Basura y dictadura
En 1977, el gobierno de la dictadura cívico-militar de Videla desarrolló la empresa de gestión estatal llamada “Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado” (CEAMSE por sus siglas), para la administración de residuos sólidos urbanos (RSU) e industriales en el AMBA, a partir de una serie de reglamentaciones y del decreto ley 8782/1977 [1].
La política de la basura urbana antes de este plan, se reducía a la incineración de ésta en diferentes puntos de la CABA y la PBA. Los edificios tenían que tener obligatoriamente un incinerador propio gestionado por el consorcio. Para quemar la basura, se necesitaba un consumo muy alto de combustibles fósiles, cuyos gases se despedían a la atmósfera sin ningún tipo de tratamiento que, con altos volúmenes de carbono y hollín en días de baja presión, dejaban a la ciudad cubierta de un densa capa de smog visible. Con la creación de la empresa estatal CEAMSE en el 77 se prohibió la incineración comenzando a tratar la basura mediante el relleno sanitario [2]. Dicha empresa estatal está gestionada hasta el día de hoy en conjunto por los distritos de la CABA y la PBA [3].
Ahora bien ¿Por qué la dictadura implementó este plan “novedoso”? Con la intendencia del Brigadier Cacciatore al frente de la municipalidad de la CABA, se implementa una serie de medidas en post del desarrollo en el AMBA de dos tipos de ciudades: Por un lado, la ciudad para los ricos, empresarios y clases medias acomodadas, quienes “merecían la ciudad” dentro de los límites de la General Paz . Por otro lado, las personas con menos recursos que solo podrían transitarla. Alrededor de 300 mil trabajadores, pobres urbanos y clases medias bajas, muchos viviendo en las villas miseria de la ciudad, fueron expulsados hacia el conurbano bonaerense mediante políticas coercitivas y represivas, de regulación de los usos del suelo que favorecieron la especulación inmobiliaria aumentando el valor de los alquileres. En cuanto a la compra de viviendas y terrenos se hacía cada vez más difícil para estos sectores hacerlo en la ciudad.
Para acompañar este proceso de elitización de la ciudad, era necesario eliminar el smog y, al mismo tiempo, que la disposición de la basura no sea dentro de sus límites sino fuera de ellos. En la Ciudad de Buenos Aires no podía haber basura, ni pobres, ni smog.
Este razonamiento se mantiene hasta el día de hoy. La CABA no se hace cargo territorialmente de la basura que produce, siendo la urbe del país que mayor residuos genera pero la única que no se hace cargo de ella. Se terceriza los problemas ambientales del manejo de la basura a la periferia urbana en diferentes puntos de la Provincia de Bs As, siendo el más importante el complejo CEAMSE Norte 3 en San Martín que recibe en promedio 436.325 toneladas al mes de basura abarcando una población de 14 millones de habitantes.
También, están dentro del conjunto del sistema, el CEAMSE de González Catán que recibe en promedio al mes de 44.640 toneladas de basura abarcando la población de La Matanza de aproximadamente 2.3 millones de habitantes; El complejo de Ensenada, que recibe al mes 29.950 toneladas de basura abarcando a 925 mil habitantes; El CEAMSE de Ezeiza, con 12.332 toneladas al mes con una población alcanzada de 504.519 habitantes y, por último, el complejo que está en etapa de cierre de Villa Dominico, que recibió 48 millones de toneladas de basura y dejó de operar en el 2004 por manifestaciones de la población que lograron el cierre total [4]. Tanto el complejo de San Martín como el de Ensenada se destacan por tener una gran cantidad de residuos industriales, mucho más contaminantes que los residuos habitacionales.
La gestión de residuos en el sistema capitalista, tiene como objetivo central la obtención de ganancias y no el cuidado del medio ambiente. El enfoque del CEAMSE es el de enterrar la basura, lo que se llama “relleno sanitario”, y no el reciclado ni otros procesos posibles que existen hoy en otros países. En los últimos años, se desarrolló todo tipo de marco jurídico en la Argentina para tender al “desarrollo sustentable del medio ambiente” en la administración de la basura, pero en los hechos se avanzó poco y nada hacía este sentido [5]. En el circuito formal, en cuanto a rellenos sanitarios, los actores sociales principales son el CEAMSE, las empresas recolectoras de residuos, las entidades empresariales que intervienen como SECCO S.A,, las empresas que operan los rellenos sanitarios, las empresas vinculados al transporte-disposición final y los gobiernos municipales.
Raúl Álvarez [6], en su investigación, describe el mecanismo por el cual el CEAMSE gestiona qué cargamentos de basura se pueden reciclar y cuáles no. Las compañías se benefician con el enterrado de los productos valiosos, sobre todo tecnológicos, que podrían ser reciclados muy fácilmente, ya que no les conviene que se reintroduzcan al mercado porque puede influir en una baja de los precios de dichos productos y obtener así menos ganancia. Las empresas pagan una alícuota al CEAMSE por la gestión de sus residuos y este pago funciona como garante para que el ente estatal entierre sí o sí estos productos y que no vuelvan al mercado. Por lo tanto, cargamentos enteros de bienes aprovechables se entierran en pos de los intereses empresariales [7].
La función del CEAMSE, básicamente, es la de socializar el costo de la gestión de la basura, mientras las ganancias que se desprenden de los procesos productivos se lo quedan los privados. Y acá tenemos uno de los aspectos centrales a problematizar. Una empresa estatal como el CEAMSE, que se sostiene por impuestos de la población, en su enorme mayoría de la clase trabajadora y, en menor medida por las alícuotas de los privados, es dirigida por las necesidades de éstos últimos que le ordenan al CEAMSE algo tan irracional como que no recicle lo reciclable. Los costos de lo que ellos consideran basura los pagamos todos, las ganancias de la producción (de dónde deriva esa “basura”) se la quedan unos pocos. Esta es la razón principal por la cual el CEAMSE pasó todo el proceso de privatizaciones en los 90 sin ser privatizada, porque cumple una función proactiva para las empresas privadas y por eso a nadie se le ocurriría transformar la estatal CEAMSE creada por la dictadura cívico-militar en una Sociedad Anónima.
Cuando hablamos de costos, no es sólo en términos económicos, sino también en relación a los costos ambientales que se generan por este tipo de gestión deficiente.
¿Buenos Aires? Una de las 4 ciudades con mayor contaminación por metano del planeta
El relleno sanitario es un espacio en donde se realiza la disposición final de la basura y consta básicamente de una depresión en el suelo que se excava y se recubre el piso con una membrana protectora para que la basura no tenga contacto con la tierra debajo. Se construyen sistemas de colección de líquidos lixiviados, que es un líquido contaminante que se desprende de la basura con el tiempo. Si queremos tener una referencia “doméstica” de este líquido, es cuando nos olvidamos la basura por un día o más en el tacho y al sacar la bolsa observamos que hay un líquido en el fondo, muchas veces de color negro. El proceso por el cual se genera este fluido se lo denomina lixiviación y es el desprendimiento de diferentes compuestos líquidos contaminantes del residuo sólido. También se colocan sistemas de venteo de gases, caños que atraviesan desde el piso hasta la superficie del relleno sanitario y van recolectado el biogás que emite la basura, principalmente metano (CH4) y dióxido de carbono (CO2).
El CEAMSE, realizó un acuerdo con la empresa “Juan F. SECCO S.A” para la generación de energía eléctrica a partir del biogás [8] que producen las montañas de basura en el relleno sanitario. El sistema consta de la recolección del biogás, principalmente metano, para su quema controlada y con la energía calórica se ponen en movimiento motores especiales que producen electricidad. Esta empresa opera en Chile, Bolivia, Uruguay y en Argentina, donde se aplica este método en Tucumán, Córdoba, Rosario, Buenos Aires, Río Negro y Chubut. A partir de este sistema, supuestamente [9], no se libera metano a la atmósfera.
El metano es un gas de efecto invernadero que aporta considerablemente a la contaminación atmosférica. De hecho, es el gas que tiene mayor impacto en el proceso del calentamiento global, ya que en pequeñas proporciones retiene el calor entre 20 y 30 veces más que el dióxido de carbono (otro gas de efecto invernadero altamente contaminante). Diferentes estudios plantean que el gas metano contamina unas 80 veces más que el CO2 a la atmósfera. El metano, al interactuar con la luz solar, genera la formación de partículas de Ozono al nivel del suelo, otro gas que favorece el calentamiento global y que al estar en capas bajas de la atmósfera también aporta a producir serios daños en la salud: cuadros de Asma, irritación en las vías respiratorias, enfermedades de la piel, alteración en el sistema inmunológico, disfunciones pulmonares, entre otras.
Cuando el metano no se aprovecha para la generación de electricidad, se libera a la atmósfera directamente o se quema produciendo dióxido de carbono y partículas de carbono negro, elementos que son menos contaminantes que el metano en términos atmosféricos pero no son para nada inocúos. Las partículas del carbono negro son 30 veces más pequeñas que un cabello humano, por lo que no lo podemos filtrar naturalmente al respirar entrando directamente a nuestros pulmones. En consecuencia, se pueden encontrar enfermedades asociadas cardiovasculares, respiratorias y pulmonares, incluyendo el cáncer de pulmón. El dióxido de carbono es el primer gas de calentamiento global por las altísimas proporciones que ya hay en la atmósfera, producto de la utilización de los combustibles fósiles principalmente.
A pesar de que la empresa SECCO S.A se instaló en los diferentes complejos ambientales del CEAMSE para la conversión del metano en electricidad y así reducir el daño que producen los rellenos sanitarios, en un estudio reciente de agosto de 2022 con la utilización de imágenes satelitales, se constata que Buenos Aires está entre las 4 urbes que más metano produce en el mundo, sobre la base de la disposición de basura, junto con Pakistán, India y Bangladesh. Otro informe, en febrero del 2024 del diario The Guardian, apoyado en la investigación a través del satélite de la empresa Kayrros, se revela que el CEAMSE de San Martín tuvo entre 2019 y el 2024 más de 100 fugas de superemisión de metano. Para dar una dimensión, la peor fuga se produjo en agosto del 2020, emitiendo a la atmósfera 230 toneladas por hora de metano, que equivale al funcionamiento por hora de aproximadamente 36 millones de autos al mismo tiempo en términos de contaminación ambiental. Es más del doble de todo el parque automotor del país, siendo a fines del 2023 de menos de 16 millones de autos. Es claro que el método del relleno sanitario no es eficiente para contener los gases contaminantes, así como hay otros estudios [10] que demuestran que el líquido lixiviado suele derramarse hacia el suelo y las aguas subterráneas.
Así las cosas, la empresa SECCO S.A pretende cerrar la planta de Ensenada por supuesta falta de gas metano para la producción de energía eléctrica, sin embargo afirman que gas metano hay (aunque en pocas proporciones supuestamente) y que al cerrar volverían al método de la quema produciendo dióxido de carbono y carbono negro. Con esta decisión entre la empresa y el CEAMSE se despidió a 7 trabajadores que están luchando por la reapertura de la planta y su reincorporación para evitar la quema o la liberación directa del metano a la atmósfera. Además, resulta sospechoso que no haya gas metano suficiente para la producción de electricidad siendo que el complejo de Ensenada acumuló basura durante 37 años hasta el 2018 que se puso en pie la planta de biogás ¿En sólo 6 años se acabó el gas metano o no se quiere invertir para aprovecharlo mejor y ser más eficientes?
La concentración de los RSU e industriales de todo el AMBA en sólo 4 centros de disposición de basura es ineficiente, ya que la hiperconcentración de basura hace que los riesgos ambientales aumenten exponencialmente. Si se compara con otros países de Latinoamérica y del mundo, la disposición final de basura se suele distribuir en muchos centros para justamente reducir los riesgos ambientales, la generación de gas metano y la lixiviación. Esta forma de gestionar genera “bombas de metano”, sobre todo del CEAMSE Norte 3, con millones de toneladas de basura enterrada durante 47 años al día de hoy, situación que es cada vez más difícil de revertir a medida que pasa el tiempo.
Como vemos, las fugas de metano y los estudios citados demuestran que la inversión en la gestión de los RSU e industriales es deficiente y sólo está al servicio de la ganancia de unos pocos. Tenemos que tener en cuenta, además, que gran cantidad de empresas vierten la basura en cuerpos de agua o zanjas para evitar el pago al CEAMSE o la inversión en el tratamiento en sus propias plantas y que el Estado no controla ni pretende hacerlo. Incluso, muchos municipios vuelcan la basura en basurales a cielo abierto (que liberan metano al ambiente y que están prohibidos por ley) para bajar el presupuesto destinado a la gestión de residuos, que promedia nada más y nada menos que el 14% de los municipios de la PBA y de la CABA (algunos municipios llegan incluso al 20% del gasto presupuestario general) [11]. Es decir, la plata que mueve la gestión de residuos sólidos urbanos e industriales es de altas proporciones, triplicando los presupuestos municipales de salud por ejemplo. Es un gran negocio.
Vivir en la basura
La dictadura ubicó a los rellenos sanitarios nombrados del conjunto del CEAMSE en el AMBA en zonas inundables para así elevar la cota del suelo y transformarlos en espacios parquizados en un futuro. El discurso de los militares planteaba la necesidad de la puesta en pie de estos rellenos sanitarios para mejorar las condiciones de habitabilidad en el conurbano bonaerense y valorizar la tierra urbana. Nada más lejano.
Tomaremos como referencia el CEAMSE Norte 3, que es el complejo ambiental más grande de la Argentina, con un predio que en conjunto ronda las 500 hectáreas y que lo cedió Campo de Mayo, es decir los militares lo pusieron a disposición de la empresa estatal [12]. Ahora bien, los aspectos que describiremos de este espacio geográfico son fácilmente replicables en los CEAMSE de Ensenada, González Catán, Ezeiza y Villa Domínico aunque en menor escala ya que son complejos más pequeños.
Los objetos naturales (agua, suelo, aire, etc.) están influidos de conjunto por la disposición de la basura en el CEAMSE produciendo un alto impacto ambiental negativo. El paisaje, está compuesto por las “montañas” de basura concentradas a los costados del río Reconquista, calles de tierra, casas construidas de manera precaria sin servicios básicos como alumbrado público y un olor fuerte que proviene del CEAMSE. Es una zona hiperdegradada, periférica del núcleo urbano de la CABA que cumple la función social de vertedero de basura urbana.
En cuanto a lo natural, como plantea Davis en “el planeta de las ciudades miseria”, las zonas hiperdegradadas se caracterizan por estar compuestas por una geología adversa y la franja Noroeste del partido de San Martín donde se ubica el CEAMSE Norte 3 no es una excepción, principalmente por ser zonas bajas de planicies de inundación de la cuenca del río Reconquista, donde se encuentran los asentamientos informales, sumado a la contaminación ambiental del suelo, agua y aire. Todos estos problemas los consideramos riesgos ya que son medibles y plausibles de evitar o reducir con una óptima planificación social. Sin embargo estos riesgos están hace décadas sin haber cambios significativos en cuanto a mejoría.
El CEAMSE Norte 3 está rodeado de “villas y/o asentamientos precarios”, generando la concentración más grande poblacional precaria de todo el AMBA. Estos barrios los caracterizamos, tomando a Lefebvre, como hábitat pobres, entendiendo el hábitat desde una perspectiva morfológica en cuanto a las características ambientales (suelo, aire, agua, etc.) y socioeconómicas (servicios básicos, tipos de viviendas, transporte, etc.). Como señala este autor francés, haremos una distinción entre el hábitat y el habitar.
Necesariamente ambos conceptos están entrelazados ya que, como dijimos, el primero es el aspecto morfológico y el segundo, el
habitar, para el individuo o para el grupo, es apropiarse de algo. Apropiarse no es tener en propiedad, sino hacer su obra, modelarla, formarla, poner el sello propio. Esto es cierto tanto para pequeños grupos, por ejemplo la familia, -como para grandes grupos sociales,-por ejemplo quienes habitan una ciudad o una región. Habitar es apropiarse de un espacio; es también hacer frente a los constreñimientos, es decir, es el lugar del conflicto, a menudo agudo, entre los constreñimientos y las fuerzas de apropiación; este conflicto existe siempre, sean cuales fueren los elementos y la importancia de los elementos presentes [13].
Ambos conceptos citados por Lefebvre, nos permite contornear y distinguir la pobreza de los hábitat de villas y asentamientos en cuanto a las condiciones de precariedad de la vida tanto ambientales como socioeconómicos y, por otro lado, la apropiación del espacio construyendo colectivos culturales, comedores solidarios, cooperativas de reciclado, ayuda colectiva en la autoconstrucción de casas o servicios esenciales como pozos de agua, recolección de basura ya que los camiones no entran, tampoco los bondis, entre otras cosas. Formas colectivas que están en constante conflicto con el Estado. Las personas que viven en estos lugares se apropian del espacio y se organizan en función de resolver los obstáculos que se presentan de manera colectiva. Estos sectores se instalan en zonas inundables y adversas porque son terrenos, por ahora, no valorizables por sus características y, ante ello, el Estado no los desaloja. Logran asentarse pero renuncian a la salud pública y el valor de uso urbano [14].
El desarrollo urbano está íntimamente ligado al avance del capitalismo con la lógica de valorización y apropiación del excedente social por la clase capitalista. Esta clase avanza en la explotación, desigualdad y exclusión social poniendo por delante de todo derecho, incluso de la vida misma, la propiedad privada y la ganancia de unos pocos por sobre las necesidades de la mayoría de la sociedad.
Tomamos esta dinámica urbana, como parte del proceso del capital en donde Marx se pregunta:
¿de dónde proviene ese hecho peregrino de que en el mercado nos encontramos con un grupo de compradores que poseen tierras, maquinaria, materias primas y medios de vida, cosas todas que, fuera de la tierra virgen, son otros tantos productos del trabajo, y, de otro lado, un grupo de vendedores que no tienen nada que vender más que su fuerza de trabajo, sus brazos laboriosos y sus cerebros? ¿Cómo se explica que uno de los grupos compre constantemente para obtener una ganancia y enriquecerse, mientras que el otro grupo vende constantemente para ganar el sustento de su vida? La investigación de este problema sería la investigación de aquello que los economistas denominan «acumulación previa u originaria», pero que debería llamarse, expropiación originaria. Y veríamos entonces que esta llamada acumulación originaria no es sino una serie de procesos históricos que acabaron destruyendo la unidad originaria que existía entre el hombre trabajador y sus medios de trabajo [...]. Una vez consumada la separación entre el trabajador y los medios de trabajo, este estado de cosas se mantendrá y se reproducirá en una escala cada vez más vasta, hasta que una nueva y radical revolución del modo de producción lo eche por tierra y restaure la unidad originaria bajo una forma histórica nueva [15].
Este proceso es constante y necesariamente implica la desposesión de los que no tienen más que su fuerza de trabajo, desposesión material ante las crisis que golpean sobre todo a esta enorme mayoría de la población, así como también desposesión que se inscribe en lo geográfico, en cuanto a la revalorización de nuevos espacios urbanos y los procesos de gentrificación [16] que están relacionados a la expansión de hábitat pobres en la periferia de las ciudades.
El derecho a la ciudad planteado por Lefebvre, está negado para los sectores que viven en la franja del Noroeste del partido de San Martín, entendiendo este derecho desde el punto de vista colectivo, de posibilidad de acceder al uso del espacio pero también intervenir en la planificación integral en salud, educación, transporte, espacios de ocio, arte, ciencia, vivienda, etc. La ciudad industrial capitalista, no tiene planificación social sino que se desarrolla en función de la lógica de la ganancia y en obtener las mejores condiciones empresariales para dicho fin.
De esta manera, la clase obrera y la población pobre es rechazada, como ya describimos, del centro urbano y es empujada hacia las periferias donde están instaladas las industrias contaminantes y existen mayores riesgos ambientales; por lo tanto, es expropiada de lo mejor que puede dar la ciudad en cuanto a valor de uso y valor de cambio. El derecho a la ciudad es importante tenerlo como marco conceptual para pensar la habitabilidad y la intervención del CEAMSE en este aspecto por diferentes motivos. Por un lado, sirve para el análisis urbano y la lógica de localización de las clases sociales en un espacio geográfico determinado; en segundo lugar, brinda la posibilidad de pensar a la ciudad en términos de intereses en pugna, pensar la ciudad en el marco de la lucha de clases; en tercer lugar, como lo planteamos anteriormente, es una conceptualización que al plantearla como un derecho colectivo, logra abarcar problemas sociales como el acceso a la vivienda, agua potable, luz, transporte, sanidad ambiental, etc.
El rechazo de la población empobrecida y obrera del núcleo urbano, en este caso la CABA, es constante a medida que se desarrolla la urbanización y el Estado mismo avala esta dinámica. Las características sociales de los que habitan los alrededores del CEAMSE es de alta precariedad socio-económica donde la reproducción de la vida está ligada a la basura, como posibilidad de alimento así como también, con suerte, de reventa de componentes (sobre todo electrónicos), que se puedan reciclar o que tengan cierta utilidad.
¿Marginalidad o ejército industrial de reserva?
En los estudios sobre pobreza y desigualdades socio-económicas hay una línea de pensamiento que se basa en la concepción de desafiliación social que propone Castel en el cual, las personas en condiciones de alta vulnerabilidad en todos los sentidos, están separadas de las redes societales tanto económicas como sociales, que hacen que estén desprotegidos y excluidos del circuito social, es decir, sectores marginales.
Por otro lado, podemos pensar esta problemática desde la perspectiva marxista de la formación inherente en el capitalismo del ejército industrial de reserva, que está compuesto por una masa de desocupados, pobres urbanos, que presionan al conjunto del sistema socio-productivo para una baja de salarios y mayor precarización laboral y de la vida. Este punto de vista, deja más claro la función social y económica que tienen los sectores de bajos recursos en la periferia de la ciudad. Lejos están de no ser parte del sistema de conjunto, de ser “marginados”, sino que para los empresarios y el Estado capitalista la integración de estos sectores está dada por dicha función socio-económica en cuanto a la baja del salario y precarización laboral.
Además de este circuito formal de la basura que abarca la enorme mayoría de los residuos urbanos e industriales, se fue desarrollando un circuito aparte, más pequeño, que tiene por un lado una esfera formal, de cierto amparo legal corporizado en las plantas de reciclaje de residuos organizadas en cooperativas y, por otro lado, una esfera informal de basurales a cielo abierto que aunque son ilegales están amparados por los gobiernos municipales para ahorrar costos. Dentro de la esfera informal, está el recuperador urbano, el “ciruja” o “quemero”, como se le dice coloquialmente, que entra al predio del CEAMSE para recuperar y revender lo que sea que se encuentre en el basural, en condiciones adversas, comprometiendo su salud y custodiados por la policía [17] que en diversas oportunidades golpeó e incluso llegó a disparar y matar a personas que estaban dentro del predio recolectando.
Contornos para planificar posibles soluciones
El problema de la basura está en fuerte relación a la necesidad constante del aumento de la productividad en el capitalismo y los patrones de consumo desarrollados, sobre todo, en la ciudad. El avance de lo privado sobre lo público en el valor de uso urbano y sus servicios, generan una escasez artificial que tiene como único fin sostener precios ridículos de la tierra urbana.
En cuanto a la basura, eliminar la disposición de ésta cerca de los cascos urbanos es de vital importancia junto con la multiplicación de centros de disposición final de RSU e industriales para la óptima gestión, poniendo en pie más de 100 centros de manejo de desechos en el AMBA. Existen múltiples métodos de tratamiento de la basura, como el de la incineración controlada para la generación de electricidad, que es mucho más eficiente en comparación al del relleno sanitario utilizado en el país con las consecuencias descritas. Sin embargo, de manera transicional, generar electricidad a partir del biogás es fundamental para no liberar el metano que producen estos gigantescos rellenos.
Ahora bien, la mejor basura es la que no se genera, por lo que es fundamental el tratamiento en origen, realizando una correcta separación para poder reciclar y reutilizar. Además, es necesario prohibir el método de la obsolescencia programada en la producción industrial, produciendo bienes de uso que tengan alta durabilidad y que sean actualizables con el paso del tiempo, en el caso de las tecnologías, para no tener que desecharlas. En cuanto a los residuos industriales, los privados tienen que tener obligatoriamente un tratamiento en la planta y, si no lo pueden realizar, pagar altos impuestos que no sólo aporten al sistema de recolección, disposición y tratamiento, sino también en planes de obras públicas que generen trabajo y nuevos barrios para los asentamientos que se encuentran hoy alrededor de los CEAMSEs y que se necesitará tiempo para la recuperación ambiental de los millones de toneladas ya enterradas.
Los usuarios, trabajadores y vecinos son los únicos interesados en el avance de una planificación sostenible de los RSU e industriales, sobre la base de las necesidades de las grandes mayorías y el cuidado ambiental.
Estos son algunos de los aspectos que profundizaremos en próximos artículos.
Bibliografía
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