La crisis educativa, que los medios de comunicación señalan insistentemente, no es presentada de manera inocente. Las opiniones de comentaristas y "referentes" del mundo educativo, en general no muy progresistas, utilizan datos de organismos internacionales como la OCDE [1] y sus pruebas PISA. Con estas estadísticas parciales, los gobiernos grafican de forma demagógica la decadencia educativa. Siempre con un subtexto de buscar chivos expiatorios, en Argentina generalmente se culpa a los y las docentes, mientras que en Europa se atreven a señalar a los estudiantes migrantes. Cabe preguntarse cómo, después de más de una decena de reformas educativas nacionales en los últimos veinte años, más otro tanto de competencia jurisdiccional, los síntomas parecen empeorar. Es evidente que esta situación no puede entenderse de manera aislada y, mucho menos, solucionarse con reformas inconsistentes y sin una mirada crítica estructural.
Bienestar socioemocional y “habilidades” para el futuro
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), la ministra Mercedes Miguel junto a Jorge Macri han presentado una "nueva propuesta" para reestructurar la educación. Aunque esta iniciativa se enmarca en el plan "Buenos Aires Aprende" de la gestión anterior, recientemente se ha relanzado como "Plan Estratégico Buenos Aires Aprende 2024-2027", en las que buscan acentuar viejas recetas. Desde el sindicato porteño Ademys se han marcado los principales ejes para denunciar y rechazar dicho plan.
Según declaraciones recientes de la ministra, la propuesta para el nivel medio incluye un piloto en 30 a 50 escuelas que “voluntariamente quieran participar”, para luego extenderlo a todas las secundarias de la Ciudad, tanto públicas como privadas. El objetivo es que los estudiantes puedan "vislumbrar, sentir, palpitar cuál es el camino que quieren seguir" durante la secundaria. Según Miguel, "lo peor que nos puede pasar —y que nos pasa— es que egresen de la escuela secundaria y no sepan qué camino seguir en un mundo que cambia”. Y agrega, “siendo que es una etapa de transición al mundo del trabajo, al emprendedorismo”.
Estas afirmaciones resultan llamativas en un contexto donde 7 de cada 10 niños y niñas en Argentina viven en la pobreza, y donde el mercado laboral está marcado por la precarización absoluta. La reestructuración del secundario parece ignorar estas realidades materiales y el futuro incierto que enfrentan las y los estudiantes. Más bien, parece buscar que se adapten mejor a un mercado laboral precario, promoviendo “el aprendizaje continuo a lo largo de toda la vida y el desarrollo de habilidades profesionales, básicas, digitales y blandas para que las personas puedan insertarse en ese contexto". Además, se pretende fomentar una estrecha colaboración entre el sector productivo y las instituciones educativas para alinear la formación profesional con las demandas económicas de la Ciudad.
La falta de acceso a un empleo estable y con derechos es lo que no tiene la juventud. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la tasa de empleo informal en Argentina es una de las más altas de América Latina, lo que implica que muchos jóvenes no tienen acceso a trabajos con derechos laborales básicos. En lugar de abordar estas cuestiones estructurales, la propuesta de reestructuración de la secundaria se enfoca en la capacitación para un mercado laboral que perpetúa la precarización. Los y las estudiantes demandan oportunidades reales, no un mundo del descarte que la ministra parece ocultar intencionalmente.
La propuesta de “descompartimentar las asignaturas”, aunque pueda parecer innovadora, ya se viene implementando sin resolver los supuestos problemas identificados. Según la ministra, los resultados académicos en lengua y matemática, y los datos estadísticos de bienestar socioemocional indican que "algo está pasando". Hablan de “bienestar socioemocional” ¿proponiendo invertir en profesionales de la salud para las escuelas? No, centrándose en el desarrollo individual de habilidades como la autoobservación, la autorregulación y la toma de decisiones. Así se adquiere, supuestamente, una “habilidad blanda” que parece cotizar en el mercado laboral. En una reciente publicación de Forbes Argentina, se señala casualmente la importancia de que los jóvenes muestren “las competencias tecnológicas junto con las habilidades blandas” en los C.V.. Todo al servicio de las necesidades de los grandes millonarios.
Desde el ámbito docente, las propuestas de la ministra Miguel presentan varios puntos críticos. La idea de un "docente taxi"- que señala como problema- no es un problema de voluntad, sino de condiciones laborales precarias y salarios insuficientes. Al mismo tiempo, el trabajo docente es presionado para ser un facilitador o ejecutor de métodos, objetivos, que cada vez le son más ajenos con sobrecarga laboral y administrativa-burocrática que erosiona la libertad de cátedra. Es decir, se lo enajena cada vez más de ser creador de sus propuestas pedagógicas.
La verdadera crisis educativa en Argentina está intrínsecamente ligada a la profunda crisis social y económica del país. La falta de inversión en educación contrasta marcadamente con la prioridad que se da al pago de la deuda con el FMI. La descentralización del sistema educativo y el desvío de fondos hacia escuelas de gestión privada han exacerbado la desigualdad entre distintos tipos de escolarización. Segregando y segmentando cada vez más la educación. La Ciudad más rica del país no es la excepción. Estos problemas fundamentales son sistemáticamente ignorados por los sucesivos gobiernos al proponer reformas educativas como recetas mágicas para maquillar estadísticas, pero siempre con un sentido de flecha: al servicio del mercado y no al desarrollo cultural integral del pueblo trabajador. Y como si fuese poco, de la mano de Milei, pero deseado por todas las fuerzas políticas, se busca transformar a la educación pública en un "servicio esencial" continuo, facilitando así la explotación de las familias trabajadoras en beneficio de los grandes empresarios. Mientras, las direcciones sindicales docentes que responden al peronismo, como CTERA y UTE en la Ciudad, mantienen una postura conciliadora al no organizar y enfrentar al gobierno que no representa las verdaderas necesidades y luchas de los y las docentes junto a la comunidad educativa. |