El nuevo jefe de Gabinete es conocido por saltar del gobierno de Alberto, Cristina y Massa a las filas de Milei sin escalas. Pero su pasado político guarda mucho más que eso: sus comienzos en los gobiernos de facto de Levingston y Lanusse, su relación con los militares de “la fusiladora” y su reconversión durante el menemismo. Breve radiografía de este fiel representante de la casta, el hombre elegido para negociar en el momento de mayor debilidad del Gobierno desde que asumió.
Quizá hasta el 10 de diciembre pasado, Francos haya sido un personaje menor de la política local que pasó desapercibido a lo largo de los años. Su nombramiento como ministro del Interior resaltó entre los demás por provenir del peronismo y por haber formado parte, hasta los últimos días, del gobierno del Frente de Todos. Hombre de confianza de Alberto Fernández en el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) se mantuvo en funciones desde diciembre de 2019 hasta septiembre de 2023, momento en el que renunció al cargo para volcarse de lleno a la campaña de Milei. Su abandono de las filas de Cristina Kirchner y Alberto Fernández para ser un soldado de Milei lo hizo ganar algo de notoriedad. Pero la realidad es que el salto de Francos no fue algo nuevo en su carrera política.
Sus inicios en los 70, de la mano de dictaduras y de la derecha conservadora
Actualmente, Francos ostenta más de 50 años de trayectoria en la política y la función pública. Sus primeros pasos fueron durante las dictaduras de Levingston y Lanusse, cuando se desempeñó como secretario privado del Ministerio de Justicia. En aquella década del 70 estudiaba en la Universidad del Salvador, donde luego se recibiría como abogado.
Nacido en Coronel Rosales en 1950, Provincia de Buenos Aires, Francos fue hijo de un vicealmirante de las Fuerzas Armadas y se crió en familia militar. Sus contactos en el mundo castrense lo vincularon con el marino Francisco "Paco" Manrique, jefe de la Casa Militar durante la dictadura mal llamada Revolución Libertadora y popularmente conocida como "la fusiladora". Luego de ser el ministro de Bienestar Social de la Nación durante los gobiernos de facto de Levingston y Lanusse, en 1973 Manrique fue candidato a presidente en las elecciones que consagrarían a Cámpora y Guillermo Francos trabajó activamente para su candidatura.
En 1974, con título en mano y durante la presidencia de Isabel Perón, el actual jefe de Gabinete consiguió trabajo como abogado en el Departamento de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Justicia de la Nación. A pesar del golpe de 1976 se mantuvo en la misma función hasta 1978, cuando fue nombrado como director del Instituto Nacional de Crédito Educativo, una entidad creada en 1968 por el entonces dictador Juan Carlos Onganía. En ese cargo, Francos se mantuvo durante los largos años de la dictadura e incluso los primeros años de Alfonsín, abandonando el puesto en 1985 cuando fue elegido concejal en Capital Federal por el Partido Federal que conducía "Paco" Manrique.
Radical, peronista o liberal: como fiel representante de la casta siempre supo adaptarse
Si hay una característica que ha definido a Francos a lo largo de su vida política es su capacidad de adaptación a los tiempos que corren. En 1982 comenzó su militancia de la mano de Manrique en el Partido Federal y en 1985 asumió como concejal por Capital Federal. En 1988, tras la muerte de Manrique, Francos se quedó al mando del partido y desde ahí construyó numerosas relaciones y contactos. Un año después, su partido apoyó la candidatura del radical Eduardo Angeloz a la presidencia (derrotado por Menem) y de Fernando de la Rúa a senador por la Capital Federal. El auge neoliberal de aquellos años lo inspiró a dejar atrás esa decisión y se sumó al barco del menemismo a partir de 1995, cuando apoyó su candidatura para la reelección.
Su alianza con Menem y su gobierno sería un antes y un después en su vida. Allí conoció al exministro de Economía Domingo Cavallo (uno de los ídolos de Milei), que se había retirado del gobierno, y se convirtió en su abogado defensor y su principal operador político. Juntos fundaron el partido Acción por la República y se convirtieron en diputados nacionales durante las elecciones legislativas de 1997, cargo que Francos abandonó en septiembre del 2000 tras el escándalo de la "Ley Banelco", nombre con el que se conoció a la aprobación de la reforma laboral en medio de denuncias de coimas y sobornos a los diputados.
A pesar de su renuncia, Francos siguió junto a Cavallo como su asesor y operador político cuando este volvió a asumir el cargo de ministro de Economía ya durante el gobierno de la Alianza que presidió Fernando de la Rúa. La historia de ese experimento en el gobierno es conocida por todos: una crisis que estalló por el aire hundiendo aún más a millones en la pobreza y el desempleo, que retuvo los ahorros de la clase media y que se fue dejando 39 muertos en la represión del 19 y 20 de diciembre de 2001 en la Plaza de Mayo. Pero pese a todo, Francos se mantuvo junto a Cavallo en aquellos años y hasta lo defendió públicamente en más de una oportunidad.
Su extenso currículum no termina ahí: en el año 2003 apoyó la candidatura del genocida Luis Abelardo Patti a gobernador por la Provincia de Buenos Aires, quien años después acumuló tres condenas a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad.
Luego de buscar un acuerdo sin éxito junto a Macri, López Murphy y el exgobernador neuquino Jorge Sobisch, en los años del kirchnerismo se pegó al exmenemista reconvertido Daniel Scioli volviéndose un hombre de su confianza. Así fue como en 2007 llegó a la presidencia del Banco de la Provincia de Buenos Aires, cargo que ocupó hasta el 2011. En esos años también desplegó una intensa actividad en el mundo privado principalmente de la mano de Eduardo Eurnekian, el antiguo jefe de Milei. Así fue como fue director de Aeropuertos Argentina 2000 y luego director de Corporación América, el imperio del magnate de origen armenio. Allí fue donde conoció al actual presidente y a su antecesor en el cargo de jefe de Gabinete, Nicolás Posse.
Sus últimos años de extenso recorrido ya son más conocidos y recordados. En el 2015 participó de la campaña presidencial de Scioli y tras la derrota, regresó en 2019 para trabajar en el Frente de Todos junto a Alberto, Cristina y Massa. Designado desde el primer día como representante ante el BID, en septiembre de 2023 abandonó el cargo para sumarse al equipo de campaña de Milei y es uno de los nombres fuertes de la administración libertariana.
A los pies de la casta
Francos asume la jefatura de Gabinete después de que Milei decidiera desplazar a Posse de su cargo. El ministro del Interior suma poder y le sube el precio a su figura dentro de un oficialismo encerrado en si mismo, que a casi seis meses de comenzar atraviesa un momento de debilidad evidente. Con las negociaciones por la Ley Bases inconclusas, la tarea de Francos será, principalmente, volcar sus habilidades como hombre de la casta para lograr algún acuerdo en la rosca parlamentaria. Algo que pueda ser presentado como beneficioso para el oficialismo, que viene tropezando en el Congreso desde que envió su primer proyecto de ley a fines de diciembre.
Lejos del relato inicial, la llegada de Francos a la jefatura de Gabinete es la reconfirmación de que el discurso "anticasta" era solo pirotecnia electoral, efectiva para reunir votos, pero nada más que eso. Su debut en la función fue un sincericidio abierto: "El Presidente me elige a mí porque se da cuenta que con la política argentina a él se le hace complicado porque no la entiende. Yo tengo una posibilidad mayor de dialogar y ahí viene la propuesta".
La confesión de Francos no hace más que dejar en claro cuál será su rol en la nueva función para la que fue elegido: buscar que finalmente se concrete el apoyo de los bloques colaboracionistas para los planes de ajuste y de contrarreformas de un gobierno que, hasta ahora, viene consumiendo su tiempo y su crédito político mientras se profundizan las desastrosas consecuencias de su plan económico.