Cuando te hablo de contaminación seguro pensás en autos, fábricas o incluso incendios forestales. Pero las operaciones militares ¿contaminan?
El genocidio que hoy lleva a cabo el Estado de Israel es un ejemplo muy importante.
Las emisiones contaminantes de los bombardeos de Israel sobre Gaza y el Líbano, de tan solo los primero tres meses del conflicto, fueron superiores a las emisiones totales de un año entero de los 20 países más pobres.
Esto surge de un artículo científico publicado en enero de 2024 que mide las emisiones inmediatas, a mediano y largo plazo del ejército sionista. Sólo las inmediatas se calculan en más de 280.000 toneladas de carbono por aviones y bombas. Una cifra que no paró de aumentar.
Israel dice a favor del capitalismo “verde” que ofrece tecnología para la captura y almacenamiento de carbono, para la captación de agua y alternativas vegetales a la carne. Pero el genocidio contra la población palestina muestra su verdadera cara y es brutal, con más de 41.000 personas asesinadas, 93.000 heridos, 11.000 desaparecidos y 2,3 millones de personas condenadas al hambre y sin acceso al agua en Gaza.
Además, Israel bombardea a los palestinos con fósforo blanco.
Esta arma química es muy peligrosa y está prohibida por pactos internacionales. El fósforo blanco en combustión es muy difícil de extinguir ya que ni siquiera con agua se puede apagar.
Genera consecuencias graves en las personas, en las vías respiratorias y quemaduras profundas y muy dolorosas. Y además tiene efectos devastadores en cultivos agrícolas, reservas naturales, fuentes de agua y los lugares donde caen los misiles por la dificultad para limpiarlo.
Los científicos alertan sobre esta llamativa y trascendental omisión en los informes de las Cumbre Climáticas de la ONU: los efectos ambientales de las guerras e invasiones militares.
La subestimación es total. Por eso, los ejércitos de todo el mundo tienen vía libre para contaminar con total impunidad y países como Israel aparecen como mucho menos contaminantes de lo que son.
Ya en estudios anteriores se señalaba que la huella de carbono de Israel podría ser entre 5 y 8 veces superior incorporando todo el suministro bélico.
Y otras investigaciones señalan que los aparatos militares son responsables de casi el 5,5% de las emisiones mundiales anuales, más que las industrias de la aviación y el transporte marítimo juntas.
Decir que la guerra es destructiva es una obviedad, pero que además contribuye a la crisis climática muestra que todas las organizaciones que dicen querer frenar el calentamiento global deberían expresar por un ¡Alto al fuego ya!
Como dice Greta Tumberg: "No hay justicia climática en tierras ocupadas"
Toda nuestra solidaridad con el pueblo palestino. |