85 días y 500 noches. Si se despeja el humo mediático, eso es lo que habrá durado el Pacto de Mayo como maniobra. Retrocediendo en el tiempo, se puede rastrear fácilmente que la idea del mismo había surgido no como una gran política positiva del Gobierno, sino como un intento de ganar tiempo de contragolpe y recuperar el control de la agenda luego de la derrota del primer proyecto de Ley de Bases en el Congreso Nacional en el verano.
El tiempo, sin embargo, no le alcanzó. Cuando este 25 de Mayo arribe a Córdoba, Javier Milei hablará desde un escenario sin presencia de gobernadores, ex presidentes o representantes políticos, sindicales o de la Iglesia. Sus apelaciones contra la casta -más allá de su efecto en redes sociales- no podrán disimular la demora en congeniar esas voluntades que desde el gran capital le exigen para que pueda demostrar la viabilidad de su proyecto.
Si en el plano coyuntural esas ausencias expresarán las dificultades y el eterno poroteo por modificaciones al proyecto de Ley Bases y acuerdo fiscal en el Senado (y su probable vuelta posterior a Diputados en caso de aprobarse en la Cámara Alta, si no se impone el rechazo), lo cierto es que en un plano más profundo esa relativa soledad da cuenta también de los problemas acumulados en estos tres meses. Una novedad de la coyuntura es que, pasada la luna de miel, hay más actores que se le comienzan a animar un poco al presidente. Aunque sea para negociar sus propios intereses.
Lejos de una imagen hegemónica que muestre un creciente alineamiento de voluntades encolumnándose detrás del proyecto liberfacho como si fuera representante del interés general, lo cierto es que un rápido repaso por algunos titulares de los medios muestra la gran cantidad de frentes de batalla abiertos. Desde los choques diplomáticos con el gobierno del Estado Español a los conflictos educativos, de la lucha de clases en Misiones al paro general de la CGT, de las críticas de un burgués nacional como Javier Madanes Quintanilla (dueño de FATE y Aluar) a la amenaza de vetar decisiones de la Cámara de Diputados si van contra su plan fiscal y al pedido de explicaciones del bloque pichettista por los gastos que hace Milei en sus viajes y por los conflictos internacionales que genera. Son todos datos incipientes que muestran que en la Casa Rosada no todo está en orden.
Más aún, en su propio terreno de la ortodoxia económica, son cada vez más los cuestionamientos que crecen. En las últimas horas se volvió a escuchar la voz de Domingo Felipe Cavallo, uno de los padres del neoliberalismo argentino y de la década menemista que Javier Milei tanto admira, preguntándose por qué no abrieron aún el cepo cambiario y anticipando que la inflación alta va a persistir más tiempo. Semanas atrás él había cuestionado también el precio del dólar, exigiendo más devaluación. Se suma a una importante lista de economistas ortodoxos que no están muy convencidos del éxito del plan.
Javier Milei podría estar acercándose al peligroso punto en el que su único “logro” -que es la baja de la inflación- no sólo sea precario (hay presiones devaluatorias y aumentos de tarifas postergados), sino que también resulte insuficiente para mantener las expectativas de que "estamos mal pero vamos bien", durante un tiempo prolongado. Solamente en un país del nivel de crisis que tiene Argentina puede celebrarse como un triunfo un 8,8 % de inflación mensual (dato de abril). En el terreno de la vida cotidiana, los golpeadísimos ingresos populares saben que más allá de las estadísticas no tienen nada que celebrar, a la vez que empieza a aumentar el fantasma de la desocupación: entre noviembre y marzo se perdieron más de 150.000 puestos de trabajo en el sector registrado. Peor aún -en todo sentido- es la situación entre los informales. La pobreza, de acuerdo a un estudio de la Universidad Católica Argentina, alcanzó al 55 % de la población en el primer trimestre de este año. Los índices de caída de la actividad muestran caídas en picada como en la metalurgia (19,5 % interanual), mientras que el uso de la capacidad instalada en la industria está cerca del 50 %, dando cuenta del parate de la actividad.
En su lamentable entrevista con Jonatan Viale durante la noche del lunes en el canal TN del Grupo Clarín, el presidente -a pesar de hablar casi una hora y con el beneficio de un periodista amigo que casi no hace repreguntas- no solo tuvo un discurso vacío sino que como único recurso para relanzar expectativas apeló a la promesa macrista de anunciar una “lluvia de inversiones” si se aprueba la Ley Bases en el Congreso Nacional. La historia, otra vez, puede repetirse. No solo como farsa, sino también como una nueva tragedia en el marco de una más que delicada situación social. El famoso RIGI (Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones), en el caso de aprobarse como parte de la Ley de Bases y atraer capitales, tiene condiciones de tanto sometimiento -hechas a medida de los grandes grupos económicos extractivistas- que solo servirán para el saqueo del país y la destrucción del medioambiente. Jamás para el desarrollo.
Sin embargo, si de alguna ventaja goza aún Javier Milei es de la mezcla de colaboracionismo y crisis de la oposición.
En el terreno de la gestión y los votos, el Gobierno cuenta siempre con los ex Juntos por el Cambio que se dividen entre los que se sumaron al gobierno, los que colaboran en todo desde afuera y los que negocian “mejoras” a las leyes sin cuestionar su fondo o permutan la lucha universitaria por votos como en un hot sale. También están los pichettistas dispuestos a colaborar con todo servicio y los peronistas -como los tucumanos- de esos que siempre saltan de bando. La semana pasada se conoció también que Daniel Scioli no está solo: son 1867 los funcionarios que prestaban servicios en el gobierno anterior y hoy lo hacen para Milei. Aún así, con tantos "dadores de gobernabilidad" tan bien predispuestos, la demora en cerrar la Ley de Bases es expresión de las dificultades del Gobierno.
En otro plano, sin embargo, el de los proyectos políticos, es donde Milei también goza de ventajas. Los fracasos estrepitosos de los últimos gobiernos -que profundizaron la crisis y abrieron paso a la ultraderecha- hacen que aún mucha gente vea como muy mala la situación actual, pero no vea alternativa para oponerse. La desorientación de la oposición burguesa es un dato del momento.
Quien quiso salir a toda velocidad a intentar llenar ese vacío relativo para su propio proyecto político fue Axel Kicillof, quien -en plena interna con Máximo Kirchner- lanzó su espacio político con vistas a 2025 y 2027, repitiendo la receta fracasada del Frente de Todos, del cual evidentemente no aprendió ninguna lección: en su plataforma programática de 10 puntos no cuestiona la relación con el FMI, ni el pago de la ilegítima deuda externa, en una reedición de un proyecto ya fracasado de intentar regular con una pequeña aspirina de intervención estatal la enorme crisis estructural que vive la Argentina en el marco de un mundo inestable y convulsionado. El actual gobernador de la empobrecida provincia de Buenos Aires, a lo sumo, podría seguir así los pasos de Martín Guzmán o Sergio Massa.
Sobre este pasto seco emergió la rebelión en Misiones de la que viene dando cuenta jerarquizadamente La Izquierda Diario. Los salarios de miseria, el ahogamiento fiscal a las provincias y un gobernador que se presentó por Unión por la Patria y cuyos diputados votan a favor de las leyes de Javier Milei, constituyen un combo explosivo.
Como dijo Myriam Bregman este martes en la Cámara de Diputados, "Misiones demuestra que Milei está llevando al país a una situación muy grave". Las imágenes de crisis y rebelión que vienen desde el NOA, salvando las distancias, traen reminiscencias de los años `90.
También por estas horas, han salido a la lucha trabajadores municipales de Rosario y judiciales de Mendoza, entre otros en los que crece la bronca. Este sábado 25 de Mayo, lejos de Milei y cerca de las luchas, miles de trabajadores y estudiantes se reunirán en un Encuentro obrero y popular para organizarse contra el plan Milei, preparar la movilización contra la Ley de Bases cuando se trate en el Senado exigiendo paro nacional a la CGT y la CTA y apoyar luchas como las de Misiones, FATE o GPS, entre tantas otras, y rechazar los ataques persecutorios a los movimientos sociales.
Es una cita de gran importancia. Pero a la par, el PTS en el Frente de Izquierda Unidad viene realizando actos, charlas y plenarios en todo el país junto a miles de compañeros y compañeras para discutir una salida de fondo. Mientras Javier Milei se reúne en Madrid con la ultraderecha mundial y pone a Argentina en el bando más loco de un mundo en crisis sumido en guerras y regímenes inestables, el peronismo, por su parte, reflota proyectos utópicos de regular al capitalismo en este contexto. Contra esos proyectos, en Argentina y el mundo, se trata más que nunca de poner en pie una alternativa política de los trabajadores, socialista y revolucionaria, que fusione a la izquierda marxista con quienes comienzan a ponerse de pie contra la explotación, la opresión y el imperialismo. |