista por terminar con esta irracionalidad (con una transición energética que conserve los empleos en cada uno de esos sectores), debe ir de la mano con destinar fondos a la adaptación ante el desastre, y no para el pago de la deuda ilegal e legítima con el FMI. El gobierno nacional y provinciales hacen exactamente lo contrario: pagar la deuda y financiar los negocios de petroleras y mineras, desfinanciar los sistemas públicos de infraestructura, salud y hasta el servicio meteorológico nacional.
Comodoro Rivadavia: una ciudad debajo del agua
Pasan los gobiernos y quedan las inundaciones. Luego de una lluvia intensa y alerta meteorológico que afectó a Comodoro Rivadavia y Rada Tilly, los barrios más pobres son los más afectados por las inundaciones.
Si bien la cantidad de agua que cayó es excepcional, se sabe: la ciudad es inundable. Y las consecuencias no son una cuestión de la naturaleza, sino responsabilidad de los gobiernos, que uno tras otro ninguno destinó un solo peso a las obras hidráulicas necesarias para prevenir esta situación que actualmente los vecinos atraviesan.
Un municipio donde el peronismo gobierna hace décadas y donde siempre se repiten las inundaciones. La misma responsabilidad le cabe a los gobernadores provinciales que priorizan pagar la deuda externa, como hizo Nacho Torres que invertir en obra pública. Lejos de catástrofes naturales y problemas climáticos, lo que hay, es una política de ajuste y desinversión de las obras hidráulicas necesarias.
La lluvia es natural, la falta de obras públicas y una política de protección ambiental para evitar que los trabajadores pierdan lo poco que tienen, no. Como se ve, la situación de Comodoro Rivadavia es preocupante y en los barrios de la periferia es aún peor. Allí las familias pagan cada tormenta fuerte con la pérdida de todas sus pertenencias.
Pero el origen de estas inundaciones debemos buscarlo menos en el fenómeno climático y más en las acciones de los distintos gobiernos y sus políticas. La especulación inmobiliaria, la falta de obras de infraestructura y planes de viviendas acordes y políticas ambientales que controlen la limpieza de canales y sumideros, son algunas de las causas de algo que es evitable, y que hoy deja a decenas de familias sin nada.
No es un problema de la naturaleza, atacada constantemente por la irracionalidad capitalista: es la falta de planes de obra pública y vivienda necesarios para la población, pero que no son prioridad para los gobiernos.