Ricardo Aronskind es economista (UBA), Magíster en Relaciones Internacionales por FLACSO e investigador en la UNGS. Es autor de numerosos artículos y ensayos de investigación publicados en diferentes compilaciones y revistas de ciencias sociales. También mantiene publicaciones en medios como El Cohete a la Luna.
Luis Campos es abogado y Coordinador del Observatorio del Derecho Social de la CTA-Autónoma. Especializado en materia laboral, su visión siempre aporta claridad para pensar los cambios en el “mercado” laboral.
Como parte del Informe Especial de La Izquierda Diario, "Adonde va la economía de Milei", conversamos con Aronskind y Campos sobre los recientes datos de actividad económica y empleo, ¿hay una recuperación en curso? ¿Qué transformaciones se observan en el mundo del trabajo?
- ¿La caída de la actividad económica tocó un piso?
Ricardo Aronskind:No es uniforme la situación. Hay muy pocas actividades –extractivas- que están bien, y la mayoría de la industria, el comercio y los servicios públicos, que están mal y no se ve una recuperación.
Conviene distinguir entre sectores y regiones, porque también en la clase trabajadora se pueden observar situaciones muy dispares. Ciertos gremios, ligados a actividades muy rentables, hoy no han perdido contra el ajuste de Milei, como los aceiteros, petroleros, camioneros o bancarios. Otros, la mayoría, si están perdiendo y teniendo nuevas caídas en el salario real, porque hay algunas actividades que continuarán hundiéndose, especialmente las industriales y las vinculadas al mercado interno, en plena contracción. Por ahora el esquema económico de este gobierno no incluye ningún factor reactivante, como podría ser la obra pública, o la mejora de salarios y jubilaciones. Ni siquiera el turismo está ayudando, porque estas pésimas políticas han logrado que Argentina, a pesar de los salarios depreciados, esté cara en comparación internacional.
- ¿Es posible una recuperación económica bajo este Gobierno?
No es posible una recuperación generalizada, ya que eso sólo podría ocurrir con un aumento general de salarios y el congelamiento efectivo de precios, o sea con una recuperación impulsada por el Estado de la actividad interna. Eso hoy es imposible con este gobierno y esta configuración de fuerzas sociales, donde una parte de los excluidos o en proceso de serlo apoyan a esta gestión.
Pero puede haber, para una minoría de la población, digamos un 20%, negocios asociados al capital extranjero, a las importaciones, a lo financiero, o a favores que les otorgue el gobierno para determinadas actividades. Pero si no hay una acción masiva y potente del Estado, la recuperación sólo será parcial, acotada a franjas reducidas de la población, y la mayoría la mirará desde afuera. Hay mucha gente que cree que con que pare la inflación es suficiente. Es una lamentable ilusión, porque muchos quedarían en un cuadro de pobreza permanente. Además aún falta dilucidar, dentro de los sectores dominantes, el tema del tipo de cambio. Si predomina la visión de Caputo y los financistas, la recesión se seguirá profundizando, y las quiebras y el desempleo aumentarán. Si, en cambio, predomina la presión devaluatoria de los agro exportadores y del FMI, el golpe a la mayoría vendrá por un rebrote inflacionario, y una carestía imbancable.
- ¿Cuál es la situación del mercado laboral en materia de empleo y desocupación y qué relación encontrás con la caída de la actividad económica?
Luis Campos: La tasa de desocupación mostró una suba importante en el segundo trimestre del año, pasando del 6,2% un año atrás al 7,6% en la actualidad (INDEC). Sin embargo, es un aumento que estaba dentro de lo esperable dada la actual fase de contracción de la actividad económica. Es más, teniendo en cuenta que llevamos tres trimestres consecutivos de caída del PBI y que el único sector que muestra un comportamiento distinto es el agro, cuyo impacto en el agregado del empleo es relativamente menor, el empeoramiento de los niveles de ocupación podría haber sido mucho peor.
Esto podría explicarse por un mercado de fuerza de trabajo que en la actual crisis posiblemente ajuste de una manera distinta a la que fue la regla durante los años ’90 y principios del ’00. Difícilmente vayamos a ver tasas de desocupación cercanas al 20%. El ajuste va a tender a producirse por ingresos (bajos salarios) y por precariedad ocupacional. Algo de esto ya se empezó a observar en el crecimiento del empleo por cuenta propia y en el aumento de la pobreza y la indigencia. El hecho de que la desocupación se haya incrementado a la par de un aumento en la tasa de actividad va en la misma dirección. No se trata mayoritariamente de trabajadores y trabajadoras que fueron despedidos y no encuentran una nueva ocupación, sino de nuevas incorporaciones al mercado de fuerza de trabajo, posiblemente forzadas por los bajos ingresos familiares.
De todas maneras, quedarse con el 7,6% de tasa de desocupación como dato saliente es un error. Los problemas del mercado de fuerza de trabajo poseen una magnitud mucho mayor. El informe publicado por el INDEC da cuenta de una fuerte suba de la subocupación y de la presión efectiva sobre el mercado laboral. Este último indicador, que engloba a los desocupados y a los ocupados que buscan activamente más trabajo o que desean sumar horas o un nuevo trabajo, pasó del 27,9% en el segundo trimestre de 2023 al 29,5% un año más tarde. Esta magnitud, todavía muy por debajo de la registrada en los últimos dos años del gobierno de Mauricio Macri, permite aproximarse con mayor precisión a los déficits que hoy existen en el mercado de fuerza de trabajo.
- ¿Cuál es la perspectiva para los próximos meses en cuanto a los indicadores laborales?
De cara a los próximos meses es difícil pensar en una recuperación del empleo. En primer lugar, porque no hay indicios de que la actividad económica vaya a reiniciar una fase de crecimiento y aún si ello sucede, será a partir de sectores ligados a la producción primaria cuyo impacto en la ocupación total es marginal. En segundo lugar, la industria muestra un escenario preocupante y la construcción, que podría ser un motor de creación de puestos de trabajo en una hipotética recuperación, todavía no termina de arrancar. Finalmente, los equilibrios macroeconómicos están lejos de tener bases firmes y nadie puede asegurar que a partir de la implementación del actual programa económico se reiniciará un ciclo virtuoso de aumento de la inversión, la actividad y el empleo.
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