En la clínica psicoanalítica, se escucha un aumento del malestar relacionado con la dificultad para establecer relaciones sexoafectivas y quejas sobre la disminución de la actividad sexual, especialmente entre las generaciones más jóvenes. Este fenómeno ha comenzado a captar la atención de sociólogos, psicólogos y filósofos. Algunos sitúan el origen de estos conflictos en el contexto neoliberal, que ha promovido el individualismo como un valor central, priorizando la satisfacción personal e inhibiendo el encuentro genuino con el otro.
Las aplicaciones de citas y las redes sociales se han fusionado con la cultura neoliberal predominante en la actualidad, provocando una transformación significativa en nuestra forma de relacionarnos. Aunque estas plataformas facilitan el contacto, pueden restar profundidad a las relaciones y aumentar el desencuentro. Este fenómeno invita a una reflexión profunda, ya que las redes sociales generan una gran cantidad de sintomatologías y se manifiestan como un emergente de lo que ocurre entre los partners. La búsqueda constante de validación en redes puede transformar al "otro" en un objeto de consumo, idealizado y distorsionado. Esta dinámica erosiona la posibilidad de construir relaciones que puedan superar las barreras del narcisismo, donde se prioriza la satisfacción personal y no se busca conectar con un otro, sino una proyección de sí mismos que reafirme su identidad y elimina la posibilidad de experimentar la alteridad en su sentido más pleno. Dado que la palabra se ha transformado cada vez más en vehículo de información su aspecto creativo, metafórico, se va apagando. Sobrevalorar la máquina, la inteligencia artificial lleva a la confusión de que se puede prescindir del cuerpo para hablar el uno con el otro. En este escenario, la construcción de vínculos deja de ser un desafío y se convierte en un espejo de autoconfirmación, lo que lleva a un aplanamiento del deseo genuino.
Cuando el acercamiento sexual se convierte en un síntoma, "coger" más o menos refleja algo más que lo privado: habla de los cruces con las demandas de una sociedad que promueve conductas homogeneas y el éxito personal, dejando al sujeto atrapado en una búsqueda insaciable de gratificación que nunca llega a colmar del todo el vacío de un yo desvinculado del otro.
Este contexto, donde se promueve la uniformidad y la competencia que relega a las personas a ser consumidores de ideales en lugar de sujetos en relación, provoca una amplia sintomatología que refleja en gran medida la estructura de nuestra sociedad contemporánea. De este modo, la construcción de vínculos se desarrolla en el plano imaginario, relegando lo simbólico, la palabra. En este imaginario, cargado de incertidumbre, el lenguaje se diluye y el sujeto cae como hablante. Este imaginario está, en gran medida, poblado por estos modelos universales. Surge así un sentido de vacío o desgano que afecta la manera en que los individuos se relacionan.
La psicoanalista Graciela Grin argumenta que esta estructura social y cultural dificulta cada vez más la construcción de vínculos amorosos. Además, la sexualidad atraviesa una crisis marcada por problemáticas donde la diferencia y la alteridad se convierten en obstáculos para establecer vínculos menos sintomáticos.
- ¿Cómo impacta en el sujeto y en sus vínculos esta exacerbación del individualismo? ¿Qué lectura se puede hacer desde el psicoanálisis de estás posiciones tan propias de la época? Hoy el individualismo nos está mostrando un nuevo rostro. Ya no se trata de ese repliegue sobre sí mismo y un establecimiento de distancia y diferenciación con respecto a lo colectivo. Inclusive más; ya no se trata de ese encierro y estancamiento en el yo. Algunos pensadores lo denominan hiperindividualismo. En varios aspectos podríamos decir que se construye como un culto; es decir, hay toda una preparación y una puesta en práctica. Lo primero a señalar es el culto al hedonismo. El placer rige todos los ámbitos; tanto como placer del consumo, placer del pasatiempo, placer del sexo, etc. Conlleva toda una ruptura respecto a tradiciones, ideologías y deseos en búsqueda de una felicidad del “aquí y ahora”. También aparece un culto al cuerpo. Es decir, todo aquello que implique sensaciones de voluptuosidad. Y también el desarrollo de una serie de tecnologías del bienestar. Culto a la apariencia, a la delgadez, a la moda, etc. Ya no es un ser encerrado en sí mismo, sino un narcisismo que trabaja todo el tiempo.
Hay un luchar continuo, un moverse continuo, pues se está aterrorizado por la degradación, el ninguneo y hay que tratar de anticipar lo que va a pasar. Esto último lo vemos en el “culto por la conexión”. Es informar continuamente la autonomía y el movimiento, pero dependiendo del reconocimiento o no del otro. Es a través de las prácticas digitales que el individuo siente que existe, que es registrado y reconocido como autónomo. Esta nueva lógica de tipo comunicacional y narcisista muestra cómo el ser más reconocidos, más libres, tiene como contrapartida paradojal el ser tributarios de los demás… Podríamos aventurar: “Soy cuando me conecto con otro”. Siempre hay algo por delante a manejar, siempre hay algo que hay que anticipar. A pesar de “vivir un ahora”, es un ahora adelantado o atrasado a una respuesta del afuera. La ansiedad reina en todo este proceso.
- En relación a esto que lees en la clínica ¿Qué pasa en el encuentro con el otro? El otro ha dejado de ser otro para dar paso al espejo de uno mismo. Vemos así un profundo desgaste de la idea del otro. Está en conflicto permanente consigo mismo, y por ende con los demás. Crea una atmósfera de mucho sufrimiento y sin herramientas para una salida. Reconocer su sufrimiento y no su “culpa” en la situación es un primer paso para ir ubicándose en otro lugar. No se trata de buscar las razones en un pasado o un destino familiar que lo estanca en esa situación. Su singularidad, su producción deseante y subjetiva, ha quedado atrapada. Así las cosas, el deseo se muestra con tres caras: en primer lugar, como la vivencia del deseo en tanto carencia, en tanto falta que hay que salvar rápidamente. En segundo lugar, el deseo como una búsqueda de algo exterior; búsqueda de un placer inmediato. Finalmente, el deseo, como un ideal trascendente, ubica al sujeto en un lugar donde reclama ser escuchado, justamente ahí donde no puede escucharse; ahí donde no puede producirse según sus potencialidades. Paradójicamente, dar lugar a las potencialidades posibilita un encuentro con el otro. Este otro, el otro que aparece como un otro, un otro, digamos que se espera con ciertas sorpresas y cierta cuestión que permita ir conociéndolo e ir jugando una partida… Esa partida, que ya no es en el orden de la falta, sino productora de un deseo, podríamos decir: productora de sujeto. Producción de subjetividades insertas en lo social, insertas en lo que nos va constituyendo, en distintas sociedades, en distintas colectividades, generando así deseos. Un sujeto inserto en esa colectividad, un sujeto que se va construyendo fragmento a fragmento de ese movimiento deseante, encuentra así sus distintas posiciones, sus distintos lugares.
- ¿Esto es lo que estaría marcando la falta del deseo, explicaría de por qué se coge menos? Hay que tener en cuenta que no hay lugar; no hay tiempo para la producción del deseo. Más que nada cuando desde un afuera apremiante se empuja a la inmediatez y a los beneficios del placer. Podríamos decir que se coge menos “con”. Se ha diluido ese otro, con lo cual no hay necesidad de palabras, de encuentro, de sensaciones. Sobre todo de sensaciones, ya que las mismas podrían hacer tambalear la programación del individualismo. Parece que el intercambio de algunas palabras vía lo digital solo alcanza, pues si hay demasiada validación, si hay algo de sensaciones, habría que pagar un precio, un precio que no está dispuesto a enfrentar. Ese narcisismo errante sale al encuentro nuevamente a la primera fase, no sea cosa que surja algún interrogante.
Pero también, como en todas las cosas, hay otras posiciones. Están los que esperan una
validación, los que esperan una palabra, una sensación. Podríamos decir que no todos pueden coger con la sola necesidad de estar caliente. La desilusión, la angustia y toda una serie de sintomatologías son las guías para no enfrentarse nuevamente ante esta situación tan frustrante.
- ¿Cómo impactan las redes sociales en los vínculos, en el lazo social? Aquí también podríamos hablar de un cierto culto a la conexión. La necesidad de expresarse se produce a través de Internet, a través de las redes sociales. El fenómeno es gigantesco: es estar conectado continuamente. Hay que expresar permanentemente lo que somos, lo que queremos y lo que vemos a través de fotos, pero con la exigencia de tener el retorno de los likes. Los likes son formas de gratificación. Si no hay likes es un bajón total, pues esto quiere decir que hay rechazo, que hay ninguneo, que no existe…
Entonces es una forma de narcisismo hipermoderno. Es estar conectado a las redes sociales con especies de mini-tribus. Pequeños mundos donde se esperan gratificaciones, formas de reconocimiento. Esto produce una paradoja muy interesante: se reivindica la autonomía y al mismo tiempo existe una dependencia total hacia el celular, hacia la red.
Esto conlleva una nueva lógica de tipo comunicacional. Esta lógica nos muestra que cuanto más se es reconocido en tanto líder de sí mismo e independiente, más tributarios somos de los demás.
- En el lenguaje de los jóvenes, y no tan jóvenes, está tipificada la conducta entre los pares, lo que implica que inmediatamente una acción queda aislado de todo el resto de lo que es ese sujeto. No es un rasgo; incluso podría estar bien definido por esa tipificación, sino que se transforma en un todo y por lo tanto ese sujeto, en la mayoría de las veces, termina tachado. Podríamos decir que cae en desgracia.
Ahora hay una amplitud para elegir, hay más libertad sexual, pero todo esto que se elige está, como decís vos, tipificado; entonces lo que se elige tiene que estar dentro de determinadas categorías. ¿Qué es lo que se muestra en las redes sociales? Se muestra "todo" lo que tengo, y eso impacta. ¿Qué hay detrás del narciso? Ya mostré todo, y no me toques esto porque es lo mejor.
Cuando el otro no está enceguecido ante el brillo fálico, no está deslumbrada, deslumbrado porque tenés esto o lo otro, cuando el otro está puesto en otra posición, ¿qué hace este narcisista? empieza a horadar al otro, a denigrar al otro.
- ¿Cómo ves vos los vínculos entre los más jóvenes? Esto que vos decías, por qué los jóvenes cogen menos, y te diría que no solo los jóvenes. Y es porque no saben con quién se van a encontrar. Justamente, ante toda la tipificación queda encerrada la persona, a veces ni ellos saben quienes son.
Tener una relación con alguien a veces implica lanzarse al temor del ninguneo, al temor de la agresión. Se tiene miedo a la entrega, ¿a quién me estoy entregando? Esta generación de cristal, que cualquier cosa lo rompe, tiene que acudir a… no romperse.
- ¿Es excesivo o es lógico que deban cuidarse? Es lógico cuidarse. A veces aislarse no es tan malo, pero siempre hay que ver de qué se está aislando.
- ¿La marea verde cómo impactó en los varones heteros, afectó en su sexualidad? Hace un tiempo escuché una conferencia que justamente planteaba cómo son las posiciones de los varones contemporáneos a las interpelaciones feministas. Está muy claro que, hoy en día, estas interpelaciones ya no permiten a las masculinidades mantenerse indiferentes.
Hay distintas reacciones. Una se la caracterizaba como ofensiva-defensiva. Reacción que intenta bloquear completamente la interpelación feminista. Que intentan no hacerse cargo de las críticas y planteos y que de algún modo se resisten al intento de transformación del status quo patriarcal, llegando a recrudecer una respuesta machista a través de la crueldad y la violencia.
En un segundo lugar planteaban una reacción defensiva-elusiva. No se enfrenta desde una oposición antifeminista a la interpelación proveniente de los feminismos, sino que de algún modo se validan, se legitiman las denuncias contra las violencias machistas, pero se elude hacerse cargo. Podríamos decir, si el patriarcado existe, el machismo existe, pero hay una interpretación que limita, pues dicen existe, pero yo no soy eso. No se sienten representados en eso que se denuncia. Esto está representado con el hashtag “no todos los varones”. Podríamos decir que hay una desimplicación automática bajo esa lectura: "La" violencia siempre es de los otros”. No hay desmentida de las denuncias sino una validación desimplicada.
Una tercera posición sería aquella que deja de ser defensiva y que comienza a ser constructiva. Esto sería un dejarse cuestionar por las interpelaciones, lo cual llevaría a una cierta incomodidad. Incomodidad de la afectación de las creencias y valoraciones afectivas.
Así en lo cotidiano podemos ver: a algunos los afecta en tanta retracción o en tanta inseguridad… Más timidez, "que le digo", o quedarse perplejo porque la mujer lo invitó a salir, y no saber cómo responder, sentirse avasallado. También el tema de la plata o si ella tiene mejor trabajo; eso los inhibe, incluso en matrimonios donde se ve esa asimetría. A otros los afecta en tanto machismo: “tu lugar es este y no este otro”.
También se ve a los tipos llevando a sus hijos en porta enfant. Los ves orgullosos sobre este lugar. Pero hay otros que siguen con los prejuicios, “no, esto lo sabe la madre”, algunos porque no saben cómo ocupar lugares que estaban destinados a las mujeres, y otros porque no quieren ocupar ese lugar.
Se ve, además, a adolescentes con relaciones muy agresivas, con mucho temor a hablar para no provocar el enojo de sus parejas. |