Si uno piensa en los principales libros de Lenin, algunos de los más importantes podemos hablar de algunos de los más importantes, podemos hablar del ¿Qué hacer? donde habla del tema del partido; el libro de El Estado y la revolución, un clásico donde Lenin presenta su faceta más libertaria donde habla del por qué y cómo habría que luchar por una sociedad sin Estado; discusiones como El renegado Kautsky o El izquierdismo enfermedad infantil del comunismo donde discute, con el ala izquierda de la tercera internacional, la necesidad de ganarse a las masas y participar electoralmente para eso, por ejemplo. Otro importante es El desarrollo del capitalismo en Rusia, un estudio profundo sobre cómo se desarrolló el capitalismo en este país.
Sin embargo, el aporte que nos puede servir mucho para comprender Latinoamérica es el del imperialismo, el cuál desarrolla en El imperialismo fase superior del capitalismo, un libro que realiza para entender el capitalismo en la época que le toca vivir, desarrollando algunos aspectos centrales, como lo es la fusión entre el capital financiero y el capital industrial; algo que no ocurría previamente, observando el peso que estaba teniendo el capital financiero en los países imperialistas.
Este libro también buscaba explicar la Primera Guerra Mundial entre las principales potencias económicas para distribuirse o redistribuirse el planeta siendo la guerra una vía para ensalzar el nacionalismo, el chauvinismo y así combatir también a las fuerzas revolucionarias que había en cada país. Con la idea de “defender nuestra patria que está en peligro”, vamos a ir a la guerra en contra de nuestros hermanos de clase franceses, alemanes o de otro país.
Este libro, El imperialismo fase superior del capitalismo, sirve en gran medida para entender también la dinámica latinoamericana. Ahora bien, hay que tomar en cuenta que Lenin está escribiendo sus reflexiones sobre los países coloniales o semicoloniales pensando en Asia fundamentalmente, en Rusia y en los países que después serían parte de la Unión Soviética y algunos otros, los cuales se encontraban en buena medida sometidos a potencias europeas (si bien contempla a Estados Unidos país que aún no era la potencia dominante).
Así, Lenin no escribe sobre lo que pasa en Latinoamérica; sin embargo, pensando en los países atrasados y el rol que juega el imperialismo, es claro que es una discusión que puede servir para entender lo que ocurre en esta región.
Ahora bien, Lenin hace una caracterización muy importante, que nos sirve para entender no solo Latinoamérica, sino también nuestra época contemporánea y es que la época imperialista, o el momento imperialista del capitalismo, se caracteriza por ser una época donde priman tres aspectos fundamentales. Es una época de guerras, retomando el tema de la redistribución del planeta; es una época de crisis, donde el propio sistema capitalista se enfrenta con distintos límites y expresa múltiples contradicciones; y, es también una época de revoluciones.
De forma bastante dialéctica Lenin plantea que, si bien en esta época encontramos aspectos reaccionarios como pueden ser las guerras, al mismo tiempo también podemos ver cómo se engendran las condiciones para que se pueda desarrollar un rol protagónico de la clase obrera y los sectores subalternos, que venzan al capital e impongan un nuevo orden.
Pensando en los escenarios que ocurren en la actualidad podemos corroborar la vigencia de esta caracterización de la época, entrando en la tercera década del siglo XXI donde vemos como las tendencias guerristas dentro del capitalismo se hacen mucho más claras, vemos también como internacional y también, si bien no hemos visto hasta el día de hoy revoluciones en el sentido más clásico, si hemos visto distintos escenarios de revueltas, levantamientos o estallidos sociales en múltiples países, tanto europeos, es decir países centrales incluyendo a Estados Unidos con el movimiento Black Lives Matters, como en países como Chile, Colombia o Ecuador.
Es una época que nos toca vivir marcada por la decadencia de la hegemonía de la potencia dominante, Estados Unidos. Si bien es importante no pensar esta situación de manera mecánica o lineal es decir como que EE. UU. a partir de ahora va a ir hacia abajo y se va a reconfigurar un nuevo orden con distintos polos económicos en el mundo de forma pacífica. Lejos de ello, siguiendo la lectura de Lenin, así como de Rosa Luxemburgo respecto a estas discusiones, podemos entender la dinámica guerrerista en el marco de la declinación hegemónica del imperialismo estadounidense.
En el caso de Latinoamérica podemos ubicar la disputa entre China y Estados Unidos dos potencias que se disputan por tener influencia en la región, acceso a mercados o materias primas, incluso culturalmente podemos ver el intento de mantener su dominio por parte de Estados Unidos y de abrirse paso en el caso de China. También para entender esta situación nos sirven las elaboraciones sobre el imperialismo de Lenin.
Ahora bien, estas tendencias generales de la época que visualiza Lenin, es importante entenderlas de forma dialéctica; es decir, no es que el mundo permanentemente esté en guerra, por ejemplo, hay que pensar que hay momentos de distensión, momentos donde estas tendencias se pueden hacer menos claras; sin embargo, después de la crisis del 2008 y de la pandemia esta tendencia guerrerista se ha agudizado.
La categoría de imperialismo y las elaboraciones posteriores que retoman las de Lenin permitieron el desarrollo de múltiples discusiones y corrientes, con algunas de las cuales tenemos puntos de discusión, pero también puntos de contacto como lo es la Teoría Marxista de la Dependencia, la cual plantea el rol de las burguesías nacionales en países atrasados o dependientes. Esta corriente, al contrario de las lecturas reformistas que vienen de la socialdemocracia, plantea la importancia de que el movimiento obrero marque distancia con respecto a la burguesía de los países oprimidos y que sea la clase obrera en alianza con el campesinado y el resto de los sectores subalternos, la que puede encabezas la lucha por el socialismo.
Esto es algo que el propio Lenin no tenía claro de entrada, pues él se da cuenta de la posibilidad de construir el socialismo, justamente al calor de la lucha revolucionaria de la revolución de febrero, cuando las masas derrotan al zar, Lenin está en el exilio y cuando regresa ve que el Partido Bolchevique, al mando del cual estaban Stalin y Zinoviev, mantenía la política de darle apoyo crítico al gobierno provisional; es decir, darle apoyo crítico a los liberales, a la burguesía progresista. Lenin llega a cuestionar esta política planteando que había que luchar por la toma del poder político por parte del proletariado, algo que lo hacía confrontar con la visión de la revolución de forma estapista, mecánica y lo llevaría a empalmar con la posición de Trotsky de la revolución permanente, algo que quedó plasmado en sus “Tesis de abril”.
En este documento Lenin sostendrá que es posible construir el socialismo aún en un país atrasado como Rusia, si se logra una alianza de clases entre el proletariado y la clase campesina, dejando de darle apoyo político a la burguesía nacional.
Un par de aspectos más que vale la pena rescatar de Lenin para pensar Latinoamérica
Por un lado, el tema de la autodeterminación de las nacionalidades oprimidas: cuando comenzó la actual guerra entre Rusia y Ucrania, Putin afirmaba que los bolcheviques habían estado mal al otorgarle la autodeterminación a este país y que Ucrania siempre había sido Rusia; así, Ucrania nunca debía haber existido. Lo bolcheviques, con Lenin y Trotsky a la cabeza, entonces lo que hicieron fue darles la autodeterminación a las nacionalidades oprimidas por el gran imperio ruso, siendo que esta autodeterminación permite que se pueda establecer otro tipo de diálogo con estos pueblos. Esta es una lección fundamental para pensar Latinoamérica donde encontramos nacionalidades oprimidas de pueblos originarios como lo es pueblo Mapuche.
Por último, para pensar la cuestión de la guerra y la ubicación de Lenin y los bolcheviques en el marco de los debates que se daban en la Tercera Internacional, esta organización que se forma cuando los bolcheviques triunfan y hacen un llamado a las fuerzas revolucionarias en todo el mundo. En los primeros congresos de esta Tercera Internacional se discutía mucho sobre el papel de las guerras de liberación nacional.
En el marxismo hay una cuestión fundamental que entiende que el patriotismo y el nacionalismo son instrumentos de las clases dominantes para dividir a la clase trabajadora con fronteras y banderas y así enfrentarlos; sin embargo, es importante pensar que no es lo mismo una guerra de liberación nacional, una guerra entre un país oprimido y un país opresor o una guerra defensiva con respecto a un imperialismo a lo que puede ser una guerra interimperialista o, incluso, lo que puede ser una guerra entre dos países semicoloniales u oprimidos.
La clave está en entender que el nacionalismo en los países oprimidos puede ser un arma para enfrentar la dominación imperialista siempre que vaya de la mano del cuestionamiento las clases dominantes en sus respectivos países. Un ejemplo interesante para entender esta discusión es la guerra de Malvinas en Argentina en 1982, donde la dictadura genocida enfrenta una guerra con el imperialismo inglés con Margaret Tatcher a la cabeza. Esta guerra buscaba redoblar las cadenas de sometimiento sobre Argentina, pero también apoyarse de ahí, de nacionalismo, para enfrentar a la clase obrera inglesa, en particular a los mineros que enfrentarían la política neoliberal de la llamada “dama de hierro”. Así, es importante esta distinción en una guerra donde hay un país oprimido y un país opresor.
Otro ejemplo muy cercano en el tiempo fue la guerra que estuvo cerca de desarrollarse entre Chile y Argentina en 1978, dos países atrasados que ocupaban el nacionalismo para disputar territorio y donde no había ningún bando progresivo al cual apoyar siendo además que ambos países estaban gobernados por dictaduras reaccionarias. Acá se utilizaba el nacionalismo y la bandera para mantener el sometimiento a sus distintos pueblos.
Por último, Lenin plantea en el marco de escenarios de guerra abiertos como la Primera Guerra Mundial, la necesidad de convertir la guerra imperialista en guerra civil en contra de sus respectivas burguesías y élites gobernantes. Una consigna que era defendida por la Segunda Internacional, pero que es traicionada cuando la socialdemocracia vota los créditos de guerra, exceptuando un pequeño sector de alas izquierdas, incluyendo a Rosa Luxemburgo a Karl Liebknecht, los bolcheviques y algunos más que resisten la presión de apoyar a sus respectivas burguesías nacionales.
Pensemos que las guerras llevan el sufrimiento de las masas a niveles extremos, que normalmente sufren precariedad o falta de accesos a servicios básicos, en una guerra ven incrementados radicalmente sus padecimientos con el problema del hambre, por ejemplo, en ese sentido es fundamental la consigna leninista de “guerra a la guerra”. Algo que pareciera estar cada vez más vigente en el marco de la tendencia armamentista que vemos en las potencias económicas como las europeas actualmente. ¡Muchas gracias! |