Casi un año después del movimiento campesino que sacudió al gobierno, desde el lunes se han producido nuevas movilizaciones agrícolas en toda Francia. Miles de agricultores salen a las carreteras, rotondas y peajes, aunque detrás del llamado del sindicato mayoritario del mundo agrícola, la Federación Nacional de Sindicatos de Propietarios Agrícolas (FNSEA por sus siglas en francés) y la JA (Jóvenes Agricultores).
En total, hasta el miércoles se anunciaron más de 80 acciones locales, especialmente en el sur de Francia, en los alrededores de Toulouse. Según La Dépêche , los “fuegos de la ira” (encendido de hogueras en los puntos de reunión) movilizaron el lunes 19 de noviembre a 6.836 agricultores con 1.898 máquinas agrícolas.
Los bloqueos en los peajes se produjeron especialmente en los Pirineos Orientales, como en el peaje de Boulou, donde los agricultores bloquearon el paso de los camiones de mercancías procedentes de España.
También se produjeron numerosas acciones simbólicas, como el vertido de estiércol frente a la prefectura de Rodez, en Occitania, o las numerosas concentraciones en Toulouse, Agen, Burdeos, Guéret, Évry-Courcouronnes e incluso Nancy (ciudad francesa perteneciente a la región de Gran Este, en el noreste del país. N.deT.)
Los agricultores denuncian la falta de ingresos y sus muy difíciles condiciones laborales. Como explica Gérard Florenson, ex inspector de agricultura y medio ambiente: “La mayoría de los agricultores no generan suficientes ingresos o sólo logran vivir a costa de horas de locura, con una ansiedad permanente de quiebra, porque muchos están muy endeudados”.
Los acuerdos de libre comercio entre la Unión Europea y Mercosur también son señalados por la FNSEA y los agricultores movilizados. En los tractores parados podemos leer: “¡Mercosur = muerte!”, o incluso “No importemos lo que está prohibido en Francia”. El mismo Florenson explicaba: “los criadores son los más preocupados porque los países miembros del Mercosur, especialmente Brasil pero también Argentina, tienen importantes capacidades de producción en ganado vacuno, avícola y porcino”. Pero si es en este ámbito donde se expresan la mayoría de las demandas de los agricultores es porque el movimiento está liderado por la FNSEA y los Jóvenes Agricultores.
Al señalar con el dedo las normas ecológicas y las regulaciones internacionales, la FNSEA, pero también los partidos del régimen de la V República -que se opusieron unánimemente a los acuerdos del Mercosur al firmar o votar en la Asamblea Nacional los tratados de libre comercio- intentan ocultar su propia responsabilidad por la desastrosa situación que afrontan hoy los agricultores. Si bien el problema básico radica en el aplastamiento de los agricultores por los grandes capitalistas, que monopolizan la producción y emplean mano de obra barata, los líderes del movimiento señalan a otros partidos responsables para promover sus demandas de desregulación y liberalización comercial.
Esta afirmación también explica la menor magnitud del movimiento actual, en comparación con el de enero pasado. Si bien el FNSEA temía ser superada por las movilizaciones, ahora busca mantener el control sobre el movimiento. Arnaud Rousseau, presidente de la FNSEA y jefe de un gran grupo capitalista agrícola, lo recordó ante el micrófono de BFM Business este último domingo 17 de noviembre: “Nuestra ambición es atraer la atención de los poderes públicos, (…), pero no bloquear a los franceses, no impedirles ir a trabajar”.
Sin embargo, mientras las organizaciones empresariales intentan contener el movimiento para no dirigir la ira de los agricultores hacia los verdaderos responsables de la crisis, el primer desafío para el movimiento reside en su capacidad de superar a la dirección actual del FNSEA, así como el uso que puede hacer de él la extrema derecha.
Ante la crisis actual, el movimiento obrero, y en primer lugar las direcciones sindicales, no pueden permanecer en silencio y deben proponer un programa dirigido a los pequeños y medianos agricultores. Un programa que busque cuestionar el actual sistema agrario que pretende servir a los grandes capitalistas del sector agroalimentario, de la gran distribución, de la industria y de los bancos, pero también establecer un vínculo con los trabajadores y la lucha contra los despidos. Esto es lo que el movimiento obrero debería proponer a los agricultores, luchar contra la influencia de la extrema derecha, pero también de los “sindicatos” traidores vendidos a los lobbys agroalimentarios y dirigir la ira legítima de los pequeños agricultores contra los verdaderos responsables: las grandes empresarios del agropower. |