Milei llegó con el objetivo de profundizar la relación de fuerzas del país a favor de los grandes empresarios y el capital financiero internacional, barriendo los derechos de los trabajadores y los sectores populares, con las viejas recetas neoliberales disfrazadas de lucha anti casta y de "anarcocapitalismo". A siete meses del gobierno las contradicciones y debilidades no pararon de acumularse, sobre todo en el terreno económico, como lo demuestran las estadísticas que se conocieron esta semana sobre el aumento del desempleo, la pobreza y la precarización. La victoria agónica que obtuvo La Libertad Avanza con la aprobación de la Ley Bases no le alcanza para remontar esta situación. A la vez, el tratamiento de esta ley volvió a mostrar que para llevar adelante sus planes de ajuste necesita de los siempre dispuestos dadores voluntarios de gobernabilidad del pro, el radicalismo y sectores del peronismo, que le allanaron el camino para conseguir la votación favorable en ambas cámaras. Mientras, otros sectores del peronismo dejan gobernar "por omisión", como la CGT y el resto de las organizaciones sindicales que ni siquiera llamaron a paro los días que se trataba la ley.
Su intento de instalar un régimen represivo y policial para criminalizar la protesta, con más de 30 detenidos, sufrió un duro revés cuando se logró la libertad de los detenidos, en parte porque eran causas armadas ante las cuales la misma justicia tuvo que dictar “falta de mérito”, en el marco de una gran campaña que se llevó adelante desde un amplio arco democrático que se organizó por la libertad de todos los detenidos, aunque seguimos peleando por la libertad de cinco compañeros y el desprocesamiento de todos los acusados.
Ni cómplices ni sometidos
Con el triunfo electoral de Milei, el mainstream de la política y los medios de comunicación no pararon de plantear que “la juventud se volvió de derecha”, y muchos se aprovecharon de ese sentido común para justificar su política de resignación y pasividad como expresamos más arriba. Pero a esta altura del gobierno, la realidad es mucho más contradictoria y se abre una oportunidad para organizar una gran fuerza política que pelee por otro tipo de salida y de valores para la juventud.
En las universidades y en las escuelas nos encontramos con sectores que acompañaron con su voto al candidato de La Libertad Avanza, con la esperanza de que fuese algo distinto, pero que ahora empiezan a chocar con la realidad. Cada vez son más los arrepentidos, o los que tienen dudas sobre el rumbo que tomó el gobierno, un desencanto que seguirá creciendo, lo que demuestra los límites de esa supuesta derechización. Frente a distintos debates, como la campaña criminalizadora contra la protesta, aparecieron libertarios del núcleo duro de Milei que defienden sus discursos más rancios. Pero también aparecen quienes les responden, los combaten, y defienden otras ideas y valores, lo que en muchos lugares pone a la defensiva a los libertarios. Ese discurso de que la juventud se hizo de derecha busca esconder que hay una “reacción a la reacción”, de quienes defendemos otra cosa.
La juventud viene de participar multitudinariamente en la marcha nacional educativa del 23 de abril, que en todo el país movilizó a casi un millón de personas, y que como desarrollamos en las últimas editoriales de la Juventud del PTS en Armas de la Crítica acá y acá, expresó cambios en el humor social respecto al plan de guerra de Milei. Al mismo tiempo, el conflicto universitario expuso el rol de distintos sectores políticos que también intervienen en el movimiento estudiantil y se ubican en ese terreno como opositores al gobierno en materia educativa, mientras que a nivel nacional juega otro papel.
Empezando por los radicales que le dieron a Milei los votos necesarios para que pase la Ley Bases en la cámara de Diputados, y después en la cámara de Senadores le “facilitaron” al gobierno el quórum necesario para que pueda realizarse la sesión y aprobarse la ley. Uno de los principales responsables de esta acción en el Senado fue Martín Lousteau, referente de la UCR y de su pata estudiantil, la Franja Morada, quien el mes anterior se la había pasado hablando de la importancia de defender a la universidad, lo público y sarasa.
Por su parte, la mayoría del peronismo denuncia el ajuste en la educación y fue parte de impulsar la movilización universitaria, pero cuando se discutió la Ley Bases no tuvieron la misma política de organizar una movilización masiva. Por lo cual no convocaron ni organizaron con fuerza esa jornada desde los lugares de estudio y de trabajo en los cuales tienen importante peso de dirección, conduciendo cientos de sindicatos y centros de estudiantes a lo largo y ancho del país. En otros casos fueron a la movilización pero se retiraron mucho antes de la votación de la ley. ¿Se imaginan que hubiese pasado si toda la fuerza que se expresó en la marcha educativa hubiese vuelto a salir con la misma potencia a las calles contra la Ley Bases?
Esa separación se expresó durante el conflicto educativo en las distintas universidades del país, tanto las agrupaciones radicales como peronistas intentaron permanentemente desligar la lucha por el presupuesto educativo de la denuncia contra todo el plan de ajuste y represión de Milei. Esta pelea continúa entre los docentes y no docentes que siguen exigiendo la recomposición de sus salarios frente a la licuadora devaluatoria que también afecta los ingresos de millones de trabajadores en el país. Por eso es fundamental que esta pelea sea contra todo el plan de ajuste de Milei.
Esta misma actitud se expresó en la intervención de Axel Kicillof la semana pasada en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, en la cual hizo una reivindicación de la lucha educativa pero sin nombrar a la Ley Bases ni la ausencia de la CGT en las acciones que buscaron enfrentarla. Evidentemente, a pesar de su discurso antineoliberal y en defensa de valores progresistas, tanto él como el resto del peronismo, no se proponen romper con el FMI ni las grandes corporaciones, lo que evidencia que detrás de los esfuerzos opositores se esconde la intención de volver como mal menor electoral para administrar el país sobre la tierra arrasada que deje Milei.
No por casualidad, el mismo día de la votación de la Ley Bases en el Senado, Kicillof se encontraba de viaje en Roma visitando al Papa en el Vaticano. Sin ir más lejos, las y los docentes bonaerenses de la provincia gobernada por Kicillof, vienen denunciando el ajuste y la precarización que también se aplica en materia educativa a través de la reforma en el Régimen Académico Marco de los profesorados de la provincia, y en lareforma en el sistema de acreditación en el nivel secundario que regirá desde el 2025.
Hoy en día el peronismo vive una crisis histórica, que se expresa en el sentimiento de sectores cada vez más amplios de su propia base social decepcionada con sus direcciones. Una pregunta recurrente es “¿Dónde están los dirigentes?”, ya que se percibe que no están haciendo lo que deberían hacer, es decir, enfrentar consecuentemente los planes de Milei.
Incluso la apuesta “progre” del peronismo, representada por Grabois del Frente Patria Grande, que denuncia las miserias que sufren los sectores populares, dice abiertamente que esa situación no puede revertirse. Que como mucho pueden matizarse. Se señalan las desigualdades que genera y profundiza el capitalismo, pero no se proponen terminar con ellas. En ese sentido también intervino la joven referente de Patria Grande, Ofelia Fernandez, en una reciente entrevista con Cenital. El programa de Patria Grande que naturaliza el trabajo precario es coherente con el planteo que hizo Cristina en su carta, cuando habló de “modernización de las relaciones laborales”, que tiene como correlato la ausencia de la CGT en la protesta que intentó frenar la votación de la reforma laboral de la Ley Bases, que reglamenta este tipo de contrarreforma.
Como parte de este combo, muchos medios de comunicación y streamers que responden al peronismo no paran de inflar a las alas más de derecha dentro de este movimiento, como lo expresa la figura de Guillermo Moreno, que abiertamente se tira contra el exceso de “progresismo”, cuestiones de “minorías”, y plantea que hay que dar la disputa en el terreno de los libertarios hablando más de economía. Como planteamos en uno de los números anteriores de Armas de la Crítica: “Esta variante de la “batalla cultural” estaría centrada en recuperar un “ser nacional”, una “argentinidad” que remite, en última instancia, a la doctrina esbozada por Perón. Ante cualquier posible identificación del peronismo con el progresismo, se trata de “volver a las fuentes, la doctrina” y recuperar la versión justicialista del “Dios, patria y familia”. La misma doctrina que, ante el ascenso revolucionario de la clase trabajadora y la juventud que empezó con el Cordobazo y se profundizó en varios levantamientos hasta llegar al Rodrigazo, terminó protegiendo a la propiedad privada y organizando a la Triple A contra la vanguardia obrera que comenzaba a hacer una experiencia con sus dirigentes y con la identidad política peronista.
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El peronismo es un proyecto que apuesta a la conciliación de clases, mientras plantea que es posible compaginar los intereses de las clases dominantes con los de la clase trabajadora y el pueblo pobre, sin alterar en lo esencial las bases del capitalismo dependiente argentino. Esta pretensión sólo se pudo mostrar ilusoriamente (porque en definitiva no transformó las bases estructurales neoliberales que había dejado el menemismo) posible durante 2003-2011 gracias a la herencia del ajuste duhaldista de 2002 y el viento de cola de la economía internacional por los altos precios de los commodities. Agotadas estas bases, empezó un ajuste paulatino que preparó el terreno para el triunfo de Cambiemos en 2015.
En ese sentido, el peronismo no tiene ningún plan superador más que resignarse a la estructura neoliberal empeorada por los anarcocapitalistas. A lo sumo solo le contrapone un modelo con mayor regulación estatal pero sin cuestionar los créditos usureros con organismos internacionales como el FMI que somete a nuestro país hace décadas. Mientras, promueven una lógica de resolución “desde arriba” a los problemas, depositando todas las expectativas en el recambio electoral a partir de una resignación en cuotas con diferentes males menores que al decir de Gramsci: “Hay siempre un mal menor respecto de aquel predecentemente menor y frente a un peligro mayor respecto de aquel precedentemente mayor. Cada mal mayor deviene menor frente a otro mayor y así al infinito. No se trata por tanto de otra cosa que de la forma que asume el proceso de adaptación a un movimiento regresivo, cuyo desarrollo es conducido por una fuerza eficiente, mientras la fuerza antitética está decidida a capitular progresivamente, en pequeñas etapas, y no de un solo golpe, lo que llevaría, por el efecto psicológico condensado, a hacer nacer una fuerza competidora activa o a reforzar la ya existente". [1]
En esa lógica podemos encontrar una de las tantas explicaciones al fracaso del último proyecto peronista en nuestro país. El gobierno de Alberto y Cristina hizo claramente lo que Pablo Semán define como "mímica del Estado". Ya que mintieron en la campaña electoral del 2019 cuando dijeron que iba a terminar con el ajuste, pero una vez en el gobierno no hicieron más que resignarse a la herencia del FMI y la crisis de deuda que continuó con el desarrollo de la crisis al seguir pagando tanto al FMI como a los acreedores extranjeros. Dejando así a la economía (sequía mediante) con reservas negativas, inflación acelerada y deterioro económico. Elementos sobre los que Milei se apoya para profundizar el ajuste y arrojarnos al hundimiento que sufrimos hoy en día. Por eso, es urgente empezar a construir otro tipo de alternativa para la juventud que supere las pasiones tristes y la resignación.
La salida es por izquierda y socialista: construyamos juntos este proyecto
Estos son los puntos desde los que nos paramos para pensar la posibilidad y el desafío de fortalecer una izquierda de la clase trabajadora, las mujeres y la juventud para derrotar a Milei, y pelear por construir un proyecto socialista. Hoy la izquierda juega un rol muy importante en el escenario nacional para intentar colaborar, en la medida de nuestras posibilidades, a inclinar la relación de fuerzas a favor de los trabajadores y los sectores populares, para poner en pie de lucha a la clase productora, la clase trabajadora, que es mayoritaria en el país.
Todas las iniciativas que desarrollamos desde la Juventud del PTS apuntan a involucrar cada vez a más jóvenes, estudiantes y trabajadores en la construcción de esa fuerza social, que se auto organice desde abajo y democráticamente, para funcionar como un cerebro colectivo que pueda dar respuestas a los desafíos que se nos presenten. Para lograr la coordinación y la unidad de diferentes sectores, acumulando la fuerza para derrotar los ataques del gobierno. Y para convencer a cientos de miles de que no hay salida si no afectamos los intereses de los grandes empresarios y el poder económico para dar respuestas a las necesidades de las mayorías, confiando solo en nuestras propias fuerzas, mediante la lucha y la movilización.
Peleamos por la ligazón del movimiento estudiantil con cada lucha de la clase trabajadora, en la perspectiva de retomar las mejores tradiciones de la unidad obrero estudiantil que nos dejó el Cordobazo. Por eso, desde la Juventud del PTS impulsamos, junto con asambleas barriales, sindicatos combativos y otras organizaciones de izquierda, que la lucha educativa se una a la pelea de conjunto para derrotar todos los planes de Milei con una huelga general. Esta perspectiva será parte de unir las fuerzas necesarias para romper con la subordinación al FMI y las grandes corporaciones, para que la crisis la paguen los capitalistas.
Por eso, ante al intento de Milei de instalar un régimen policial contra la protesta social, desde la izquierda impulsamos la más amplia unidad de acción frente a estos ataques, junto a un gran arco democrático de diversas organizaciones políticas, sociales, de derechos humanos, personalidades del arte y la cultura, dirigentes sindicales, centros de estudiantes, entre otros sectores con los que llevamos adelante una campaña tanto nacional como internacional para defender el derecho a la protesta y exigir la libertad de los detenidos, que juntó más de sesenta mil firmas. Desde el PTS, con Myriam Bregman y el CEProDH (conformado por abogados, profesionales de diferentes carreras y estudiantes de derecho) impulsamos esta campaña en común junto a diferentes sectores, buscando la más amplia solidaridad de miles de jóvenes que se sumaron para exigir la libertad de los treinta y tres detenidos, entre los cuales también hubo siete estudiantes de distintas universidades, como nuestro compañero Mateo Dettore, militante de la Juventud del PTS y el CEProDH en la facultad de Derecho de la UBA.
Si la campaña criminalizadora del gobierno hubiese avanzado más, con causas contra los detenidos, hubiese sido un golpe muy duro, que hubiera debilitado las próximas luchas, instalando que se empezó a perder el derecho a protestar, lo cual le hubiese allanado el camino a la derecha para avanzar con sus planes. Esta pelea que derrotó el intento del gobierno, es un factor muy importante para enfrentar su intento de quebrar las relaciones de fuerzas en el país.
En ese marco, también impulsamos junto a nuestra agrupación de trabajadores de la salud que se nuclean en la Lista Marrón, la Posta de Salud y Cuidados que enfrentó la represión y defendió el derecho a la protesta, atendiendo heridos en las movilizaciones ante el accionar de las fuerzas de seguridad, a la que se sumaron muchísimos jóvenes. En este espacio participan tanto profesionales como estudiantes de la salud que ponen sus conocimientos al servicio de la lucha y de las grandes mayorías.
Además, esas peleas que damos en el movimiento estudiantil y en la juventud trabajadora, también tiene una dimensión de combate en el terreno ideológico, porque hoy en día pelear por otro tipo de valores solidarios, de unidad, coordinación y deliberación colectiva, es una apuesta para que una parte importante de la juventud se ubique como contratendencia a los valores meritocráticos e individualistas que intentan promover los libertarianos. Por eso, impulsamos Armas de la Crítica y Cátedras Libres marxistas en las universidades, e impulsamos la agrupación feminista socialista Pan y Rosas que da la batalla tanto en las calles como en el terreno político ideológico.
Pero también damos una batalla contra la resignación y el “mal memorismo” del peronismo, en donde el carácter capitalista de su proyecto implica una necesaria fractura entre su discurso igualitarista de justicia social con lo que hicieron en la práctica cuando fueron gobierno. Ya que una parte importante de las frustraciones que dejó ese proyecto, luego fueron canalizadas por los libertarios que pregonan las promesas del sálvese quien pueda dentro del capitalismo salvaje.
Cómo remarcamos más arriba, a siete meses del gobierno de Milei empiezan a darse cambios en la sociedad que muestran puntos de apoyo para pelear por fortalecer estas ideas. La pérdida de apoyo a Milei en la juventud, la decepción con el peronismo, y el respeto que conquistó la izquierda entre la vanguardia en el último tiempo por ser consecuentes en la lucha contra el gobierno. La pelea es para que estas ideas y estos valores se vuelvan mayoritarios, y por eso hay que construir una organización política que pueda defenderlos en cada lugar, e involucrar a más jóvenes para tomar este desafío en sus manos.
Una organización que se proponga inclinar la relación de fuerza a nuestro favor, derrotar a Milei, pero centralmente, que se proponga llevar adelante un proyecto que nos saque de esta espiral de decadencia. Como decíamos más arriba, el peronismo ya demostró que no es una alternativa ni para enfrentar a Milei, ni para llevar adelante un proyecto para pelear por otra salida. Al contrario, es la utopía de un estatismo blando que como mucho puede matizar alguna desigualdad, y ni eso viene haciendo, lo que nos trajo hasta acá. Frente a la derecha pro mercado, meritocrática e individualista de Milei, necesitamos un proyecto socialista que claramente se proponga afectar los intereses de los grandes empresarios para dar respuestas a las necesidades de las mayorías, que defienda que no hay desarrollo individual posible si no es como parte de la más amplia colaboración colectiva de la clase trabajadora, la que hace funcionar todo, la que puede re organizar democráticamente la sociedad planificando la economía de manera racional.
El mundo con el que sueña Milei, de una economía de libre mercado y abierta, no existe. Lo que existen son las guerras como la de Ucrania, los genocidios como el de Palestina, los intentos de golpe como el de Bolivia, la dominación de las potencias imperialistas con mecanismos como el de la deuda externa, un sistema que por defender las riquezas de unos pocos nos lleva a la catástrofe. Pero el mundo con el que sueña el peronismo, de un desarrollo pacifico donde los grandes empresarios razonablemente aceptan ganar un poco menos para que la gente no muera de hambre, a través de un Estado que resuelve desde arriba, tampoco.
Lo que existe es un capitalismo en crisis que profundiza la barbarie, y una juventud en el mundo que se levanta contra eso. Como en Estados Unidos cuestiona al imperialismo y defiende a Palestina. O la juventud que se levantó esta semana en Kenia, utilizando a su favor las redes sociales para organizar las protestas que desafiaron los planes del FMI en ese país. Frente a este escenario, solo un proyecto anticapitalista, revolucionario y socialista que se proponga liberar al país del FMI, y unirse con todos los pueblos oprimidos por el capital financiero puede hacerle frente, y presentar una alternativa para llevar todas esas luchas a la victoria.
Ante un contexto en el que se plantean distintos proyectos de país, con todas las implicancias que eso trae para la educación y la juventud, desde la Juventud del PTS, proponemos impulsar en común este proyecto que se enmarca en el objetivo estratégico de construir una fuerza social y política que pueda derrotar los ataques ahora, y al mismo tiempo pelee por una salida socialista que de vuelta esta sociedad de raíz y construya una nueva que no se base en la explotación y la opresión. Somos conscientes de que para dar esta pelea hasta el final no podemos quedarnos en los marcos que nos intentan imponer las fronteras nacionales, por eso somos parte de la juventud de la Fracción Trotskista Cuarta Internacional en 14 países del mundo.
Retomemos las mejores tradiciones del movimiento estudiantil y la juventud
Para concluir, dejamos una reflexión: esta lucha que proponemos encarar no es solo una idea. No parte de cero, ni excede a las tradiciones nacionales. Esta semana se conmemoró un nuevo aniversario de la Reforma Universitaria de 1918, que significó un parteaguas para la historia del movimiento estudiantil y juvenil en nuestro país. Hoy en día sigue abierta la disputa sobre el balance de la reforma, por eso retomamos las peleas que allí dio el ala que peleó por otro tipo de orientación ligada a la clase trabajadora y a las principales problemáticas sociales de su época, como lo hicieron distintas corrientes de izquierda que tuvieron un fuerte impulso a partir de esta gesta histórica. Nos sentimos parte de esos estudiantes cordobeses que además de pelear contra el clericalismo y el conocimiento obsoleto que dictaban en sus universidades, compartían actos y movilizaciones con los obreros ferroviarios, tranviarios, y que se sentían hermanados con la lucha antiimperialista en América Latina, sintiendo que estaban haciendo una “revolución en suelo americano”.
El hilo rojo de esa tradición continuó en pie. Por eso no es casualidad que medio siglo después, la misma ciudad fue telón de fondo del famoso Cordobazo, en el que obreros y estudiantes pusieron en jaque a la dictadura de Onganía, atacando las bases del sistema capitalista como parte de la pelea por construir otro tipo de sociedad, una socialista.
En ese sentido, tenemos el desafío de pasar de la crítica de la universidad de clases, al cuestionamiento a la sociedad de clases, para construir un proyecto socialista que sea superador al de la miseria planificada que rige en este sistema. No pensamos que sea fácil, pero creemos que es la única vía realista. Te invitamos a tomar este desafío en tus manos y a organizarte junto a la Juventud del PTS.
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