El complot como respuesta a todo por parte de un gobierno en la encrucijada. Editorial de "El Círculo Rojo", programa de La Izquierda Diario que se emite todos los jueves de 22 a 24 por Radio Con Vos 89,9.
Si nos aferramos al discurso del Gobierno sobre la causa de sus problemas, tendríamos que concluir que está rodeado de traidores y es víctima de conspiraciones permanentes.
No es una novedad el recurso conspiranoico en los gobiernos con problemas en general y en las experiencias de estas derechas, en particular.
El éxito de las teorías conspirativas reside en que, bueno, simplifican la explicación para dar sentido a problemas complejos; responden a pocas variables con un enemigo claro e identificable y ofrecen una explicación muy sencilla y a veces hasta bastante lógica. Todas estas teorías contienen elementos casi idénticos. Por, ejemplo, la idea de que "nada sucede por casualidad", la convicción de que los acontecimientos tienen una "trama oculta" y la certeza de que hay alguien detrás moviendo los hilos de todas las cosas.
Son parte de una "desconfianza epistémica" propia de La era de conspiracionismo, como tituló su libro el periodista Ignacio Ramonet, esto es una desconfianza en la veracidad de los hechos (y en el propio concepto de verdad) muy característica de tiempos de crisis de legitimidad en los sistemas políticos y las representaciones ideológicas.
Intentando "hacer sentido" con esa desconfianza generalizada, los gobiernos hacen circular las hipótesis conspirativas como una alternativa a una explicación racional de lo que sucede. Ahora, esto puede tener una eficacia en el terreno de lo inmediatamente táctico. A mediano plazo, la realidad se impone por su propio peso.
Por ejemplo, el presidente, Javier Milei, hoy (jueves) salió a cruzar a sus ex asesores económicos recientemente despedidos, Fausto Spotorno y Teddy Karagozian, que fueron echados por sus críticas al programa económico, y acusó al primero de querer robar información para su consultora privada. Así lo hizo mediante un tuit en el que se refirió a ambos sin nombrarlos. "ORIGEN DE LA TRAICIÓN" (sic), tituló Milei su posteo en redes y escribió: "Uno traicionó porque quería afanarse información confidencial para hacer más rentable la consultoría. El otro lo hizo después de fracasar en imponer su agenda prebendaria. Hay muchos analistas que son muy ingenuos y/o intelectualmente muy deshonestos".
Spotorno es integrante de la consultora OJF y Asociados que dirige Orlando Ferreres, y Karagozian es empresario textil (sería el de los intereses prebendarios).
Unos días antes, Milei había acusado al Banco Macro, de capitales argentinos y el tercer banco privado más grande del país, de promover una especie de "golpe de mercado" que derivó en una disparada de las cotizaciones de los dólares paralelos. Según Milei, el Macro "intentó desestabilizar" al Gobierno el 3 de junio pasado con la liquidación de 1,8 billones de pesos (1.800 millones de dólares) en bonos de la deuda del Estado con el banco, lo que obligó al Banco Central a emitir moneda para pagarlos. Detrás de la operación estuvo, según el presidente, la mano del massismo.
¿Cuál es la idea que quiere instalar Milei con estas versiones? Que la disparada de los dólares financieros, la caída de los bonos argentinos y la subida del riesgo país que se produjo hace tres semanas luego de una conferencia de prensa del ministro de Economía y el presidente del Banco Central (Luis Caputo y Santiago Bausili), no tuvo que ver con las inconsistencias del plan económico (que esa misma conferencia dejó de manifiesto), sino con las manos ocultas de actores detrás de escena que provocaron la "desestabilización".
De esta manera, culpa que de la acción del Banco Macro (que, a decir verdad, es cierto que vendió esos bonos, pero justamente porque el Gobierno estaba trasladando la deuda en un pagador menos confiable —del Central al Tesoro—), sumadas a las críticas Spotorno y Karagozian, provocaron el quilombo. Si eso no hubiese sucedido todo estaría viento en popa.
El problema que tienen estas teorías es que en mismo acto que son enunciadas, se desmienten a sí mismas. Porque si un banco y dos asesores de segunda línea te pueden desestabilizar el plan económico, la razón no es la fuerza de esos actores, sino la debilidad del plan. Y ahí se cae toda la narrativa conspiranoica para quien la quiera ver. Es verdad que muchos "no la ven", porque no la quieren ver, pero como dijo Patricia Bullrich en aquella intervención de antología: "Ya lo van a entender".
El problema, entre los muchos que tiene el Gobierno, es que para sostener el único índice exitoso que muestra hasta ahora su plan económico: la baja de la inflación, está pagando un precio cada vez más alto. No solo económico, sino también político y doctrinario.
Desde el punto de vista económico, tuvo que dejar de hablar allá lejos y hace tiempos de la famosa "recuperación en V" y todas las cifras muestran un derrumbe porque el "ancla" de la inflación es la recesión brutal a la que asistimos.
Desde el punto de vista político, las consultoras que vienen teniendo los mejores números para el Gobierno, muestran que (aunque no afecte aún sustancialmente a Milei como figura individual) hay cada más más pesimismo en que la situación vaya a mejorar y crecen preocupaciones como el miedo a la desocupación.
Y, finalmente, desde el punto de vista doctrinario, están quemando todos los manuales de su "libertarianismo" y la "escuela austríaca" y que "el mercado se regule solo" y demás zonceras, porque están haciendo un intervencionismo feroz para intentar achicar la brecha (entre los dólares paralelos y el oficial), porque eso generaba un riesgo inflacionario (entre otros). Pero esto lo hacen con medidas que a la vez generan desconfianza en otros sectores, por ejemplo, en los tenedores de bonos de deuda argentina: porque si van a rifar los dólares (para contener a los paralelos), entonces están resignándose a acumular menos reservas y, por lo tanto, están más en riesgo lo pagos futuros, especialmente los del año que viene, que son abultadísimos.
Estas son las contradicciones reales que tiene el Gobierno, y en todo caso sobre este escenario operan las críticas o los movimientos de algunos actores económicos. Todas las demás conspiraciones o las demás conjuras, parafraseando al gran John Kennedy Toole, solo están en la cabeza de los necios.
