El 17 de noviembre se define quién estará al mando del Partido Justicialista (PJ) nacional, si la lista que encabeza Cristina Fernández de Kirchner o la del gobernador riojano Ricardo Quintela.
El gobernador Axel Kicillof continúa sin pronunciarse a favor de Cristina Kirchner. Pensando en su carrera presidencial del 2027, pretende una ubicación "neutral", aunque también se lo acusa de estar dando un apoyo solapado al riojano. Este viernes, Máximo Kirchner volvió a lanzar dardos al gobernador bonaerense y dijo que sus "diferencias tienen que ver con cuestiones de mezquindades políticas más que con realidades”. Y en la semana, Estela de Carlotto ventiló que entre Cristina y Axel se aplican la ley del hielo. El hijo político había cometido hibris contra su madre al cuestionarla en una carta pública, reclamando la unidad del peronismo.
Por su parte, Malena Galmarini, mano derecha de su esposo Sergio Massa, bajó línea esta semana de que el Frente Renovador se abstendrá de participar en las elecciones del Partido Justicialista. Sergio Massa, hoy dedicado a los negocios de un fondo buitre (Greylock), luego de haber sido protagonista en la derrota del anterior gobierno, vuelve a lavarse las manos, y busca su juego propio, al margen de la disputa interna. Aunque probablemente esté moviendo fichas por abajo, porque hay integrantes salteños en la lista de Quintela, afines a su amigo el gobernador Gustavo Sáenz.
Se trata de una interna que no distingue proyectos, sino candidatas y candidatos. El peronismo atraviesa una importante crisis política y de representación, luego del fracaso del gobierno que compartieron Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa, que abrió las puertas al triunfo de la ultra derecha. Y ahora intentan cauterizar la herida, con una disputa interna, donde, por el momento, no asoman debates sobre cómo enfrentar el plan de entrega y ajuste de Javier Milei. Es bastante indisimulable, que lo que dirimen, es cómo ordenarán las parcelas de poder dentro del peronismo.
"La idea de que discutir política es discutir la lista de candidatos es el vaciamiento más formidable de la política, porque decidir el nombre de lo que ya está decidido se parece bastante poco a la democracia. Es simplemente lo que queda de la cáscara vacía de la democracia de esta clase de práctica política, por eso Milei" -opinó, recientemente, el historiador del peronismo Alejandro Horowicz.
Es verdad que si atendemos a los integrantes de las listas, se podría señalar que el detrás de Quintela, hay mayor peso de los gobernadores, incluídos de aquellos que se alinearon a Javier Milei dentro del Congreso con la Ley de Bases, en defensa de los negocios del extractivismo. Además de llevar representantes de UPCN, entre otros sectores sindicales más abiertamente entreguistas.
Pero también en la lista de Cristina Fernández de Kirchner, encontramos líderes sindicales que aportaron lo suyo para que el Gobierno avanzara sobre los derechos laborales. Tal es el caso de Ricardo Pignanelli (SMATA) que, aunque crítico de la actual conducción de la CGT, no planteó ningún camino alternativo; y durante el gobierno de Alberto Fernández, ya había pactado una reforma laboral de hecho para los trabajadores de Toyota. CFK dejó claro en varias cartas, que nada está grabado sobre piedra y que su política es modificar los derechos laborales, como parte de un giro a derecha más general.
Aunque sí puedan establecerse algunas diferencias, ni el propio "pueblo peronista" parece entender por qué se encara esta interna, que convoca a votar a los alrededor de 3 millones de afiliados y afiliadas en todo el país. A la par, la base social del peronismo, aún más amplia, continúa huérfana de representación o liderazgos, a la hora de querer enfrentar el plan de ajuste y entrega de Javier Milei y su casta política ensobrada. La interna del PJ aparece totalmente alejada de lo que ocurre en las calles, ya que ni siquiera los líderes gremiales que participan en ella se están jugando a organizar una pelea a la altura del ataque.
Seguramente la parte más incomprensible de esta disputa es la que tiene a la familia Kirchner y al gobernador Axel Kicillof en cada punta del ring. Aunque no se descarta que Axel termine cediendo a la presión y se pronuncie por CFK. Hay que decir que el tironeo viene de antes.
Kicillof rechazó ser candidato a presidente en 2023, porque prefirió jugar a una más segura continuidad del poder en el territorio bonaerense, que a una incierta contienda por la continuidad del poder del proyecto peronista en todo el país. Habiéndole hecho el ole a salir quemado como candidato de la derrota, ahora reclama su juego propio, ante la madre y el hijo que le exigen disciplina.
Pero más allá de estos roces y pujas por cuotas de poder, el peronismo, incluso en su ala kirchnerista, está de acuerdo en cuestiones fundamentales que, a su vez, representan un problema a la hora de plantear una salida al gobierno de la ultra derecha.
Sencillamente, ninguno de ellos está dispuesto a enfrentar al poder económico o a desconocer la deuda fraudulenta con el Fondo Monetario Internacional. ¿De qué otra manera se puede revertir la decadencia nacional y del pueblo trabajador? Sino es afectando los intereses económicos de grandes empresarios y reclamando la total independencia frente al organismo que controla Estados Unidos.
Al "progresismo", parece solo quedarle alguna retórica. Axel Kicillof viene de impulsar un RIGI bonaerense, donde premia a multinacionales que quieran desarrollar el negocio extractivista en la provincia de Buenos Aires, con exenciones impositivas. Máximo Kirchner, cuyo lema es resurgir luego de que Milei deje tierra arrasada, hasta llegó a justificar el veto presidencial que le quitó el pan de la boca a los jubilados. Y CFK, viene planteando rever toda la esfera pública y los derechos conquistado.
¿Será Quintela? ¿Será Cristina? Cada quien hará su prode. Lo que no se puede asegurar es que el peronismo logre cerrar su crisis de represetación a través de esta interna. Porque esa cuenta se salda hacia el pueblo trabajador... y no parecen tener mucho para ofrecerle. |