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15 de noviembre de 2024 Twitter Faceboock

Tribuna Abierta
Ni olvido ni perdón
Ángel Cappa | exfutbolista, exDT, comentarista y escritor argentino

Coautor del libro "Fútbol y política", exfutbolista y DT, exiliado durante la última dictadura militar en Argentina. En esta columna Cappa recuerda quiénes son los personajes que componen el gobierno depredador de Javier Milei.

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“La memoria viva no nació para ancla. Tiene, más bien, vocación de catapulta”. Eduardo Galeano

El gobierno que preside Milei, es, para la clase obrera y las clases populares en general, un castigo brutal similar al de la dictadura cívico- militar del 76. Además el desmantelamiento del país, sometido descaradamente al imperio estadounidense, entregado a los capitales privados nacionales y extranjeros, es de un colonialismo aun peor que el de aquella época.

Por eso no debemos olvidar a los personajes que componen este gobierno depredador, que sin duda será derrotado por el pueblo, que poco a poco va tomando conciencia de la necesidad de borrar para siempre a quienes causan tanto dolor.

No olvidar y no perdonar para que, juntos, emprendamos la construcción de una sociedad donde ninguna dictadura, ni militar, ni civil como esta, tenga lugar nunca más.

Empecemos por el presidente, Javier Milei: un neoliberal formado por los divulgadores estadounidenses de los divulgadores de los originales liberales. Milei, que repite 4 fórmulas mal leídas y las aplica extemporáneamente en Argentina. Que se cree un líder mundial liberal, un emperador anarco-capitalista para redimir al mundo de la maldad comunista.

Un personaje autoritario que pisotea la democracia tantas veces como le haga falta. Un desequilibrado emocional que cambia de opinión de un día para el otro, apoyado en un ejército de troles y aplaudidores que le festejan cualquier cosa que haga o diga.

Por ejemplo, dijo que Caputo era “un inútil que dilapidó 15 mil millones del Banco Central” y ahora dice que Caputo “es el mejor ministro de Economía de la historia argentina”. Otro ejemplo: dijo que Bullrich “era una Montonera que ponía bombas en los jardines de infantes”. Y ahora dice que Bullrich “es la mejor ministra de Seguridad de la historia argentina”.

Un presidente que no duda en insultar a quien se le ponga por delante y se ufana de haber hecho el mayor ajuste del mundo. Que con su política delirante aumentó la pobreza hasta llevarla al 53% de los argentinos y la indigencia al 18%. Que rebajó el poder adquisitivo de los jubilados hasta límites insoportables y los reprime a palos cuando protestan.

No nos olvidemos de la vicepresidenta Villarruel, que reivindica a los militares del 76, asesinos, torturadores, ladrones de bebés, quienes aplicaron con Martinez de Hoz un plan económico de hambre y condenaron a la miseria a la mayoría del pueblo. Que tiraban al mar, desde aviones, a prisioneros de sus cárceles clandestinas.

No nos olvidemos, cuando estén derrotados por la rebelión popular que llegará tarde o temprano, de José L. Espert, una especie de barra brava de Milei, que la va de guapo del 900 y patotea tipo matón de discoteca a quienes se atreven a contradecirlo. Espert, autor de la frase “cárcel o bala” para quienes usen el derecho a manifestarse.

Tampoco olvidemos a Patricia Bullrich, que de militar contra gobiernos represores de derecha, según se cuenta, se fue cambiando de camiseta hasta instalarse en este gobierno ultra-derechista y comandar la represión sin escrúpulos a quienes protestan, sean adultos, ancianos o niños y balear a periodistas o legisladores.

Tampoco tenemos que olvidarnos de la cuádruple ministra Sandra Petovello, que mientras algunas personas en situación de calle morían de frío en la Capital, guardaba en galpones miles de frazadas. Y a pesar de que la Justicia la intimó a entregar alimentos a los comedores sociales, para aliviar el hambre de la gente, los sigue amontonando sin dárselos a los necesitados. Una crueldad que ni los aplaudidores se animan a justificar.

No nos olvidemos de Karina Milei, el jefe (y no la jefa que eso es de comunistas), según su propio hermano. La que maneja los hilos de las relaciones entre bambalinas y protege al Napoleón del subdesarrollo, de las malas compañías. Karina Milei, que quizá alguna vez leyó un libro, pero con pocas palabras, muy pocas en realidad y no demasiado coordinadas, habla del liberalismo como si supiera y de lo malo que son los comunistas.

No nos olvidemos de Manuel Adorni, quien con un cinismo y una prepotencia propias de quien se supone en la cima y para siempre, inventa en sus conferencias de prensa, una situación argentina tan lejos de la realidad que ni él mismo se lo debe creer. Responde con evasivas o en todo caso poniendo en el pasado perverso todos los males actuales. Cuando se ve acorralado y sin salidas, dice no saber de qué se trata y promete responder próximamente. Con frecuencia no puede reprimir el odio que le brota hacia quienes cuestionan las barbaridades de este gobierno y entonces, a su pesar, se le ve el plumero elitista.

Imposible olvidarnos de Luis Caputo y Federico Sturzenegger, dos economistas rescatados de lo peor de la casta que decía Milei que iba a combatir. Dos economistas que participaron de gobiernos nefastos para casi todos, menos para ellos y para la elite económica. Dos encargados de transferir hacia sus bolsillos, las grandes empresas y grandes millonarios, lo producido por los trabajadores.

Tampoco podemos olvidarnos de los medios propagandistas de Milei y del neoliberalismo y el neofascismo, como La Nación más entre otros. Son también ellos generadores de odio hacia las clases populares y hacia quienes no entienden que la justicia social es una aberración, y que esta vuelta a la dictadura del 76, es, en realidad, un avance hacia el futuro.

No queremos olvidarnos de los congresistas del radicalismo, del peronismo, o de otros partidos, que traicionaron no solo al pueblo sino a sus propias propuestas, para ponerse del lado de quienes generan este desastre.

Por último no nos olvidemos que este gobierno infame ataca a la cultura, al cine, a los jubilados, a la universidad pública, a la educación en general, a la ciencia, al feminismo, a los medios estatales, y a todos los bienes comunes, inclusive al fútbol.
Ni olvido ni perdón. Es la mejor manera que tendremos para cuando estemos en condiciones de construir una sociedad democrática con justicia económica y social. Cuando iniciemos el camino hacia el socialismo que pretendemos.

 
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