Ex vicepresidente durante la presidencia de Néstor Kirchner, exgobernador bonaerense entre 2007 y 2015, excandidato presidencial por el Frente para la Victoria, casi precandidato a presidente por el Frente de Todos en 2023 y embajador en Brasil durante el Gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, son algunos de los principales cargos que Daniel Scioli ocupó desde el inicio de su carrera política en la década menemista.
Tras el resultado electoral de diciembre de 2023 no dudó en aceptar el ofrecimiento de Milei de mantenerse al frente la embajada Argentina en Brasil, a pesar de que el Gobierno entrante era de la fuerza política que había derrotado a la que él, hasta ese momento, integraba. A menos de dos meses del recambio presidencial, Scioli dejaría atrás Brasilia para pasar a integrar el propio gabinete libertario, al frente de la Secretaría de Turismo y Deportes.
Este martes, en simultáneo con el inicio del tratamiento de la Ley Bases en comisión del Senado, dio un breve reportaje a periodistas de distintos medios. Consultado acerca de la postura de los senadores de Unión por la Patria a la hora de la votación, sostuvo que "es un momento de acompañar". Y agregó que "uno puede ser indiferente, ser oposición por ser oposición, tirar piedras, o poner obstáculos", pero "si uno puede ayudar, por qué no lo voy a hacer". Y agregó para intentar justificar su llamado: "Argentina está por arriba de cualquier cuestión partidaria".
De esa manera el ex candidato presidencial y una de las principales figuras del peronismo busca brindarle al Gobierno los votos que necesita para poder aprobar la Ley Bases. Un paquete de leyes que no tiene ni una sola medida en beneficio de los trabajadores y jubilados, pero que busca garantizar importantes negocios a los grandes empresarios y especuladores.
El derrotero de Scioli, muestra que la estrategia de Cristina Kirchner y el peronismo de haberlo elegido como candidato presidencial para "enfrentar a la derecha" en 2015, estuvo lejos de ser una "jugada maestra" y que por el contrario, además de ser derrotado por Macri, pasó con el tiempo a formar parte de la derecha, pero de su versión más extrema.
Los posteriores dos candidatos presidenciales también elegidos por Cristina Kirchner y el resto del peronismo no se destacaron tampoco por ser consecuentes con sus promesas de campaña o por los intereses o valores que prometían que defenderían. El caso de Alberto Fernández, que a pesar de llegar al Gobierno, incumplió rápidamente sus promesas de campaña, ajustó a las mayorías para pagar la deuda ilegal, aumentó fuertemente la inflación y terminó allanando el terreno para la emergencia de Milei, es otro que forma parte de la crisis que arrastra el peronismo.
La candidatura de Sergio Massa en las últimas elecciones fue el último capítulo de esa serie. Calificado de "traidor" por parte del sector más cristinista, cómplice y partícipe del ajuste macrista durante 2015-2019, el hombre de le Embajada y Nordelta pasaba a ser la última esperanza del peronismo en crisis. Tras la derrota en el balotaje, el candidato no se preocupó por no oponerse a los planes del "fascismo" (como desde algunos sectores peronistas caracterizaban a Milei -solo- durante la campaña), sino que por el contrario pasó a ser empleado del fondo buitre, Greylock Capital.
Aquellos tres candidatos eran puestos como tales a pesar de que para buena parte de la base social o electoral del kirchnerismo y el peronismo, no eran de lo más digerible. Habían sido, los tres, adversarios políticos en el pasado, por lo que el recurso utilizado para justificar esas candidaturas fue el del "mal menor". Es decir, algo que de por sí no tiene alguna virtud ni es lo deseable, pero que sí, se supone, es preferente en comparación con un "mal mayor"; en este caso, los sucesivos candidatos de la oposición derechista o su versión ultra.
En los casos de Scioli y Massa esa estrategia llevó directamente a la derrota electoral, mientras que en el caso de Alberto Fernández, a pesar de llegar a la presidencia, administró un Gobierno que también terminó ajustando a las mayorías, tal como lo hubieran hecho los candidatos del "mal mayor".
El final de ese tipo de estrategia durante esas tres oportunidades quizás muestre que es necesario apostar por una salida verdaderamente de los trabajadores y las mayorías populares, dejando de lado cualquier tipo de especulación electoral que solo pueden conducir a situaciones políticas como la actual. |