El pasado fin de semana, la misma noche en que Nataniel Thierry Schouten jugó al paddle con el comisario del pueblo, y cenaron juntos, se trasladó a la casa de su ex suegra Marcela Costilch y la asesinó. Luego, azotó a golpes a su ex pareja Eliana hasta que un vecino logró retenerlo mientras se activó el botón antipático y lo arrestaron. Muchos testimonios expresaron que no logró asesinarla por motivos ajenos a su voluntad.
Schouten había transitado una condena anterior por lesiones a otra ex pareja en el año 2016 y contaba con más de quince denuncias por violencia de genero. La señales y alertas estaban presentes desde hacía ya mucho tiempo y así lo habían denunciado y avisado, una y otra vez. Sin embargo, él continuaba formando parte de la fuerza policial en un pueblo cercano a la ciudad.
Los vecinos de General Belgrano salieron a pedir justicia. Las marchas convocaron multitudes de las que no se tenía registro, llegándose a suspender los festejos por el aniversario de la ciudad.
El abogado de la familia, Julio Cesar Torrada, expresó en declaraciones a medios locales: “El autor material es Nataniel Schouten pero también a Marcela la mató la complicidad, la negligencia, la corrupción de todos los operadores judiciales y políticos que no hicieron nada para evitar. Venimos de una marcha que quizás sea la más grande de la historia de la ciudad. Todo General Belgrano está lamentando la perdida de una gran mujer”
No es un caso aislado
El Observatorio de Femicidios en Argentina "Adriana Marisel Zambrano" reveló recientemente un informe que indica que un total de 168 mujeres fueron víctimas de femicidios, tres de ellos lesbicidios y dos trans- travesticidios, desde el 1º de enero al 31 de julio de 2024, de los cuales al menos ocho habían sido perpetrados por agentes o ex agentes de seguridad.
El terrible femicidio de Marcela es clara expresión de los límites a los que puede llegar la complicidad policial y un sistema legislativo y judicial que mira para otro lado, en situaciones donde está en juego la vida.
Si bien el movimiento de mujeres y diversidades ha logrado incorporar en agenda esta terrible realidad, al grito de “Ni una Menos”, la falta de presupuesto para políticas en el área no es algo novedoso. Hasta la fecha no existe un verdadero plan de abordaje ante situaciones de violencia de género.
Sumado a ello, los últimos tiempos se viene produciendo un ajuste brutal, acompañado de discursos de odio que sostienen el recorte. El mismo gobierno de Milei se jacta de dejar en la calle a miles y miles de familias, siendo muchas y muchos trabajadores de áreas sensibles (como género y diversidades). Discursos de odio necesarios para buscar legitimidad.
“Somos el grito de las que ya no tienen voz, y de las que seguimos sin ser escuchadas, pero no nos pueden callar. Ni una menos”. La frase del cartel la sostiene con fuerza una mujer en las recientes movilizaciones de General Belgrano, y quizás resume de alguna manera ese pedido desesperado que exploto en las calles en 2015, y que se transformó en una bandera de lucha que debemos seguir sosteniendo, por Marcela y por todas. |