Llegó la primavera y Milei cayó de forma notoria en las encuestas. Es que septiembre dejó postales crueles contra los ciudadanos de a pie y muchos negociados con la casta. La represión alevosa contra los jubilados, una nena y su mamá indefensos expresión de la pobreza de más de la mitad del país. Se volvió un revés que Milei sin saber se esmeró en televisar, mostrando un Congreso semivacío y una estruendosa caída de rating al comenzar la cadena nacional.
Del discurso de que iba a “pagar la casta” se supo de las cenizas del asado en Olivos, pero el festejo con los 87 diputados que cambiaron el veto de la movilidad jubilatoria lo incendió. El viaje a Córdoba dejó el mal trago de la foto de los valientes bomberos esperando a un presidente que no fue. Del acto en Parque Lezama lo más palpable fueron las filas interminables de micros y de punteros meta pancho y coca a la vieja usanza.
Hace más de nueve meses hasta los editorialistas de los principales diarios de la burguesía local desconfiaban del criterio de realidad de Milei. “Nadie podrá discutirle que en el 56% de sus votantes en el balotaje predominó la vocación de un cambio. Anclado, sobre todo, en el deseo de colocarle una lápida al extenso ciclo kirchnerista. Otra cosa sería el carácter fundacional que se desprende de la expedición presidencial”, afirmaba Eduardo van der Kooy. También Joaquín Morales Solá abría un signo de interrogación: “El milagro de Milei, que se cifra en conservar buenos índices de popularidad en medio del ajuste más profundo que recuerden muchos argentinos, deberá atravesar, por lo tanto, la frontera del invierno”. Y el invierno ya pasó y su popularidad también, el carácter fundacional está por verse. Los triunfos legislativos más importantes los consiguió mediante la compra de votos, mediante decretos o vetos al Parlamento. Democracia solo para las grandes empresas y el FMI.
El sincericidio del kirchnerismo
El kirchnerismo sigue inmerso en su propia crisis interna y su única preocupación en el armado electoral. Ausente de alguna resistencia al ataque feroz de Milei a las mayorías trabajadoras, se le conoce los legisladores vendidos, pero freno ninguno.
Poco quedó de la omnipresente intervención del Papa en los asuntos argentinos, como planteó Eduardo Castilla, pareciendo oficiar de armador del peronismo a distancia y de opositor a Milei frente a la brutal represión a los jubilados. Su discurso típicamente peronista plasmó la actual encrucijada según esa visión “o es la armonía de la justicia social o es la violencia después de la desolación”. Pero no se refería a la violencia que asume la división social con sus flagelos sino a la que surge como resultado de la rebeldía ante ellos. Por eso recomendó, “No sean duros con los ricos”.
Desde el llano, Máximo Kirchner en el acto "¿Armar de nuevo?" avaló el veto a la reforma jubilatoria. “Es un veto con el que no hay que enojarse…el presidente actual es un presidente elegido por el 56% de los votos… y el veto es una facultad constitucional. Hay que dejar de patalear”, dijo el hijo de Cristina para justificar la inacción del kirchnerismo frente a un gobierno que se debilita producto de una verdadera estafa. Apela a un 56% falso, nadie lo hubiese votado si en vez de cantar “la casta tiene miedo”, hubiese cantado “Los jubilados tienen miedo”, “Los trabajadores tienen miedo”, “Los pobres tienen miedo”. Semejante aval al gobierno concitó el agradecimiento del vocero presidencial vía tweet. En cambio, no se le ocurrió denunciar el incumplimiento del artículo 14 bis de la Constitución –que ni los gobiernos kirchneristas lo respetaron– lógicamente. Un artículo que está muy por encima del veto y que vale la pena recordar [1].
Para el kirchnerismo y para todos los partidos que defienden el capitalismo y su “democracia”, la Constitución es letra muerta cuando se trata de la defensa de los derechos de las mayorías populares pero hay que respetarla a rajatabla cuando como en este caso se trata de uno de sus artículos menos democráticos. Si el Parlamento ya es una institución que poco y nada representa a las mayorías, la corrupción y el lobby se realiza a la vista de todos, el veto directamente anula su rol. Como afirma Roberto Gargarella, corresponde decir que el veto “nació atado a una noción más bien elitista de la democracia... Los que criticamos siempre al presidencialismo, hemos sido siempre críticos, también, de los poderes de veto, por el modo en que distorsionan la discusión democrática”.
El sincericidio de las conducciones sindicales
La resistencia de los jubilados dejó en evidencia que la CGT y a la CTA la miran por TV. Con el apoyo y la simpatía de buena parte del país obligaron a las conducciones sindicales a hacer “acto de presencia” en las movilizaciones. Si la resistencia aumenta, la burocracia sindical a lo sumo llamará a paros aislados para descomprimir como hemos visto infinidad de veces. Andrés "Centauro" Rodríguez, dirigente de los estatales y adjunto de la CGT afirmó, sin que se le despeine el jopo, que la central "desde el primer momento defiende a los jubilados". No se sabe cuándo o cómo pero si se conocen los despidos y las contrareformas laborales que negoció bajo su eterna conducción en UPCN, en la que está atornillado desde 1990.
Sin embargo, el que esta vez se llevó todos los premios al burocratismo fue Daniel Catalano, el dirigente de ATE Capital, el otro sindicato estatal, y la CTA, más vinculado al kirchnerismo, que vomitó todas las verdades peronistas juntas. “Vos no podés elegir a un sorete como Javier Milei y después decirle a tu sindicato ‘yo quiero que vos me defiendas porque me acaban de echar a la mierda’”, dijo muy suelto de cuerpo en un canal de TV. No es nuevo que los dirigentes sindicales de esta estirpe son mandados a hacer para escupir para abajo y muy mansitos para enfrentar al gobierno. Al frente de uno de los sectores con mayores despidos culpan a sus bases para no hacer nada. Es una lógica que explica la esencia burocrática y la falta de combatividad histórica del sindicalismo de la CGT y la CTA en las últimas décadas: si gobierna el peronismo no quieren pelear, porque no le van a hacer frente a “su” gobierno, y si no tampoco. En sus manos los sindicatos que unidos podrían poner contra las cuerdas todas las medidas antidemocráticas de Milei se vuelven instituciones serviles.
No contento con declaraciones de este tenor, remató “Hay que ver los resultados después de la destrucción, va a costar reconstruir”, es decir, tiran la toalla de acá al 2027. Revela un derrotismo pocas veces expuesto con tanta claridad. Y para completar trajo a colación el histórico lema de la UOM “no hay soluciones sindicales sin soluciones políticas”, creado por Lorenzo Miguel, uno de los mayores exponentes del verticalismo peronista. Para el peronismo, toda la democracia a la que podemos aspirar se resume solo en un voto cada cuatro años, porque también impiden la democracia en nuestras organizaciones. Un voto insustancial cuando está destinado a quienes en campaña van a decir una cosa y después van a hacer otra, sumado a todas las argucias que estamos viendo para de una forma u otroa llevar a cabo el mayor ataque a nuestros derechos de las últimas décadas.
En nuestras organizaciones estos dirigentes privilegiados están anquilosados como garantes de la división entre trabajadores de primera, de segunda, precarizados sin derechos, etc., negociando a nuestras espaldas y entregando nuestras conquistas en negociaciones espúrias, deciden por nosotros. Aunque tengan distintos colores, entre los “dialoguistas”, los no tan dialoguistas, los que no negocian, cada uno en su papel, debilitan la resistencia.
La democracia de Cicerón y el derecho a la rebelión
Como buen megalómano y repetidor de mentiras como si fueran verdades, Milei citó a Marco Tulio Cicerón con frases tomadas de una novela de ficción. Lo cierto es que el cónsul romano reivindicaba el “tiranicidio” como defensa de los valores de la república. Avalaba esa medida extrema si “el tirano atenta contra la res publica mientras que el tiranicida procura salvaguardarla”. Es decir, cuando el emperador traicionaba los intereses de la sociedad merecía ser asesinado. No queremos decir que más de dos mil años después apliquemos los mismos métodos, pero tampoco puede ser que la democracia esclavista tenga más recursos de defensa ante el ataque a los derechos de la sociedad que la época actual. Los opositores de pacotilla jamás hablan de la existencia del derecho de rebelión a la opresión, un derecho reconocido a los pueblos frente a gobernantes de origen ilegítimo, o que teniendo origen legítimo han devenido en ilegítimos durante su ejercicio.
Las luchas duras vienen siendo representativas de millones. Los jubilados levantaron una antorcha como símbolo de la resistencia, de la rebelion de esa Argentina sumida en la pobreza y en la pelea por sus derechos. Es cierto que no hay soluciones gremiales sin soluciones políticas, eso es lo que ejemplifican los jubilados que convirtieron su lucha en una lucha política nacional, como la de los estatales cuyos despidos tienen consecuencias que van más allá de sus empleos o la de los jóvenes por el derecho a estudiar. Del mismo modo, la pelea de los trabajadores de Aerolíneas Argentinas. La unidad de todos los sectores este miércoles 2 de octubre es un gran paso.
La pelea sigue siendo decisiva, pero aún se encuentra en los inicios. Faltan muchas batallas. Por el momento histórico, hay que dar un paso adelante. Los que como en la pandemia mostraron ser los esenciales en el país no podemos contentarnos con ser los convidados de piedra de esta democracia degradada cuando encima vienen por todo.
Más que nunca es necesario construir la fuerza para hacer politica pero en nuestras manos, construir un gran partido socialista de los trabajadores, las mujeres y la juventud, independiente de los partidos patronales que defienden esta democracia solo para los ricos. Que sea una referencia alternativa al peronismo que tiró la toalla y nos lleva a un callejón sin salida, donde perderemos el trabajo, conquistas y poder adquisitivo. No podemos permitir que las infancias pasen hambre ni que sigamos pagando la deuda externa fraudulenta, arruinando el medio ambiente por la sed de ganancias capitalistas. Pero hay que construir el partido que pelee por eso. Una partido que luche por la democracia de los de abajo, que abarque desde la pelea por democratizar los sindicatos, porque representen a todos los trabajadores hasta derrotar el plan motosierra del gobierno de Milei y sus cómplices. También construir el partido que luche por un gobierno en función de los intereses de las grandes mayorías trabajadoras, ese es el verdadero cambio, la lucha por un gobierno obrero y popular. No hay salida individual. Desde el PTS, como Myriam Bregman y Nico del Caño, somos miles los que peleamos día a día, desde nuestros lugares de trabajo, de estudio, en las asambleas y en las calles, por esta perspectiva. |