La denuncia de una funcionaria del Estado por violación contra el ex ministro del interior Manuel Monsalve (PS) dejo al descubierto lo poco y nada de feminista que tiene este gobierno. Las respuestas débiles, un presidente intentando contener la crisis política que se le abrió y una ministra de la mujer sin argumentos y reclamando que no le avisaron apenas se supo del caso, tiene al gobierno del arbolito en el ojo del huracán.
Sin embargo, este actuar no es al azar. Es una muestra de un sistema que mantiene la violencia hacia las mujeres, donde el Partido Comunista y el Frente Amplio se han convertido en administradores del Estado, llevando adelante las mismas dinámicas de poder que tanto “criticaban”.
La denuncia de la funcionaria solo comprueba lo que siempre hemos denunciado: el Estado sostiene la violencia, la explotación y la opresión. Sobre todo cuando se trata de altos cargos del Estado, donde buscan a toda costa minimizar los hechos, como lo hizo Insunza del Partido Socialista, tratando de “chisme” la acusación de violación. Al mismo tiempo mantiene la corrupción, los abusos de poder y los privilegios, como lo hemos visto con este caso donde Monsalve tuvo acceso a las cámaras de vigilancia del hotel antes que se iniciara la investigación o ahora último cuando borró mensajes de su celular en pleno juicio.
Acá vemos nuevamente como opera la justicia y el Estado. Ningún gobierno que se proponga mantener este sistema de explotación, transando con la derecha antimujeres, debería llamarse feminista, tal como lo viene haciendo el gobierno de Boric, una continuación de la ex Concertación.
Para enfrentar la violencia machista es necesario organizarnos con total independencia política de los partidos del régimen. Hay que levantar un feminismo anticapitalista, que transforme radicalmente esta sociedad, que se plantee terminar con el capitalismo. Porque el machismo no se termina si las mujeres accedemos a más puestos de poder, si nos llenan de derechos que después nos quitan. Tenemos que cambiar esta sociedad de conjunto para acabar con la opresión, pero también la explotación, de todos quienes movemos al mundo. |