Entrevistamos al periodista Carlos Polimeni sobre la vida y el pensamiento de su padre, el filósofo mendocino Dante Polimeni. Hablamos sobre su historia familiar y la relación de Dante con su maestro y amigo Mauricio López. Sobre Filosofía de la Liberación, marxismo, política y la teoría. Persecución, exilio y la vida bajo la dictadura militar. Las últimas horas de Paco Urondo en Dorrego. Costa Rica, universidad y librería. Ernesto Cardenal, sandinismo, revolución en Nicaragua y disidencias. Pensamiento crítico y socialismo.
Carlos Polimeni nació en Mendoza el 25 de noviembre de 1958. Estudió Letras en la Universidad Nacional de Cuyo y fue jugador de fútbol en el equipo de Andes Talleres. Desde 1978, ha trabajado en revistas, radios, canales de televisión, agencias de noticias y diarios, desarrollando una larga y exitosa carrera en los medios de comunicación, de más de cuatro décadas, numerosos premios y distinciones en el periodismo y el mundo académico. Ha publicado 16 libros y escrito tres obras de teatro y tres guiones de películas. Y se ha convertido en una de las voces más queridas y respetadas de la radio argentina.
- Continuamos con el ciclo filósofos en la tormenta. Hoy vamos a hablar de una figura central de la filosofía de la liberación en la provincia de Mendoza, Dante Polimeni, y para ello tenemos un invitado de lujo, su hijo Carlos Polimeni, bienvenidos Carlos.
- Muchisimas gracias. El mayor de sus hijos porque hay hermanos también
- Muchas gracias por compartir este programa, estás en Mendoza y la verdad que es un gusto poder hablar con vos y empezar a recuperar un poco la historia de tu papá, de Dante, que ha sido muy importante para muchas personas. Pero lamentablemente olvidado por lo que es la historia oficial, el mundo académico, en opinión de muchos de nosotros en forma completamente inmerecida porque ha sido una figura muy importante
- Quizás lo mereció porque le ayudó a mucha gente a pensar. Entonces quizás merece el abandono de las instituciones y de las cátedras, porque en lugar de repetir los dogmas del pasado se dedicó a tratar de pensar en nuevas realidades. Y yo creo que formó centenares y centenares de alumnos en colegios secundarios, en Facultades en la Argentina en Mendoza, en La Plata, en Madrid, en Costa Rica, que lo convierten en completamente inolvidable. Independientemente de que sea mi padre es y fue un docente y después un librero que está en el corazón de muchísimas, pero muchísimas personas. Así que, el olvido programado o la desmemoria institucional, es un asunto que suelen sufrir aquellos que hacen desafíos, cosas para cambiar o que se enfrentan a los establishment conservadores. Que en una provincia como Mendoza son muy fuertes y son transversales a toda la fuerza política salvo a las fuerzas de izquierda en general. Y entonces es un premio que te olviden, a mí me molestaría muchísimo que los recuerden a aquellos que en realidad, en lugar de ayudar a pensar son los que sostienen el régimen del capitalismo abusivo y depredador que hoy sufren una parte del mundo, la Argentina y específicamente Mendoza.
- ¿Quién fue Dante Polimeni? Contanos su vida, su origen ¿Cómo llega él a la filosofía?
- Él llega a la filosofía por la influencia que tiene sobre el hijo de dos personas de clase media baja: su padre y su madre. Uno de los cuales, el varón trabaja de empleado municipal y es músico, toca el bandoneón, tiene la típica Polimeni. Y su mamá es una maestra de labores en escuelas secundarias, es el primer universitario de toda su familia de inmigrantes italianos y españoles. Es el niño mimado de una familia que soñó con tener un hijo en la Facultad. Y encontró que ese hijo en la Facultad resultó ser un alumno brillante, que hizo la carrera de filosofía en tres años. Pero básicamente por la influencia de un profesor en el secundario, Mauricio López, uno de los pensadores más importantes de Cuyo, que fue ejecutado y asesinado por la dictadura militar en 1977. Que fue el presidente del Consejo Mundial de Iglesias, que fue el rector de la Universidad Nacional de San Luis. Y que cuando mi padre era una adolescente, le hizo entender que la filosofía, para citar una idea de Carlos Marx, no era solamente repetir las ideas que otros habían pensado en el pasado, sino intentar progresar en cambiar el mundo. Y como buen joven de los 50 y principios de los 60, fue un tipo que pasó muy rápidamente en una evolución política a cuestionar muchísimo. Para eso sirve la filosofía para hacernos preguntas y respuestas, creo yo, que Mendoza no se hacía. Y entonces muy rápidamente, digamos entre la gente de izquierda, el progresismo, los que estando fuera del peronismo, pero sin ser gorilas, pensaban que algo estaba mal en esta sociedad y en este país. En que las masas o estaban mal representadas o no eran representadas y que había que trabajar en el campo del pensamiento.
Mi padre se casó muy joven, cuando él tenía 22 iba a dar clases de filosofía yo ya existía. Él fue padre mío a los 22 años, se casó con otra primera universitaria de su familia, mi madre Perla, que también era profesora de biología, sólo que recibida en Buenos Aires y era siete años mayor que él. Y entonces también fueron un matrimonio diferente en los años 60 en Mendoza. Una mujer siete años mayor que un varón tuvieron entre sí tres hijos, mi madre murió en un accidente en 1970 y mi padre a partir de entonces estuvo viudo desde muy joven. Nos crió con apoyo de la familia a los tres hijos, como padre viudo. Y en el 76 bueno por cosas que pasaron en la Argentina se fue a vivir a Costa Rica. Mis dos hermanos con el paso breve del tiempo los siguieron y yo me quedé a vivir por siempre en Argentina. En apretada síntesis fue eso, en Madrid, en La Plata y también en las facultades en que trabajó acá y sobre todo en Costa Rica donde tuvo mucho más tiempo para desarrollar su las carreras, sin ninguna persecución y con el respeto que tenían en esa sociedad por los que de afuera que venían hacer una aporte a la cultura y la enseñanza en Costa Rica.
Se convirtió ahí en una personalidad relevante, que también trabajó en programas de radio y televisión. Y era un librero con un proyecto como una especie librería Gandhi pero que se llamaba Macondo, en San José de Costa Rica. Que había heredado de Ernesto Cardenal, el poeta que fue el ministro de Cultura de la Revolución en Nicaragua. Cuando tras el triunfo de la revolución el sandinismo abandonó una sede que tenía en San José de Costa Rica, fue a gobernar y mi padre se quedó al comando de ese mundo de libros. Que él reformó mucho y convirtió en un lugar de tertulias, de conversaciones y donde se podía ir gratis leer, a tomar café o te. Y hay presidentes de Costa Rica y ministros posteriores que fueron sus discípulos y sus compañeros de aventuras en la vida de pensar. Y al mismo tiempo llevar adelante un proyecto bohemio y no burgués de existencia, con amor por la literatura, la música sobre todo. Como no agotar el lugar del intelectual en alguien que piensa y está en una torre de cristal, sino alguien que pertenece a este mundo.
Yo con mi padre, mientras él vivió en la Argentina, nuestro mejor programa era ir a la cancha. Vimos a Talleres y a Huracán durante toda mi vida, hasta el 76, toda mi vida sábado y domingo seguimos a 2 equipos. Y yo me convertí después en jugador de fútbol, creo, como siguiendo una especie de mandato tácito de él, que era profesor de filosofía. Pero era así, era un mundo para mí que combinaba cosas que frecuentemente no se combinan.
- Bueno una de las combinaciones también que él tiene es una enorme cultura filosófica que va a desarrollar tanto en sus prácticas de enseñanza, que algo has contado, como en su producción escrita con artículos publicados en La Plata, en Costa Rica, mismo a través de Arturo Roig acá en la Universidad Nacional de Cuyo, con una identidad política muy fuerte, ideas de izquierda, que él va a fundamentar, a vincular filosófica, política y socialmente en una intersección muy interesante. Pero dentro de esa identidad izquierda lo que creo que caracteriza mucho el pensamiento de Dante es una postura muy crítica, totalmente opuesto al dogmatismo, muy controversial con lo que era en ese momento la expansión del pensamiento esalinista y demás. ¿Cómo fue esa trayectoria política de él en las ideas de izquierda?
- Es que él reivindicó la izquierda, como la independencia, yo incluso con compañeros de la izquierda de Mendoza, con los que me tocó andar de aventuras de muy chico, tenía conversaciones al respecto, porque él tenía un claro alejamiento de los esquemas partidarios que te obligan a obediencias de vida y a veces impiden tu libertad de pensamiento. Y creía que un intelectual debe ser un intelectual crítico y no estrictamente un intelectual orgánico digamos. Tal vez estuvo muy cerca del pensamiento sartreano y después de la escuela de Frankfurt respecto a estos temas. Y tenía choques muy fuertes con el estalinismo y con cualquier tipo de estalinismo, incluso que practicaban los partidos estalinistas en América del Sur cuando la Unión Soviética mandaba. Sin ser un enemigo, ni muchísimo menos, sino alguien que se permitía pensar por cuenta propia y distinta y eso lo llevó incluso en experiencias en Cuba y después en Nicaragua, durante la revolución, a choques fuertes con los aparatos. A él y a Oscar Ruiz, otro filósofo costarricense, terminaron pidiéndoles que se retiraran amablemente de un Congreso en Nicaragua, después de la revolución. Porque su postura respecto por ejemplo al poder de las fuerzas armadas tanto en Cuba, como en Nicaragua, después de concretada la revolución, era distinta del programa de poder que había allí. Y como se las bancaba no tenía problema en disentir pagaba las consecuencias también.
Mucho tiempo después un escritor costarricense escribió una novela que mi padre es uno de los protagonistas. Una novela, un escritor que se llama Carlos Cortés, que ganó el premio Alfaguara, que cuenta el retorno a Costa Rica de alguien que ha ido a trabajar para la causa de la revolución nicaragüense durante la resistencia, y se ha convertido en un héroe de guerra. Pero una vez llegado al poder y cuando empieza el acomodo de las cosas, ya desentona de ser héroe de guerra en la realidad de la praxis política. Y lo empiezan a perseguir los sistemas de seguridad, los servicios de inteligencia. Y tiene que volver a Costa Rica y en Costa Rica al que se fue y combatió en otro país ya nadie le da bola y encuentra una sola persona que lo entiende y le da alojamiento y lo contiene y es mi padre. Es mi padre con nombre y apellido con descripción de su casa. El bueno de esa novela es mi padre, que como fue un exiliado y recibió mucho apoyo, como todos los exiliados argentinos en México y en España, de un sistema nacional y de los exiliados anteriores y de los que iban llegando después con las sucesivas crisis políticas. Siempre tuvo no una conducta partidaria, sino una conducta humana para con todos, sin preguntar de donde sos.
En el 73 por ejemplo mi padre era fuertemente camporista, siendo una persona independiente, porque creía que en la consigna que expresaba esa fórmula había una posibilidad de una síntesis que está ahí no sabía producido. Sabemos que es un gobierno que duró tres meses y una realidad política que viró completamente después de la muerte de Perón al año siguiente. Y con la figura del general y su culto tenía graves problemas, como yo con el culto a la personalidad no se llevaba.
- En esa época va a venir a toda esa generación de filósofos una reacción muy fuerte nos han contado lo que fue en términos académicos se llamaba la misión Ivanissevich, que venía a sacar a todo el pensamiento crítico de las universidades y en términos prácticos eran no sólo amenazas sino bombas que ponía la Triple A. A Dussel, fue el llamado comando Rucci, que estaba antes.
- Conozco todo eso recibía amenazas por teléfono en mi propia casa
- Eso quería que nos contaras ¿cómo vivió Dante eso? ¿Cómo fue para él y para ustedes como familia?
- En realidad uno se va acostumbrando a eso, yo me acostumbré a las amenazas, la patota, a la provocación. Mi viejo era muy pacífico, tenía un físico importante también, no era muy fácil invitarlo a pelear por ejemplo, que se yo. Yo me acostumbré a que eso era parte, yo viví en ese mundo, a las amenazas que es yo. Cuando su vida se puso en peligro después del primero de los allanamientos a nuestras casas, bueno optó por irse al exilio. A mi padre los servicios de inteligencia, después del 76 lo habían acusado de ser algo así como ideólogo de la subversión en la Universidad y responsable del tráfico de armas de una organización armada. Mi viejo no estuvo en ninguna organización, ni en ninguna armada. Era claramente una invención. Con la recuperación de la democracia después un funcionario me dio la carpeta, el legajo de los cuatro miembros de los servicios de inteligencia de Mendoza, puestos a espiar la vida de mi padre, a seguirlo a las clases, a investigar con quien se reunía, a reportar sus reuniones en mi casa y era todo mentira. Yo había estado en las mismas situaciones, los tipos inventaban realidades, para mí se iban a tomar café al Sorocabana y decían: “que inventamos hoy”. E inventaban: “estuvo con tal”, “vino con tal”. Era todo mentira porque a mí me constaba, yo sé lo que era cierto y lo que no era cierto, era tu una invención para justificar después la persecución. Y entre otras cosas te prohibían salir del país. Mi viejo para salir del país tuvo que conseguir un pasaporte falso y después no pudo entrar durante los años siguientes de la democracia, hasta que consiguió un pasaporte de apátrida de la ONU y luego se hizo ciudadano de Costa Rica. Y las fotos de los buscados estaban, vos salías a Chile tomabas el colectivo y en el Cristo Redentor estaban: Bonasso, Gelman, los buscados eran públicos. Entonces no solo no te dejaban trabajar, no solo te perseguían y perseguían tu apellido y tu familia, no solo robaron bebés y niños todo eso. Sino que te encerraban en una situación de que era muy difícil salir, lo económico por ejemplo. Cómo subsiste alguien obligado a la clandestinidad que no pertenece a una organización y al que lo acusan de delitos que en todo caso no cometió.
- Para vos y tus hermanos siendo tan jóvenes encontrarse en esa situación familiar, pero también esa situación del país ¿no? ¿Cómo llegaba a tu barrio? ¿Cómo fueron esos años tan difíciles en Mendoza?
- Y era difícil, fue difícil soportarlo, mis dos hermanos menores se fueron antes de terminar la dictadura los dos a vivir con mi padre a Costa Rica, mi hermana Estela de 15 años, mi hermano Jorge a los 19. Yo decidí quedarme, creo que por terco, por obcecado, por no querer perder, por no darle la razones a los milicos. Pese a que tenía fuertes insistencias de mi padre para que me fuese, para que me protegiese, para que tuviera cuidado, para que no me arriesgara. Tenía ahí un trabajo, un respaldo, un nombre, una casa donde vivir, tenía un mundo armado. Y yo creo que porque escuché una canción de Victor Heredia en la radio un día, que decía: “bajo un sol americano, la esperanza”. Dije: un sol americano, a mí me gustaría estar acá cuando esto cambié, no les quiero dar el brazo a torcer a los milicos. A su vez, yo iba a la Facultad, jugaba al fútbol en Talleres, con mi tía Fanny de respaldo conseguí un trabajo de periodista en el Diario Mendoza. Fui encontrando digamos un lugar en que, a pesar de los pesares, a pesar de que mi apellido en la Facultad era complicadísimo. Si te paraba un policía también, en el servicio militar también estaba muy connotado. Mi padre estaba acusado de subversivo, no lo era, pero era acusado. Yo creo que uno fortalece sus músculos también, aprende a resistir y en mi caso bueno se da una combinación de supongo de temperamentos, de que a mí no me van a ver arrodillado, o sea no me van a ver arrodillado. De amor me pueden ver arrodillado, por presión política no. Entonces bueno y después pasó el tiempo y se fueron los milicos que es otro asunto interesante. Lastima que no se fueron por el triunfo de las luchas populares, sino porque quisieron conquistar Malvinas y se equivocaron. Pero cuando eso pasó ya digamos la sociedad en general tenía una especie de dictamen, había dejado de convivir plácidamente con los sueños líquidos de la dictadura y estaba en condiciones de generar una cosa diferente más o menos así.
- En tu barrio pasaron también cosas en esa época, entre otras cosas la persecución y los últimas horas de Paco Urondo
- Si el asesinato de Paco Urondo
- ¿Y cómo fue para ustedes ver eso? ¿Qué recordas?
- Ese día, Junio del 76, en el barrio fue un día, eso está escrito son hechos históricos. Pero Paco Urondo, uno de los más grandes poetas de la historia argentina, era integrante de la organización política militar Montoneros. Vino a Mendoza después de haber sido castigado siendo el comisario político del Diario Noticias, por una un tema de sus relaciones personales, a una ciudad que estaba cantado que la represión y los servicios de inteligencia iban a acabar con todo movimiento visible de las organizaciones armadas, como más o menos paso. Y Paco Urondo va a lo que se llama técnicamente una cita cantada. Es decir, va a encontrarse con alguien que tiene detrás a los servicios de inteligencia. Y que se va a encontrar con él para que lo cacen. Él, que está perseguido por los servicios de inteligencia no sabe lo que está pasando, pero lo dejan ir, es como un cebo. Y Paco Urondo se cruza con el compañero, se da cuenta por la actitud del compañero que hay algo mal. Viene en un Renault 12, con su joven mujer, una bebé, su hija y otra compañera atrás. Y cuando ve eso acelera y a partir de ahí se produce una persecución en el barrio de autos, el suyo era un Renault 12 que hace mucho ruido y en un momento, en la calle Dorrego, una vuelta atrás del trole, se empiezan a producir balazos. Entonces en el barrio hay una alteración del orden de lo lógico, una persecución de auto, balazos, como en una película, que debe durar unas ocho cuadras, hasta la esquina de Remedios de Escalada y Tucumán de Dorrego. Él dobla frente a un corralón, cruza el auto, hace bajar a su compañera de atrás, a su esposa y a su hija. Y se produce lo que todos sabemos una compañera para el trole y logra huir, esta herida en un balazo en una pierna sangra, el ejército para el trole pero no la ve, se salva de casualidad es la que va a ofrecer testimonio. La bebé es tomada por una persona del barrio escondida y entregada luego en adopción, la familia de su madre la recuperará. La madre es detenida desaparecida. Y Paco Urondo se balea con los militares, aparentemente toma la pastilla de cianuro y lo rematan y lo ejecutan en el piso. Y de eso no tanta gente fue testigo de ese momento porque todo el mundo estaba asustado y escondido. Pero de la secuencia posterior muchísimas personas y también el diario Los Andes informando que un peligroso delincuente subversivo había sido abatido en un enfrentamiento, que no fue tal, enfrentamiento no hubo. En el último momento, Paco se defendió con un arma, ante un comando que lo cazaba, de la policía de Mendoza.
- ¿Cuando te enteras? ¿Te enteraste por el diario que ese tiroteo que habían visto en el barrio era Paco ni más ni menos?
- No, muchos años después.
- Porque en el diario ¿no lo nombraban? ¿no decían quién era?
- No. Muchos años después en plena dictadura, cuando a las 12 empezaba el toque de queda, un día 11 y media, yo esperaba el colectivo 13 para volver a Dorrego, en la 9 de julio. Y ahí había un quiosco que vendía libros usados, revistas usadas, comic y como el ómnibus solía demorar, yo me quedaba hurgando los libros usados y encuentro un libro de Paco Urondo, unas poesías completas de Paco Urondo, ahí en esa librería. Estaba firmado por Paco Urondo. Era el regalo de Paco Urondo a alguien que después se deshizo del libro y lo compré. Las Obras Completas hasta entonces, hasta el 74 habrán sido, era el 76, 77 pongamos. Porque yo a Paco lo conocía por el lector de la revista Crisis, lo conocía por su libro de la masacre de Trelew, lo conocía a distancia, ahí leí el libro completo. Y no se a quien le pregunté por Paco Urondo, no recuerdo a quien y me dijo: pero a Paco lo mataron en la esquina de tu casa. Yo trabajaba de periodista, trabajaba de saber cosas, pero no fue algo que se supiera muy rápidamente, sin mucho tiempo después. Incluso a Ángela Raboy, su hija, Ángela Urondo Raboy, más de una vez le conté esta historia que estoy contando ahora, porque ella era una bebé de meses. Y a ella le contaron su historia, pero cuando uno está en las escenas donde hay olor a pólvora, ruido de tiros y donde flota la muerte y donde queda la sangre en el piso y donde uno ve las caras y son muy impactantes. Entonces sanamente habrá gente que quiera olvidarlas, es humano también olvidar. Pero otras, a veces, nos cuesta olvidar y la responsabilidad detrás de eso. Porque hubo 40 años después en Mendoza un juicio ejemplar y fueron condenados un montón de personas, pero los que dieron las órdenes y los que pensaron en ese crimen nunca fueron condenados, como pasa en general en Argentina.
- Contaste la estadía de tu papá en Costa Rica y es algo curioso lo que sucedió con ellos porque efectivamente tenían ellos, me refiero a esta generación de profesores de filosofía con Roig, Dussel, Bazán, Cerutti, Oward Ferrari
- Todos del Oeste
- Muchos de ellos marchan al exilio, otros no llegan... es lo que sucedió con Mauricio López, ni más ni menos, que va a ser secuestrado y asesinado
- Perdón, quiero decir una cosa. Mauricio López, que fue el profesor que iluminó a mi padre en el secundario. Cuando la dictadura militar empezó y mi padre se tuvo que ir, yo fui con mi padre a la casa de Mauricio López, que era pastor evangélico, vivía con sus hermanas. Le prestó el dinero necesario de su bolsillo, le prestó una cantidad importante de plata para que tuviera para los pasajes, para la estadía para un tiempo de aguantar sin trabajar. Una cantidad de plata importante. Y cuando mi padre pudo volver por primera vez a la Argentina y Mauricio estaba desaparecido y muerto desde el 77, yo lo acompañé nuevamente, porque yo era su mano derecha en estos asuntos, a devolverle peso por peso a las hermanas de Mauricio López el dinero que Mauricio había prestado. No era del consejo evangélico, ni de la iglesia, era plata de él. Y vi como las hermanas le rechazaban la plata, “no, no de ninguna manera Dante, no, no si eso te lo dio Mauricio y Mauricio no está no”. Y mi padre se empeñó y dejó en el living, nos fuimos dejamos la plata y salimos corriendo, más o menos así. Eso lo quiero decir porque López es suficientemente conocido como para que, para que se sepa además de lo que se conoce, fue recontramil solidario con mucha gente, incluyendo miles de exiliados chilenos del pinochetismo Mendoza en el 73.
- Claro, con la Fundación Ecumenica
- Exactamente, pero él en persona poniendo el pecho. Te interrumpí perdón.
- No, es muy valioso lo que contás y vamos a tratar de reconstruir también la vida de Mauricio López, como estamos haciendo en este ciclo. Porque es fundamental y su final de alguna forma, también es una llamada para que volvamos a él.
- Yo de eso recuerdo la solicitada en los diarios firmadas por Sartre, por el presidente de EE.UU. por Jimmy Carter, por mucha gente pidiendo por la vida de Mauricio López, no fue posible.
- Los que lograron sobrevivir fue porque habían abandonado en muchos casos el país, se habían tenido que exiliar, como el caso de tu papá. El caso de Arturo Roig, que estuvo en México pero después llega finalmente, recala en Ecuador. Bueno el caso de Dussel en México. Y lo que es muy curioso es justamente el impacto que tiene en esa expansión de las ideas por América Latina porque hoy, cada uno en estos países, es reconocido como un filoso propio. Y Dante en Costa Rica también ha tenido al día de hoy, la Universidad tiene mucho de lo que escribió, también está publicado allí en este país ¿qué recordas vos de de su trabajo político, social, intelectual en esa etapa de el exilio?
- Cuando mi padre murió en agosto del 93, muy sorpresivamente, de un estallido de un aneurisma en la aorta a los 57 años, algo que no estaba en los planes de nadie. Fue en su librería Macondo después de haberla abierto y sin haber tenido antes un síntoma evidente de que portaba una bomba atómica dentro del cuerpo. Yo tuve que viajar a Costa Rica con su hermana, con Fanny Polimeni, también periodista, a participar de su velatorio y entierro. Su despedida del mundo que fue multitudinaria, había muchísima gente y cuando se produce la ceremonia fúnebre y el cajón baja tierra, que se yo, y estaba el presidente de Costa Rica y ministros y mucha gente de política, estaba como repleto de gente que sabía y reconocía a mi padre mucho más que yo, que desde el 76 al 93 lo habré visto en total ocho veces, exagerando, la última fue en el cajón de esas ocho veces. No lo había visto tanto porque pasó lo que pasó. Él no pudo volver durante los años de la dictadura, para mí no era tan fácil viajar a Costa Rica tampoco. La vez que más tiempo estuve fue una vez que fui a cubrir el mundial de México como periodista deportivo y tenía 15 días de licencia y de México me mandé a Costa Rica y pasamos 15 días juntos, casi que de vacaciones. Yo en el momento del último saludo, se produce un silencio enorme y mi tía Fanny me dice: tenés que hablar. Y no, digo no. Alguien tiene que decir algo Carlos vos. Entonces me tocó hablar delante de esa gente despidiendo a mi padre, no era fácil. Al día siguiente un acto poético, en un bar en que muchos poetas y muchos músicos le hicieron un tributo artístico y lo que yo dije ahí es que me pareció que mi padre había encontrado su lugar en el mundo. Acababan de estrenar la película de Rodolfo Aristarain, Un lugar en el mundo. La película en que Luppi termina pudriendo, incendiando todo, ya que si no puede cambiar el mundo lo va a aprender fuego. Y mi padre creo que encontró en Costa Rica un territorio de paz, el único país del mundo sin Fuerzas Armadas, el país que tiene un 70 por ciento del territorio que es parque nacional, donde el lema es “pura vida”, encontró un lugar de armonía y de paz. Donde poder desarrollar su pensamiento pacífico y su ganas de que todo el mundo cambiara en un contexto adecuado. Y entonces lo que le dio Costa Rica fue paz, respeto, tranquilidad y tiempo del 76 al 93, un montón de tiempo, 17 años, que acá nunca tuvo, porque acá crió hijos, fue perseguido, tuvo que viajar para trabajar de lo que quería etcétera, que le dieron le permitieron finalizar su obra, que es también un aspecto de el humanismo. Cuando la Universidad Nacional de Costa Rica le quiso hacer un homenaje a mi padre, haciendo un monumento, su íntimo amigo, Oscar, aquel con el que lo rajaron en Nicaragua, por pensar distinto a las Fuerzas Armadas sandinistas, en un Congreso de filosofía. Dijo: “la parrilla, la parrilla, el monumento es la parrilla” y entonces en la Universidad hicieron un monumento a mi padre con su parrilla argentina. Ahí donde hacía asado, donde se juntaba la gente a comer. Por esa casa la de mi padre, en un edificio que se llamaba, en el barrio Amon en Costa Rica pasaban Mercedes Sosa, Leon Gieco, Rodolfo Mederos, un montón de gente que cada vez que después me vio, Julio Lacarra, me dice: tú papá y su casa, los asados argentinos en Costa Rica, si no era asado era otra comida. Pero, digamos, una obra que no se debe juzgar creo yo solo por lo visible, por lo que se publicó, lo que el mundo puede ver, si no por lo que está detrás de lo que se pública, que es la vida de las personas y yo diría la coherencia.
Yo siempre digo que de mi padre no heredé ni un peso, pero ni un peso, Tejada Gómez: “un sol morondo y lirondo de metal”, nada. Pero heredé una reposera, que está muy buena, donde uno se puede sentar y reposar un poco. Un cuadro que él tenía sobre su oficina que un pintor chileno pintó, retratando el paisaje que se veía desde la ventana de la librería Macondo y un apellido, es todo lo que heredé. Para mí es un montón, haber heredado un lugar donde reposar, una obra de arte y después un apellido. Pienso que el apellido hay que merecerlo y también defenderlo, estar a la altura.
- Muchísimas gracias Carlos, es un testimonio muy valioso e importante para nosotros. Queremos dejarte un presente que te vamos a hacer de parte de las Ediciones del Instituto del Pensamiento Socialista, que son los Escritos Latinoamericanos que escribió Trotsky, en su exilio de México también y esperemos que te gusten, es nuestra forma de agradecerte este testimonio hermoso que has traído al Talón de Hierro.
- Esta la altura y a mi padre le hubiese gustado mucho un libro, mi padre pasó por México también. En su exilio estuvo por Venezuela, por Cuba, por México y recaló finalmente en Costa Rica. Acaso comprendió que estando Dussel en México a lo mejor había que irse a otra parte y se repartieron los territorios. Pero lo último quiero decir sobre esto, porque estamos con un libro en la mano, es que los libros sobrevivieron siempre a los allanamientos, en mi casa había una gran biblioteca donde miles de alumnos y miles y miles de alumnos pasaban a buscar libros a préstamo y después los devolvían. Había otra biblioteca en una segunda casa muy grande, resistieron los allanamientos. Mi padre hizo después una librería gigantesca con más de 100 mil volúmenes en su catálogo, tenía en su casa una librería personal y nosotros decidimos donar a una institución acá la colección de libros de filosofía de mi padre y donar a la Facultad donde él había enseñado, a la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Costa Rica su biblioteca allá. Es decir que el mundo de los libros, es el mundo que mi padre nadó toda la vida, primero como un acumulador serial de libros, libros, libros y libros que compraba y compraba y compraba y compraba hasta que no cabieran en ninguna parte. Y después el sueño del que tiene muchos libros poner una librería y orientar al que va a comprar diciendo che este sí, esto no sé, esto que se yo. La historia del profesor de filosofía que se convierte en un librero también es hermosa.
- Simplemente agregar para quienes tengan la suerte de poder, en la ciudad de Mendoza, acercarse, hay una biblioteca aportada por Dante Polimenin, de lo que está contando Carlos en la Fundación Ecoménica, en la calle 25 de mayo, que ha puesto a disposición y que es de libre acceso para el público, para encontrarse con este legado tan hermoso del que está contando Carlos.
- Esos son los libros con que mi padre estudió y trabajó en Mendoza, lo donó la familia después, pero su colección personal para mí tiene un valor hermoso por eso la hicimos pública, no me la quise quedar yo en casa, en casa tengo tres libros de todos los de mi padre. Me pareció que debía quedar a disposición de quien quisiera estudiar o quisiera recorrerlos y encontrarlos
- Muchísimas gracias Carlos
- Gracias, gracias a ustedes por lo que hacen
- Nos vemos en un próximo episodio del Talón de Hierro
A continuación, les compartimos el artículo de Dante Polimeni “La teoría crítica de la sociedad y las tareas actuales de la filosofía de la liberación latinoamericana” publicado por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Costa Rica, Heredia, en el número No. 13-14 (jul.-dic. 1979) p. 5-14