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7 de septiembre de 2024 Twitter Faceboock

Cartas inéditas
Vigotski: “Cualquier colectivo, en el verdadero sentido de la palabra, no niega el individualismo, sino que se apoya en él”
Juan Duarte | Ciencia y Ambiente | tw: @elzahir2006

Publicamos tres cartas inéditas en castellano de Lev Vigotski, que permiten iluminar la vida, su proyecto científico revolucionario y la elaboración del padecimiento psíquico del psicólogo soviético.

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Los epistolarios, las cartas entre las personas de carácter histórico o público se pueden leer de muchas maneras, de las que rescato dos en este caso: pueden permitir alumbrar aspectos desconocidos o no tan conocidos de los interlocutores, ya sea por tener acceso a otro registro de sus comunicaciones como por revelar intercambios privados en el momento; o, simplemente, pueden servirnos –acaso como simple excusa– al modo de índices particulares de aspectos generales, situaciones, momentos o procesos en los que participaron.

En el caso de Vigotski los intercambios epistolares disponibles en castellano son mínimos, por lo que elegimos tres cartas que le envía a una ex alumna y colega que le había escrito presa de un estado depresivo, publicadas como parte de una edición dedicada a la memoria del psicólogo soviético en el número 45 de la revista académica Journal of Russian and East European Psychology, en marzo-abril de 2007. Por lo que elegí una carta (junto con una pequeña esquela, aunque significativa) que, creo, cumple de algún modo con las características señaladas, y lxs lecturxs interesados en la obra vigotskiana sabrán apreciar.

Empecemos por la última cuestión. Un aspecto general, estructural, de la obra vigotskiana que la carta refracta como “prisma” (para usar un término caro a nuestro autor): la forma colectiva de hacer ciencia. Mucho se ha escrito sobre la teoría histórico-cultural, pero mucho menos se ha escrito sobre el carácter profundamente colectivo y militante de la forma de hacer ciencia que caracterizó los años 1920 en el naciente estado obrero revolucionario, que Vigotski animó como pocos. La revolución promovió a la actividad científica como un trabajo mancomunado y colaborativo en el cual la actividad científica singular de cada investigador era parte de un proyecto más amplio, donde la competencia como batalla de egos científicas tendía a reducirse al mínimo pero donde las individualidades, los nombres propios y sus contribuciones, lejos de invisibilizarse, abundaban. La carta de Vigotski está dirigida a una estudiante y luego colega, que formó parte de sus grupos de investigación. Estos estuvieron esparcidos por diferentes ciudades y por las más diversas disciplinas. Solo entre 1927 y 1931, trabajó y coordinó junto a Luria tres grupos de investigación diferentes: uno, por ejemplo, incluía al director y teórico de cine y revolucionario soviético Sergei Eisenshtéin, el filólogo Nikolái Marr, Vigotski y Alexander Luria, dedicado a analizar “el problema naciente del lenguaje en la cinematografía” [1]. Otro, en Moscú, sobre clínica, incluía médicos especialistas (neurólogos, psiquiatras, etc.) como Lebedinski, Averbuj, Gueshelina y Eidinova. Y otro estaba formado por estudiantes avanzadxs de Paidología en la Universidad de Moscú, dedicado a estudios experimentales sobre el desarrollo infantil (memoria, habilidades motoras, mediación sígnica, lenguaje, etc), en el que participaban las ex alumnas y colegas destinatarias de las cartas Natalia Morozova y Lidia Bozhóvich, junto Aleksandr Zaporózhets, Rosa Lévina, Lía Slávina y Leóntiev. En 1930, en pleno ascenso de la contrarrevolución stalinista (expulsado Trotsky en 1927), y en un clima burocrático cada vez más asfixiante para cualquier disenso, este grupo fue disgregado, las graduadas fueron elegidas para trabajos obligatorios en otras localidades, desde 1931 hasta 1934 los grupos se especializaron y Vigotski y Luria coordinaron grupos dedicados a la discapacidad y estudios clínicos (psiquiatría, neurología) y médicos en Moscú, y sobre niños en Járkov y Leningrado [2]. Mientras, Vigotski daba clases en el Insituto Herzen de Leningrado, algunas de las cuales luego serían compiladas en el libro Lecciones de paidología. Hacia 1934, Vigotski estaba trabajando “febrilmente” en la organización de un departamento de psicología clínica en Járkov junto con otro grupo (Solovionov, Zankov, Veresótskaia, Révina, Slávina y Shif).

La ciencia como parte de un proyecto revolucionario. En una carta más temprana de 1929, dirigida a sus cinco alumnos y colaboradores Vigotski relataba su asombro cuando Luria y luego Leontiev comenzaron a seguirlo en esta empresa científica:

“Sentí una enorme sorpresa cuando A.R. [Luria] fue entonces el primero en seguir este camino, y cuando A.N. [Leóntiev] le siguió. Ahora a la sorpresa se une la alegría de ver que, a juzgar por las señales, no sólo el gran camino es ya visible para mí, sino para otras cinco personas más. Mi sentimiento prioritario es la conciencia de la enormidad e inmensidad de la obra psicológica a acometer hoy (vivimos un período de cataclismos geológicos en la psicología). Pero esto inviste la condición de los pocos que siguen la nueva línea en la ciencia (especialmente la de quienes lo hacen en la ciencia del hombre) de infinita responsabilidad, la hace en su más alto grado seria, casi trágica (y no en el sentido patético de la palabra sino en el mejor y real significado de ésta). Uno se ha de probar a sí mismo mil veces, debe enfrentarse al desafío antes de tomar la decisión, porque se trata de un camino muy difícil que reclama la totalidad de la persona. (Carta de Vygotski a cinco estudiantes, 14 de abril de 1929, citada por van der Veer y Valsiner, 1991, p. 14).”

Este modo colectivo de hacer ciencia en pos de aportar a construir una sociedad comunista, sin explotación, opresión ni destrucción del planeta es ampliamente reconocido como uno de los más creativos y fructíferos del siglo XX, fue replicado en otras geografías (Inglaterra, por ejemplo, en los 1930s), sirvió de ejemplo para movimientos anticapitalistas como Science for the people en los 1960s… y contrasta con la miseria de la biotecnociencia guiada por la ganancia y el control que promueve el capitalismo hoy [3]. Por cierto, es este tipo trabajo científico, estratégico, militante (y no al concepto corriente, alienado) es al que se refiere Vigotski sobre el trabajo de Morozova en su última carta.

Si vamos ahora a la primera cuestión, podemos acercarnos a un ángulo poco conocido de la elaboración de Vigotski sobre los padecimientos subjetivos, solo accesibles quizá, en los Cuadernos de notas personales del autor, que recomendamos al lector. Si bien debe tenerse en mente que se trata simplemente de cartas urgentes en el contexto mencionado, una mirada, y para nada una prescripción o tratamiendo, si podemos ver un modo vigotskiano de enfocar el tema del padecimiento psíquico. Ciertamente encontramos coherencia con su elaboración científica, donde las corrientes más elevadas y más profundas de la personalidad, emoción y pensamiento, constituyen una unidad en un drama personal y profundamente histórico y hasta una ética. Vale recordar que además de estar escritas en un período en el que se desarrollaba la contrarrevolución estalinista y un clima cada vez más asfixiante de presión ideológica sobre los marxistas como Vigotski (llegaron a abrir un proceso contra sus "desviaciones"), ya había sufrido sus primeras crisis mortales de tuberculosis (enfermedad bajo la cual fallecería en 1934), y sus condiciones de vida eran muy precarias. Pero el padecimiento psíquico y las adversidades son aquí pensadas en relación a un horizonte personal y social de transformación revolucionaria. No se trata de un negación de esos estados de profunda angustia que conforman la propia historia personal, el "subsuelo de nuestra psiqué". Es más, se trata del "medio nutritivo desde el cual surgen muchas de las decisiones más profundas. Allí son necesarias", dice nuestro autor, en una reflexión que recuerda reflexiones actuales sobre una melancolía, en particular, como ha señalado Martín Kohan, la de Daniel Bensaid: "un componente melancólico que existe en quienes más y mejor se dispusieron a un tiempo abierto a lo nuevo". Lejos de un anclaje al pasado que anula cualquier futuro, se trata de una melancolía que apunta a un futuro abierto y revolucionario. Si hoy, como dijera Frederic Jameson, “es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”, y esto tiene consecuencias devastadoras para la elaboración del padecimiento psíquico, podemos leer en estas cartas un modo de elaborarlo y una ubicación subjetiva proyectada en unidad con ese horizonte comunista revolucionario.

A continuación publicamos las cartas.

A N.G. Morozova
7 de abril, [19]30

Mi querida Natalia Grigor’evna,
ayer recibí tu carta y sentí una vez más lo imposible e inadmisible que es para vos y para L.I. [Bozhovich] permanecer en las mismas condiciones. Esperamos con impaciencia todas las buenas noticias suyas. En el peor de los casos, envíen una señal de socorro por radio, como el S.O.S. (Save our Souls) [en inglés, Salven Nuestras Almas] de los barcos que se hunden, y salvaremos vuestras almas...

No importa cuán opresiva
es la mano del destino,
¿Qué puede resistir el aliento de
Y ese primer encuentro con la primavera... (Tiutchev)! Esto se aplica
totalmente a vos y a L.I. Por favor, dale mis más cálidos saludos. Esperamos noticias.
Sean fuertes.
Atentamente, LV

A NG Morozova de Izmailovo,
29 de julio de 1930

Querida Natalia Grigor’evna,
acaba de llegar tu carta del 18 de julio. Al principio, debo admitirlo, me asustó y me alarmó. Después, después de reflexionar, pude comprender bien el estado en que lo escribiste, y me entristeció pensar que tenés que soportar tales estados, tal vez incluso día tras día. Conozco muy bien (como todos, en igual medida) esos minutos y horas de impotencia, de síncope del espíritu y de la voluntad, de amargura profunda –casi desesperación– cuando lo que queda de la voluntad se dirige a escapar de ese estado, a librarnos de él, de sentirnos aunque solo sea mentalmente, en un sentido volitivo, fuera de la vida, de dejarlo todo atrás, como escribiste.
Me he sentido entumecido por la vida, conozco esa sensación, como Fet habla de otra variante psicológica de ese estado. Estos estados se despliegan en su desarrollo desde la infancia, o, más precisamente, desde el final de la infancia y el comienzo de la adolescencia y la juventud y, como todas las etapas por las que atravesamos, permanecen en nosotros de forma intrincada* [para], en un momento de impotencia, de debilidad de espíritu, de falta de voluntad, separarse de la totalidad de nuestra vida intelectual y arrojarnos muy atrás, profundamente hacia el pasado, a la tristeza todavía irrazonable y no libre, y por lo tanto a la tristeza elemental, fuerte y abrumadora de nuestros años de adolescencia. Todo esto debería resultarte claro, y podés dar fe de la verdad de lo que estoy diciendo y comprender detrás de estas secas palabras la esencia del estado mental que te ha poseído.
Creo que fue en ese estado en el que escribiste la carta. Y también creo que sabés que tenés que luchar contra estos estados y que podés superarlos. El hombre vence la naturaleza fuera de sí, pero también dentro de sí; ahí radica nuestra psicología y nuestra ética, ¿no es así? Por lo que, como podés ver, no objeto tu carta, aunque quizá sí tenga una objeción. Tiene que ver con lo colectivo. ¿Cómo podés decir que nos “saldremos adelante” sin vos, que el colectivo también “saldrá adelante”, que sos una individualista dentro del colectivo, y tal? Todo eso es fundamentalmente falso. No saldremos adelante sin vos, no podemos salir adelante sin vos, el colectivo no va a salir adelante sin vos. Nuestro colectivo, como cualquier colectivo en el verdadero sentido de la palabra, no niega el individualismo, sino que se apoya en él. Así como un organismo depende de la cooperación organizada de órganos especializados y diferenciados (es decir, individualizados). De hecho, lo colectivo consiste en la cooperación de individualidades. Cuanto mayor sea el número de estas individualidades y cuanto más notables sean, más impregnadas de autoconocimiento van a estar; en otras palabras, cuanto más conscientes sean de sí mismas en tanto personalidades (y eso es lo que es el individualismo, bien entendido), mayor será el colectivo. Por lo tanto, no importa cuán angustiada puedas estar, no importa cuánto sea “una atrás de otra”, siempre tenés que saber y recordar esto: firmeza e inexorabilidad son cosas que todos debemos tener en esta empresa, una conexión con otros y con la causa. Hier stehe ich [Esta es mi posición], como dijo Lutero. Todo ser humano debe saber dónde está parado. Vos y yo también lo sabemos y debemos mantenernos firmes.
Y de ahí esta conclusión: vos, no [nadie] más, debés registrar la reacción de elección [4], este capítulo sobre el desarrollo de la libertad de una persona frente a la coerción externa de las cosas y su voluntad. Eso es todo. Y ahora, si estás de acuerdo conmigo, te insto a que escribas de forma concreta, completa y detallada, sin miedo ni vergüenza, sobre lo que estás viviendo, lo que te preocupa, lo que no está yendo bien, lo que pasó y cómo, lo que te desespera.
Lo espero mucho, y tenés toda mi atención.

Sinceramente tuyo,
L. Vigotski

*Y en esa forma intrincada, que forma el subsuelo de nuestra psique, donde las aguas se estancan y se purifican, ellas sirven de medio nutritivo desde el cual surgen muchas de las decisiones más profundas. Allí son necesarias. Es angustiante cuando quedan expuestas y salen a la superficie, aprovechando las fisuras que se abren hacia arriba. L.S.V.

A N. G. Morozova,
19 de agosto de 1930

Mi querida Natalia Grigor’evna,
creo que el tiempo va ganando la partida, y que esta carta te encontrará en un mejor estado de ánimo. Tras recibir tu carta, he reafirmado aún más mi opinión de que te has visto superada por la fatiga, una especie de síncope mental, una pérdida de energía mental. No es difícil salir de este estado: tenés que darte descanso físico y psicológico, y no debés permitir que los primeros deseos y pensamientos que aparezcan ganen poder sobre vos. La regla aquí (en la batalla psicológica y en someter a opositores rebeldes y fuertes a tu poder) es la misma que en cualquier tipo de sometimiento: divide et impera, o divide y vencerás. En concreto, no hay que dejar que sea “una atrás de otra”, no hay que permitir que los más variados deseos y pensamientos que pretenden apoderarse de nosotros unan sus fuerzas y se conviertan en una gran masa. Hay que dividirlos (conscientemente); vencer –esta es, sin duda, la palabra más adecuada en relación con el dominio de las propias emociones–. Para una persona que conoce la “magia del verso” (el de los demás y el propio) y cómo se llega a la verdad a través del estudio científico (a través de qué tipo de abnegación humana, a través de la subordinación de todo al núcleo básico del individuo), encontrar la salida es simplemente una cuestión de esfuerzo psicológico. Estoy convencido de que vas a hacer este esfuerzo y vas a encontrar la salida: está ante vos; más exactamente, está en vos (es decir, en una continuación del viaje creativo, en permanecer fiel a la mejor parte de tu ser). Soltá las amarras del abatimiento, lee despacio y una y otra vez la “alegría desvanecida de mis años salvajes” de Pushkin, que limpia e ilumina, y agarrate al único hilo conductor de toda tu vida: tu principal afán y tu principal tarea, tu trabajo. Después de haber descansado, no hace falta decirlo. Sabé que todos nosotros estamos totalmente con vos (y permitime decir para mí mismo que yo voy a estar con vos siempre y en todas partes). Que te mejores. [La carta se interrumpe en este punto].

* Traducción desde el inglés y edición a cargo de Juan Duarte.

 
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