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1ro de diciembre de 2024 Twitter Faceboock

Opinión
Motopiruetas, “deporte nacional”: entre el clasismo, el populismo y la violencia policial
David Rivas | Sociología UCV / @DavidRivasLTS

El presidente Maduro declaró este sábado 8 de junio a las motopiruetas como deporte nacional, frente a cientos de motorizados que escuchaban su alocución en el marco de la Primera Válida Nacional de Motopiruetas. En el medio hay una discusión sobre si es conveniente o no declarar esta actividad como deporte. ¿Qué hay detrás de estos anuncios y que expresan las divididas opiniones sobre la tan polémica actividad? Trataremos de arrojar luces sobre el tema.

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Para nadie es un secreto que el actual presidente se encuentra en campaña electoral para un tercer mandato. Esta vez hace un esfuerzo, nada disimulado, para captar el voto de la juventud del país, juventud que, por otra parte, ha sufrido de manera particular la peor crisis de la historia contemporánea del país.

En medio de la que llamaron “Primera Válida Nacional de Motopiruetas por la Paz, la Vida y la Sana Convivencia”, el Presidente decretó el sábado 8 de junio la actividad de la “motopiruetas” como deporte nacional y pidió acabar con: “la discriminación, con la represión y con cualquier forma de maltrato a los motopiruetas”. Además, se autodenominó “el presidente de las motopiruetas” y llamó a realizar un censo nacional, para registrar a todos los que practican esta actividad.

El debate sobre las motopiruetas y el clasismo negativo que esconde

Días antes del anuncio varias organizaciones de motorizados pidieron no criminalizar las motopiruetas y reconocerlas como un deporte, esto surgió luego de que Eleazar Enrique Fuentes, joven de 17 años, fuera asesinado por efectivos de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) cuando se encontraba haciendo piruetas en una moto en Carapita (parroquia Antímano).

Rápidamente las redes sociales se encendieron en un acalorado debate sobre si esta actividad debería considerarse deporte o mera imprudencia al volante. Algunos esgrimían que esta activad existe y se llama Motocross o Stunt (del que hablaremos más adelante). Otros tachaban a los motorizados como delincuentes, marginales y otros adjetivos cargados de clasismo, típico hoy en las redes sociales. Esa mezcla de ignorancia y menosprecio hacia la gente de los sectores populares, que prejuiciosamente asume que motorizado pobre = malaconducta y malandro.

La mezcla equivocada de varias cosas es tal, que muchos empezaron a acusar a las motopiruetas de la cantidad de accidentes viales, cuando ese tipo de accidentes viene en aumento, pero no precisamente por ese tipo de actividades, no hay ningún estudio que señale esa causa, y sí asociado al aumento vertiginoso del trabajo de reparto a domicilio y entregas rápidas (“delivery”), así como al mal estado de las vías y de los propios vehículos (por la falta de recursos de las personas para cambiar oportunamente cauchos, frenos, etc.). Es decir, mientras el aumento de la accidentalidad vial tiene que ver en realidad con: a) accidentes laborales y la búsqueda de llegar rápido para que “la aplicación” te asigne otro viaje, b) deterioro de la infraestructura vial, c) precariedad material de muchos vehículos, el prejuicio hace que algunas personas, sin fundamento alguno, señalen que, supuestamente, las “motopiruetas” serían la causa.

¿Pero qué hay detrás de las motopiruetas? ¿Por qué “no puede” ser considerado un deporte?

  • Las motopiruetas las podemos considerar una subcultura de la inmensa cultura relaciona al motociclismo, una que nace en los barrios, pero que comparte vínculos con los clubes bikers surgidos en los años 50’s en EEUU. Estos siempre se caracterizaron por el rechazo a la autoridad y una vida relacionada con las motos, aunque en la actualidad muchos de ellos abogan por el buen comportamiento en las carreteras y la camaradería dentro del gremio.

Surgida más recientemente, vemos una actividad que tienen mucha más cercanía con las motopiruetas y es el Stunt, también conocida como Streetbike freestyle, actividad deportiva que suele hacerse en espacios privados destinados a la actividad, pero muchas veces también en plena vía pública, por supuesto de forma ilegal. Así que, nada nuevo bajo el sol, esta actividad no parece ser exclusiva de los jóvenes de los barrios de Venezuela sino algo bastante más “universal”. Eso sí, hay que remarcar que estas motos suelen estar modificas para tales hazañas, permitiendo un mejor control y reduciendo los accidentes.

Volviendo a nuestro país. La actividad de la motopiruetas es bastante común en las barridas, y no es nueva su petición para convertirlas en deporte oficial, dejo acá un artículo del 2021 donde se amplía más sobre este tema.

Ciertamente, hay que decir que la práctica de esta activad de forma empírica, sin ningún tipo de preparación ni implementos necesarios, ocasiona, ocasionó y ocasionará muchos accidentes, en algunos casos mortales. La solución, por supuesto, no es la prohibición, el estigma o la discriminación, muy por el contrario, la organización de los que ya llevan tiempo en esta actividad, el conocimiento y legalidad puede ayudar a reducir accidentes, si se realizan en lugares adecuados bajo una estructura organizada. Tal como ocurre con muchos deportes extremos, varios de los cuales involucran también vehículos motorizados.

La violencia policial y un debate falaz que no debería existir

Como acabamos de ver, las motopiruetas no son algo exclusivo de las barriadas venezolanas y mucho menos su exigencia de ser reconocida como deporte o actividad recreativa, pero tras un debate que no debería existir, se esconde algo mucho más preocupante y es la violencia policial y la discriminación de los jóvenes de los barrios.

El presidente Mauro sabe esto y no le queda otra que esconder este debate bajo un decreto que convierte a las motopiruetas en deporte, pero que no tiene como garantizar la infraestructura, la preparación, los implementos, para los interesados en una actividad que, además hay que decir, no es para nada económica, aun y cuando muchos jóvenes usan motos no aptas para la actividad. Además, es la propia política represiva de su gobierno, que se caracteriza por brutales abusos policiales contra los jóvenes en los barrios, contando con casi total impunidad para los policías, la causante de la persecución policial y criminalización de estos chamos, cuando no directamente la muerte, como en el caso del joven de Carapita.

Así que, pasada la campaña electoral, es probable que las motopiruetas sigan el rumbo del resto de deportes en el país, con instalaciones paupérrimas, becas deportivas inexistentes, escasez de preparadores, directivos y entrenadores. Realidad que empuja a muchos jóvenes a compartir sus entrenamientos con trabajos mal pagado o, de plano, olvidarse por completo del deporte en aras de conseguir uno o varios empleos para paliar las vicisitudes de la crisis.

Lo que permanecerá muy probablemente es la letalidad de las fuerzas represivas, su accionar criminal en los barrios, la discriminación a los jóvenes en moto, etc., si no hay una accionar efectivo de la juventud y sus potenciales aliados contra estas prácticas estatales hacia los pobres.

 
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