Editorial |
Resistencia y libertad
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Ataques que fortalecen. Una reflexión a propósito de las palabras Pompeyo Audivert sobre la autonomía, la autogestión y la unidad. Editorial de “El Círculo Rojo”, programa de La Izquierda Diario que se emite todos los jueves de 22 a 24 por Radio Con Vos 89,9. |
Link: https://www.laizquierdadiario.com/Resistencia-y-libertad
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"El ataque de Milei a la cultura nos fortalece" dijo Pompeyo Audivert en el Pase lo que Pase del miércoles pasado (de ayer), acá en Radio Con Vos. Pompeyo es actor, director de teatro, docente y en el contexto de la conversación sobre su obra “Habitación Macbeth” hizo esa afirmación cuando le preguntaron sobre la situación actual y específicamente sobre los ataques de Milei al mundo de la cultura.
Sonó como una afirmación disonante para cierto sentido común que predominó en el discurso público desde que comenzó este proceso político en diciembre pasado. De hecho, Reynaldo Sietecase un poco sorprendido dice “lo ve (al ataque) como algo positivo” y Audivert reafirma que sí porque “excita nuestra unidad y nuestra potencia” y porque “retembla esa condición más independiente, autónoma y autogestiva” que es importante para el arte y para la actividad cultural en general y que considera que debe pasar a otras escalas sociales, replicarse en el conjunto de la sociedad. Cree que hay que recuperar ese espíritu y que este contexto adverso, hasta cierto punto, ofrece una oportunidad.
Inmediatamente me vino a la memoria una afirmación que hizo Sartre (el destacado intelectual de izquierda francés) que abrió un texto titulado “La república del silencio” con la siguiente afirmación: “Nunca fuimos tan libres como bajo la ocupación alemana”. Ustedes recordarán: Francia estuvo ocupada entre 1940 y 1944 por la Alemania nazi, en ese marco se desarrolla la resistencia hasta el fin de la Segunda Guerra, etc.
Eran condiciones mucho más trágicas que las actuales, pero me parece que describe cierta gramática que es común a toda forma resistencia y que es necesario rescatar. Porque Sartre escribe: “Habíamos perdido todos nuestros derechos y en primer lugar el de hablar; nos insultaban a la cara cada día y era necesario callar; nos deportaban en masa, como trabajadores, como judíos, como prisioneros políticos etc.”. “En todas partes —continua Sartre—, en los muros, en los periódicos, en las pantallas encontrábamos ese rostro inmundo que nuestros opresores nos querían dar de nosotros mismos: debido a todo eso éramos libres”. Y concluye: “Porque cada pensamiento era, precisamente, una conquista; porque una policía todopoderosa procuraba obligarnos al silencio, cada palabra se volvía primordial como una declaración de principios; porque éramos perseguidos, cada uno de nuestros gestos tenía el peso de un compromiso”.
Creo que lo de Pompeyo Audivert y lo de Sartre comparten cierto espíritu que es el de la productividad que puede habitar en la resistencia, en el despertar de ciertas consciencias adormecidas, ahora sacudidas por un ataque profundo que muestra lo descarnado que puede ser el poder en una sociedad como la sociedad capitalista.
A ver, no se trata de esa caricatura que muchas veces se hace sobre el famoso “cuánto peor, mejor”. Considero tanto a Sartre como a Pompeyo Audivert mucho más inteligentes como para adherir a esa chicana que, en general, es pronunciada por gente que siempre quiere evitar el conflicto, para la que nunca da “la relación de fuerzas” y entonces a quienes dicen que hay que luchar, responden con esa caricatura: “Vos porque creés que ‘cuánto peor, mejor’”. Bueno, no. Me parece que lo que quieren decir es más profundo: dado que estas son las circunstancias inevitables de nuestro presente (la ocupación alemana en el caso de Francia, la “ocupación” mileísta en el caso de la Argentina) no nos dediquemos sólo a denunciar los ataques y el daño producido por los adversarios o por los enemigos o, para decirlo más simplemente, no nos avoquemos sólo a llorar o a lamentarnos por lo que pasa. Tratemos de ver por qué llegamos hasta acá, intentemos sacar las conclusiones políticas necesarias (lo que dice Audivert de la autonomía o de la autogestión, en este sentido es muy importante), y busquemos qué se puede rescatar de experiencias anteriores y qué posibilidades nuevas anidan en la resistencia.
Porque durante todo este tiempo nos quisieron convencer de que el grueso de la sociedad (los trabajadores, las trabajadoras y las mayorías populares) estaban derrotada, incluso peor que derrotada, estaba desmoralizada al punto tal que había dado su respaldo consciente a un proyecto político que prometió destruirla.
Justamente para evitar esa desmoralización es importante equilibrar el balance de lo que pasó y las características contradictorias de ese giro político que terminó con Milei en el Gobierno. Un proceso que fue mucho más contradictorio de lo que, en general, se piensa.
Sin embargo, en la marea humana que ocupó las calles en la primera marcha universitarias y que probablemente se repita en la próxima movilización convocada para el 2 de octubre, anidaban muchas posibilidades que se intentaron contener (negociando por separado cada uno sus intereses); las marchas persistentes de los jubilados y las represiones que provocaron que hasta al Papa hiciera declaraciones fuertes contra el Gobierno (de hecho en la última movilización sacaron los gases) o en un hecho que pasó esta semana que viene de una experiencia larga: la Legislatura de la provincia de Buenos Aires dio media sanción a la expropiación de la cooperativa MadyGraf para que quede definitivamente en manos de sus trabajadores.
En todos estos hechos, que se combinan con una caída en la imagen y en el respaldo al Gobierno, se empieza a demostrar que era falsa esa idea de que todo el mundo se había vuelto neoliberal, individualista, meritocrático, no solidario, anti colectivista. Es decir, que la utopía reaccionaria de Milei de una sociedad de individuos aislados, de todos contra todos, ya se había realizado.
Tampoco se trata de un elogio de la resistencia por la resistencia misma, sino porque en cada una de estas experiencias reside en germen la posibilidad de una nueva sociabilidad, de una sociedad diferente.
Claro, para esto es importante sacar conclusiones políticas, en palabras de Pompeyo Audivert, recuperar la autonomía y la autogestión y pensar lo pernicioso que fue para la experiencia popular el paternalismo y la estadolatría, es decir, pensar que no hay que adormecerse esperando que todo venga de arriba y encumbrando líderes que reemplacen la necesaria actividad que le corresponde a cada uno y cada una. Entre otras cosas, porque esa ubicación pasiva, junto a la gestión de la miseria (vía ajuste) que esos mismos líderes hicieron por conservadurismo, es lo que facilitó el triunfo de la derecha actual.
En síntesis, corresponde seguir denunciando todas y cada una de las brutalidades que este Gobierno está llevando adelante contra todos y todas, pero también es necesario ser conscientes que el ataque puede hacernos más fuertes. |
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