Los hechos que constituyen el escándalo
17 millones de pesos por 22 horas semanales. El salario de Marcela Cubillos en la Universidad San Sebastián se convirtió en un escándalo nacional. Y más todavía luego de la defensa que la propia candidata a alcaldesa por Las Condes realizó, señalando que se trataba de una pelea “de las ideas de la libertad” contra “la izquierda y el octubrismo”.
Enorme molestia e indignación generaron sus declaraciones y su tono patronal y prepotente. Contrasta su realidad con, por ejemplo, el caso de Katherine Yoma, profesora de Antofagasta que se quitó la vida luego de largo tiempo de autoritarismo y abusos, considerando que la gota que rebalsó el vaso de su situación fue que le redujeron la jornada laboral a 18 horas semanales. Todos los profesores y profesoras saben que con esa cantidad de horas nadie puede vivir dignamente.
La indignación se venía expresando a nivel nacional con el caso Hermosilla y su designación de jueces, con sus tratativas para favorecer a grandes empresarios usando el Estado a sus anchas, para proteger a Piñera y a Chadwick. Esta crisis además viene debilitando aún más al régimen político del “Chile de los 30 años”, ese Chile de los partidos capitalistas ajeno a las necesidades populares. Y con el escándalo que se abrió con la “arista Cubillos”, la indignación sólo aumentó.
Pero no se quedó en Cubillos. Se destaparon otras irregularidades. Resultó que la Universidad San Sebastián funcionaba como verdaderos “cuarteles de invierno” donde políticos de Chile Vamos y ex funcionarios del piñerismo se refugiaron luego de sus derrotas electorales.
El baile de nombres es llamativo: Andrés Chadwick, Enrique Paris, ex fiscal Manuel Guerra, Manuel Ubilla, Andrés Zúñiga, Rodrigo Álvarez, José Ossa y un largo etcétera de ex ministros, ex miembros del poder judicial y ex subsecretarios vinculados a la derecha. Y algunos de ellos del círculo de hierro del corrupto Luis Hermosilla, quien también estuvo vinculado a la Universidad.
Pero no sólo eso. Se reveló además que existía una nómina secreta de ex funcionarios piñeristas que pasaban a ser contratados directamente por la USS, sin cumplir funciones, recibiendo jugosos salarios. Así, de hecho, ingresó el propio Chadwick a la USS. Y con el paso del tiempo se les acomodaba en funciones académicas o administrativas.
Incluso la ultraderechista Teresa Marinovic denunció que una ex convencional de derecha le habría señalado que la Universidad San Sebastián le habría ofrecido un salario de 2.5 millones para que pudiesen hacer campaña por el rechazo durante el plebiscito de salida de la Convención Constitucional. Esto, vale señalar, sin hacer clases ni cumplir funciones en la universidad.
Y finalmente se supo que durante el período en que Cubillos era ministra de Educación con Piñera, el MINEDUC entregó más de 1.300 millones de pesos a la USS en términos de tratos directos y otras materias. ¿Una devuelta de mano?
La crisis de la educación de mercado
Los cuestionamientos son diversos. Partiendo porque la propia ley de universidades impide que se realicen gastos financieros de las universidades en materias que no impliquen una reinversión en educación, considerando que en términos formales las universidades no pueden lucrar, aunque se sabe que utilizan diversos mecanismos para hacerlo.
Estaríamos ante un escenario de posible financiamiento irregular de la política. Y más escandaloso aún si consideramos que la USS es privada, pero tiene más de un 45% de financiamiento público a través del aval estatal del CAE, becas o aportes directos.
Vergonzoso es como políticos millonarios, miembros de la elite de la derecha nacional, utilizan recursos públicos y juegan con los sueños de las familias que se endeudan o trabajan arduamente para que sus hijos puedan acceder a la educación superior.
Así, las universidades se ven como verdaderos botines económicos y políticos para los políticos tradicionales, quienes a través del Estado y la política se encargan de defender y profundizar este modelo educativo que se encuentra en una verdadera crisis, y que las sucesivas reformas o intentos de reformas desde el 2011 a la fecha tan sólo han mantenido o profundizado.
¿Se reactiva el movimiento estudiantil?
La indignación también se expresó al interior del plantel educativo. Estudiantes denunciaron en redes sociales que existen diversas precariedades en la infraestructura de la universidad.
Pero además hubo movilizaciones de estudiantes de base durante dos días consecutivos afuera de sedes de la USS. Y el jueves recién pasado, la CONFECH y otros organismos convocaron a una movilización ante el escándalo de la USS exigiendo un “verdadero fin al lucro”. Fueron cientos de estudiantes quienes se movilizaron en aquella jornada, marcando un importante antecedente que se debe destacar, tomar e impulsar activamente para que no quede en un hito.
El caso Cubillos ha destapado la indignación de sectores del movimiento estudiantil que, parcial e inicialmente, han comenzado a removerse, a organizarse y a activarse. Es un punto de apoyo fundamental para que el estudiantado retome el protagonismo.
Esta es una chispa que debe servir para reactivar y reorganizar al movimiento estudiantil. Un cambio de ánimo que surge a raíz de lo escandaloso del caso de la USS. Reponer asambleas abiertas en las facultades y universidades es una necesidad urgente para que el movimiento estudiantil discuta los pasos a seguir ante esta crisis y para que los responsables no queden impunes. Una discusión democrática de base es fundamental y la CONFECH debe convocar activamente en ese sentido.
Es necesario reponer un programa político estudiantil que ataque de raíz la crisis de la educación de mercado, partiendo por garantizar un sistema de educación estatal y público, financiado por aportes basales directos por parte del Estado, en un 100%, con acceso irrestricto y sin pruebas de filtros ni sesgos de clase.
A su vez, no se puede seguir financiando a mercaderes de la educación y políticos tradicionales con dineros públicos. Vamos por la estatización de toda la universidad privada que quiebre, que se compruebe que lucre o donde sus comunidades educativas organizadas democráticamente así lo decidan, y que estas sean gestionadas bajo cogobierno triestamental y no por autoridades millonarias ni por burócratas del Estado capitalista.
Retomar la organización estudiantil para enfrentar esta crisis y este verdadero escándalo de la USS debe ser un puntapié inicial para avanzar en la rearticulación nacional del movimiento estudiantil, que supo ser un actor nacional que marcó la agenda durante largos años desde el 2006 en adelante, alcanzando su punto cúlmine el año 2011, a través del cuestionamiento al mercado educativo y la exigencia de la educación gratuita. |