Primero quiero agradecerles por invitarme a esta importante actividad sobre la relevancia del legado de Trotsky hoy, que es una estrategia viva y dinámica que ilumina los complejos fenómenos que enfrentamos hoy como revolucionarios.
El genocidio en Gaza, que se ha cobrado más de cuarenta mil vidas, se ha convertido en la encarnación de la lucha antiimperialista en todo el mundo, una lucha que toca los corazones y despierta la rabia de todos aquellos que sienten el peso de la bota del imperialismo sobre sus cabezas, ya sea en sus países de origen o como inmigrantes que cruzan las fronteras de los países imperialistas. Aunque la liberación palestina pasa fundamentalmente por la derrota del Estado de Israel, para toda una generación de jóvenes en todo el mundo, la lucha del pueblo palestino también ha llegado a representar una lucha más amplia contra este sistema imperialista y racista: una rebelión contra las potencias imperialistas que han financiado un genocidio que amenaza con borrar a Palestina del mapa.
El blanco central de esta rebelión son los Estados Unidos y su apoyo al Estado sionista de Israel y a esta última fase de su proyecto genocida. Puede que Estados Unidos no tenga tropas sobre el terreno en Gaza y Cisjordania, pero son las balas estadounidenses las que matan a los niños palestinos, son las bombas estadounidenses lanzadas desde aviones estadounidenses las que destruyan las escuelas, los hospitales y los hogares palestinos.
Pero esto no es nada nuevo. Estados Unidos ha sido el aliado más cercano de Israel desde su creación, compartiendo recursos militares, económicos, tecnológicos y de inteligencia. De hecho, Estados Unidos ayudó a crear el Estado de Israel sobre la base del desplazamiento de palestinos para crear un puesto avanzado para sus intereses en Oriente Medio.
La creación y el mantenimiento de Israel cimentaron la posición de Estados Unidos en la cima del orden imperialista mundial después de la Segunda Guerra Mundial, un aliado geopolítico fundamental en una región rica en petroleo que le ha permitido frenar la lucha del proletariado y las masas árabes contra el imperialismo y sus propias burguesías; el estado imperialista y sus instituciones están fundamentalmente ligados a la existencia del Estado de Israel. Esta relación simbiótica es la base del apoyo de Estados Unidos a la actual ofensiva de Israel en Palestina. Y en un momento en que la hegemonía imperialista estadounidense se ve cuestionada, el resultado de la guerra y su relación con Israel adquieren aún más importancia.
Por eso, en un ambiente político polarizado, los demócratas y los republicanos se han unido para enviar más de trece mil millones de dólares a Israel desde el 7 de octubre. Eso equivale a casi veinticinco millones de dólares diarios en ayuda a Israel. Sólo en agosto, el gobierno aprobó otros tres mil millones de dólares en ayuda militar a Israel, mientras aumentan las tensiones en Medio Oriente. A medida que los países europeos comienzan a detener las ventas de armas a Israel, este apoyo se volverá aún más vital.
En los frentes político e ideológico, Estados Unidos está jugando un juego peligroso para unir a los líderes mundiales en torno al apoyo al proyecto genocida de Israel, un juego en el que está luchando por ganar la partida mientras Netanyahu pierde apoyo internacional. Y en el contexto de la guerra en Ucrania y su posición debilitada en el tablero de ajedrez mundial y un movimiento global de solidaridad con Palestina, Estados Unidos tiene un interés personal en tratar de negociar un acuerdo de alto el fuego que asegure la posición de Israel en el largo plazo y que pasivice al movimiento por un cese al fuego.
Estados Unidos fue capaz de construir un consenso en torno a su apoyo a Israel durante décadas entre la población estadounidense, pero el horror que se exhibe en Gaza, que vemos todos los días en nuestros teléfonos celulares y pantallas de computadora, está mostrando la verdadera cara del apoyo de Estados Unidos a Israel. Y ahora ese consenso ha sufrido daños irreparables, cambiando la conciencia de toda una generación de personas que ven este genocidio desarrollarse en tiempo real.
Este cambio explotó en un movimiento global de solidaridad con Palestina contra el apoyo de los gobiernos burgueses al estado de Israel. Los epicentros de este movimiento han estado en los países imperialistas y, lo que es importante, en su apogeo atrajeron la simpatía de las masas. Cabe destacar que esto incluyó a cientos de miles de judíos que rompieron con el consenso sionista y desafiaron la existencia del estado de Israel, llamándose orgullosamente antisionistas junto con las comunidades árabes en todo el país que salieron a las calles contra el genocidio. Lo más importante es que puso en tela de juicio la relación de grandes sectores de la población con el Partido Demócrata, que, con Genocide Joe a la cabeza, ha supervisado y apoyado el genocidio desde el primer día.
También ha dado lugar a un resurgimiento del movimiento estudiantil en una escala que se ha comparado con el movimiento contra la guerra de Vietnam de los años sesenta y setenta, en el sentido de que representa una ruptura con la ideología de la hegemonía imperialista estadounidense. El movimiento estudiantil asomó la cabeza con un rugido desafiante en una segunda oleada del movimiento, con el surgimiento de una ocupación o campamento en el campus de la Universidad de Columbia en Abril, un bastión de la ideología neoliberal reaccionaria y el apoyo a Israel.
En unas pocas semanas, cientos de campamentos aparecieron en todo el país en solidaridad con Columbia. Las protestas universitarias mostraron la profundidad de la complicidad de Estados Unidos con el proyecto colonial sionista, exponiendo los vínculos económicos e ideológicos de las universidades con Israel. Profesores y trabajadores universitarios protestaron por la represión a los estudiantes, contra el genocidio y a favor de la liberación palestina. Pronto los campamentos se extendieron por todo el mundo, incluso, como todos ustedes saben, en México; en medio de una intensa represión en los campus universitarios, estas protestas internacionales demostraron que las voces que claman por la liberación palestina no serán silenciadas.
Uno de las cosas más auspiciosas en el movimiento pro-Palestina fue el surgimiento del movimiento obrero, en el que muchos miembros de las bases sindicales se organizaron para conseguir que sus sindicatos exigieran el fin del genocidio e incluso el fin del apoyo militar estadounidense a Israel. No sólo eso, sino que los sindicatos también salieron a defender a los estudiantes y al personal contra la brutal represión en los campus universitarios la pasada primavera.
El movimiento obrero, que surgió de las raíces del movimiento Black Lives Matter y la Pandemia, está volviendo a mostrar su fuerza y está empezando a verse a sí mismo como un actor político que no está relegado sólo al lugar de trabajo. Pero con esta conciencia política todavía incipiente, los obstáculos del movimiento lo han puesto a la defensiva. Frente a una intensa represión y a unos líderes incapaces de navegar en este terreno, el movimiento es más vulnerable a la cooptación del mal menor y a ser dirigido de nuevo hacia el Partido Demócrata a través de la campaña de Kamala Harris, que promete luchar por un alto el fuego aunque su programa en realidad no es diferente del de Joe Biden o Donald Trump.
Como Left Voice, en los Estados Unidos, el grupo hermano de nuestros camaradas del MTS de México y que formamos parte de la misma corriente internacional junto a organizaciones de América Latina y Europa, hemos propuesto un programa para que el movimiento obrero y estudiantil se unifique en una perspectiva antiimperialista, contra la represión y porque el movimiento obrero vaya más allá de las declaraciones de apoyo y se movilice para frenar la maquinaria Genocida de las grandes corporacione de armas en Estados Unidos, como Boeing, donde los obreros iniciaron una huelga por mejores condiciones de trabajo.
Hemos planteado también la necesidad de que el movimiento se organice desde las bases y democráticamente en asambleas de estudiantes y trabajadores. La perspectiva de la autoorganización del movimiento, es fundamental para que el mismo mantenga su independencia de clase y política del Partido Demócrata pero también de las direcciones burguesas árabes que tienen influencia sobre el movimiento. Porque para nosotros, la lucha por una Palestina libre es contra el imperialismo y las direcciones que mantienen el capitalismo, la opresión imperialista en la región en una perspectiva socialista.
Siguiendo a León Trotsky y a los trotskistas palestinos como Jabra Nicola, creemos que la liberación Palestina es el motor de la revolución socialista en la región donde el proletariado árabe tiene el potencial de liberar al pueblo Palestino y sacarse de encima a capitalistas, imperialistas y sus regímenes autoritarios. Nosotros luchamos por una Palestina libre y socialista del río hasta el mar donde árabes, judíos y todas las religiones y etnias vivan en paz.
En otras palabras, la lucha por la liberación palestina es parte de la lucha contra el imperialismo y la lucha contra el imperialismo es la lucha por el socialismo. En esto, nos oponemos a la concepción de las organizaciones que dirigen el movimiento en Estados Unidos recreando la reaccionaria idea del stalinismo de que la liberación nacional está separada de la revolución socialista.
Esta lucha contra el imperialismo tiene muchos frentes; el genocidio en Gaza ha expuesto el rostro monstruoso de la intervención estadounidense, pero la lucha contra el imperialismo es la lucha contra la penetración imperialista estadounidense en América Latina y en todo el mundo. México y Estados Unidos están separados por las fronteras imperialistas, militarizadas donde miles de migrantes son perseguidos por la policía fronteriza, por MAGA y crecientemente por la política anti inmigrante de los demócratas y republicanos. Nosotros peleamos por la unidad de los trabajadores mexicanos, centroamericanos y del caribe con el proletariado estadounidense, multirracial y diverso para hacer realidad la consigna de que desde México hasta Palestina, todos los muros deben caer. |