El domingo, la primera vuelta de las elecciones legislativas francesas dieron como ganadora a la extrema derecha, abriendo el camino a una segunda vuelta sin precedentes, marcada en particular por 306 bancas disputadas por tres fuerzas políticas.
Está situación se da porque para ganar en primera vuelta, un candidato a la Asamblea Nacional tiene que obtener la mayoría absoluta (más del 50% de los votos). Es decir que en todas las circunscripciones donde no haya habido un ganador pasaron a la segunda vuelta de este 7 de julio todos los candidatos que hayan obtenido más del 12,5% de los votos. Esto hace que en muchos casos la segunda vuelta no se dispute solo entre dos candidatos sino entre tres o cuatro.
En este contexto, desde el Nuevo Frente Popular (que reúne a Los Ecologistas, La France Insoumise, el Partido Comunista Francés, el Partido Socialista entre otros) y desde Juntos, la lista que apoya el presidente Emmanuel Macron, pidieron retirar sus candidatos durante la segunda vuelta para que los votos se concentren en el candidato con más posibilidad de impedir a la extrema derecha del partido de Marine Le Pen, Reagrupamiento Nacional (RN), consiga más bancas.
Esta política de “frente republicano” contra la extrema derecha, se podría traducir en un llamado de la centro izquierda y sectores de la izquierda a votar por un "mal menor" que termina ayudando a fortalecer figuras muy rechazadas del Gobierno.
El intento de "bloqueo" a la extrema derecha comenzó a expresarse este lunes al anunciar una serie de retiradas principalmente de candidatos del Nuevo Frente Popular (y en particular de los candidatos de La Francia Insumisa de Jean Luc Mélenchon). Según el recuento del diario Le Monde, hasta el mediodía de este martes 195 candidatos, que habían quedado terceros en la primera vuelta, renunciaron a presentar su candidatura a la segunda vuelta. De ese total 127 pertenecen al Nuevo Frente Popular.
Esto incluye circunscripciones donde la retirada de candidatos del Nuevo Frente Popular le despejan el camino de la segunda vuelta a candidatos de lo peor de la coalición de Macron, como su exprimer ministra, Elisabeth Borne, o del ministro del Interior de Macron, Gérald Darmanin.
Es decir que con la excusa de "bloquear" a la ultraderecha alientan el voto por Borne que fue la artífice de la reforma de las pensiones, numerosas ofensivas contra los desempleados o incluso la represión de los barrios obreros tras la asesinato del joven Nahel a manos de la policía, y de aplicar el artículo 49.3 (decreto) en numerables políticas antiobreras. En el caso del ministro del Interior, Darmanin, se trata de incentivar el voto por un candidato que aplicó políticas racistas y antisociales, muchas veces inspirada en propuestas de la extrema derecha. El pasado mes de diciembre, Marine Le Pen saludó una “victoria ideológica” tras la votación de la ley de inmigración aprobada por el ministro.
En nombre de la lucha contra la extrema derecha, esta política de conciliación de clases ayuda a rehabilitar a varios funcionarios y figuras del oficialismo macronista que fueron arquitectos de las peores políticas antiobreras, autoritarias y racistas.
Así, la extrema derecha se apresuró a aprovechar la oportunidad de la retirada de candidaturas denunciando en las redes sociales que "¡Mélenchon retira a su candidato a favor de Borne y apoya a Madame 49.3 para vencer a RN!". Por su parte el presidente de RN, Jordan Bardella, dijo en el canal TF1 que "asistimos a una alianza antinatural entre el señor Macron y el señor Mélenchon".
Esta peligrosa lógica de conciliación del Nuevo Frente Popular le deja la puerta abierta a la extrema derecha para descalificar a la izquierda y presentarla como aliada de Macron.
Al rehabilitar a candidatos que como funcionarios del Gobierno de Macron perpetraron ataques violentos contra los trabajadores, para “bloquear” a la extrema derecha, el Nuevo Frente Popular sólo puede conducir al fortalecimiento de los partidos responsables de los peores ataques racistas y neoliberales, y ser el trampolín de una alianza con Macron… en beneficio de la extrema derecha.
Si bien la primera vuelta de las elecciones legislativas reveló, una vez más, la profundidad del descrédito del gobierno de Macron entre los trabajadores, la lógica del "frente republicano" con quienes se comprometen con la explotación y la opresión de los trabajadores es un callejón sin salida. Contra esta lógica, urge defender una política independiente del régimen, que permita construir una respuesta desde abajo, sin comprometerse con los partidos que sirven a las clases dominantes. | 
