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26 de noviembre de 2024 Twitter Faceboock

Debates
Política Obrera o Política Liberal
Sol Bajar | @Sol_Bajar
Jonatan Ros

Marcelo Ramal (Política Obrera) publicó un artículo contra el PTS por no haber dejado correr un proyecto de "libertad sindical" presentado por el radical Martín Tetaz. El debate sobre esa reforma siguió en el recinto este martes, cuando Tetaz y otros legisladores defendieron su fallido proyecto de dictamen. Aquí una respuesta al planteo de Ramal.

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El compañero Marcelo Ramal (Política Obrera) publicó recientemente un artículo contra el PTS por no haber dejado correr por acción u omisión un dictamen de "libertad sindical" promovido por el diputado radical Martín Tetaz y parte de la derecha que integra la Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de Diputados.

El debate sobre esa reforma siguió en el recinto este martes 26, cuando Tetaz y otros legisladores del mismo pelaje continuaron con la defensa de su proyecto de dictamen, tomando a Raúl Alfonsín como su inspirador, que -dijeron- estaría orgulloso de la reforma. La sesión cayó por falta de quórum. Y el conjunto del FITU se negó a ser parte de la sesión para ayudar a Tetaz.

Todo este "debate" se dio en medio de un toma y daca entre burocracia y gobierno, negociación que termina como siempre en una tregua a cambio de que no se metan con su caja, y de ahí que el gobierno no le da su apoyo al diputado radical y a sus socios.

El “debate” en comisión

Esta historia comenzó cuando el diputado radical y otros derechistas como Fernando Iglesias intentaron que saliera un dictámen de la Comisión en cuestión, para avanzar en una “reforma sindical” que contenía distintos puntos. Entre otras cosas, había un capítulo destinado a la “normalización de las Asociaciones Sindicales”, que contenía aspectos que hemos levantado siempre, como que haya una sola reelección en los mandatos y la representación de las minorías. Lo hemos peleado en muchos lugares, empezando por el impulso del estatuto clasista de los Ceramistas de Neuquén.

Pero el dictámen que buscaba Tetaz contenía también una buena cantidad de artículos donde se reafirma el poder del Estado (en este caso a través del ministerio de Capital Humano) para interferir en la vida de los sindicatos. También un punto sobre la prohibición de imponer aportes sindicales compulsivos a los trabajadores. Luego un capítulo sobre “Democratización de las Obras Sociales” que impulsa una mayor facilidad para la salida del sistema de salud que tienen los sindicatos hoy, tal como se dispone en un decreto previo del gobierno. De la necesidad de pasar un mínimo de 1 año en la Obra Social del sindicato al entrar a trabajar, a 3 meses.

El peronismo se opuso a todo cambio en defensa de la burocracia sindical. Nosotros, con el compañero Alejandro Vilca, llevamos a la Comisión de Trabajo la propuesta de un dictámen propio, de rechazo a esta agenda proempresarial, cuyo contenido fuimos desarrollando en las sucesivas reuniones de diputados e informativas.

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Luego de varias reuniones fracasadas, Martín Tetaz consiguió que diputados del oficialismo y el PRO garanticen su presencia, lo que abrió paso a la reunión de Comisión del 19 de noviembre a la que hace referencia Ramal en su nota. Hete aquí que al momento de votar, por mecanismo parlamentario, a Tetaz le faltaba sólo un voto propio o un dictamen alternativo para que su proyecto se transforme en un dictamen de mayoría y llegue al recinto, de tal modo que si presentábamos nuestro dictamen, quedaba aprobado el de Tetaz y compañía.

El planteo de Ramal

Ramal en su nota nos critica porque no dejamos aprobar el dictamen de Tetaz. Con la misma lógica, el martes 26 tampoco dimos quórum para que ese proyecto sea tratado en una sesión especial pedida por el legislador de la UCR.

Ramal dice, luego de aclarar (¡como si hiciera falta!) que no debíamos apoyar el proyecto de la derecha. Y agrega: “Pero tampoco, de ninguna manera, retirar su propio proyecto para evitar el tratamiento parlamentario y favorecer: a) la reelección indefinida de la burocracia; b) el acuerdo Milei/Francos-CGT, que convierte a los sindicatos en laderos del capital financiero liberticida. La eliminación del reeleccionismo y el derecho de representación de una minoría es, por otro parte, progresivo dentro de sus límites insalvables. El PTS-FITU se acopló, en definitiva, al boicot del peronismo al proyecto, para apoyar la perpetuación de los Daer, Moyano y compañía, que operan bajo un acuerdo con el gobierno antiobrero”.

O sea que no debíamos apoyarlo sino dejarlo correr así y limitarnos a criticarlo “im pla ca ble men te”. Esto porque, para Ramal, el supuesto dictamen de Tetaz tienen elementos progresivos, como dice arriba.

Ramal considera que ayudar a la derecha a que imponga su proyecto sería parte de una actitud "clasista independiente". Raro ya al solo escucharlo. Sería hacerle la segunda a los impulsores recientes de la Ley Bases y la Reforma Laboral. Luego Ramal nos trae a León Trotsky en su defensa, explicando que la independencia de los sindicatos en relación al Estado y la democracia sindical es la tarea para la cual es necesaria una dirección revolucionaria. Bien ahí. Sabíamos que Ramal y su corriente nunca entendieron el contenido más profundo sobre el significado de la independencia de los sindicatos en relación al Estado para Trotsky, que plantea que esta existe realmente si el sindicato no se limita a organizar a sus propios afiliados para sus fines corporativos, sino que sea una herramienta para la organización también de los sectores más oprimidos en su lucha contra el régimen de conjunto. Ahora, nos enteramos que no entienden ni la parte más elemental de la independencia del Estado y es oponerse a que sea ese organismo quien determine cómo se deben organizar los trabajadores. Y en este caso, de la mano de derechistas anti sindicales fanáticos.

El dictamen que se pretendía imponer, además reafirma el poder del Ejecutivo sobre los sindicatos, en este caso a través del ministerio de Capital Humano. Esta parte Ramal no la cuenta. Pero el proyecto en cuestión dice por ejemplo, en su artículo 11, que se le da a Capital Humano algunas prerrogativas tales como ser los encargados de peticionar judicialmente la cancelación o suspensión de personerías o intervención de un sindicato en caso de que ese Ministerio (¡a cargo de Petovello!) haya visto que una organización sindical haya incurrido en “graves irregularidades administrativas”.

El borrador de dictamen que hizo circular Tetaz también establece que ese ministerio podrá solicitar medidas cautelares para suspender a quienes integran órganos de conducción de una organización gremial y disponer de un funcionario (estatal) con facultades para poner fin a una situación que el supuesto dictamen describe como “peligros serios de perjuicios a la Asociación sindical y a sus miembros”. Todito a evaluar por Sandra Petovello.

En casos de acefalía o irregularidades en las elecciones de órganos de los sindicatos, se reafirma que será Capital Humano quien “designe un funcionario para que efectúe lo que sea necesario para regularizar la situación”. Esto votado por Tetaz, Iglesias y otros de ese tipo, ¿daría lugar a la independencia del Estado y la democratización de los sindicatos?

De paso, cabe preguntarse: ¿alguien cree que esas intervenciones no van a ser en el 99% de los casos a favor de la burocracia contra los trabajadores y listas opositoras? Si hay como se dice un pacto entre el gobierno y la burocracia y una persecución a la izquierda muy dura, ¿no pensaron cómo serán usados estos poderes que quieren que le reafirmemos al Estado?

Ramal justifica todo esto en función de saber utilizar “una brecha” que el potencial dictamen de Tetaz y compañía según él establecía en relación con el monopolio de la burocracia. Una cosa es utilizar una brecha cuando se da. Quien no lo hiciera sería un sectario. Otra muy distinta es que en función de ello, se pierda toda independencia.

Por otro lado cuando Trotsky habla de la democracia sindical como uno de los dos pilares de su política hacia los sindicatos suponemos que no debe referirse solo a la representación de las minorías y las no re reelecciones sino a una verdadera libertad de organización que no puede existir sin derrotar a la burocracia, conquistar asambleas, delegados revocables, etc. Obvio que eso no está en el proyecto de Tetaz y compañía, que son impulsores de la “idea” de que la realización de asambleas debería ser causal de despido. Para lograr democracia habrá que enfrentar a la burocracia sindical y a las empresas que actúan en común contra la democracia sindical. Eso será obra de los trabajadores mismos, como en todo.

Por otra parte, señalamos que en el proyecto de dictamen de Tetaz había otros puntos además de los narrados por Ramal que cabe recordar.

Uno que al compañero pareciera ser que le genera particular entusiasmo: la prohibición que haría la ley de hacer cualquier tipo de cobro de aportes de manera obligatoria. Se trata de la llamada cuota solidaria y otros ítems (que según Tetaz incluye la posibilidad del uso de lugares recreativos) que son compulsivos en la mayoría de los sindicatos y la deben pagar los no afiliados. Por su carácter compulsivo nos oponemos a ella. Los trabajadores en gran medida rechazan esta cláusula por bronca a la burocracia, pero Tetaz y compañía la rechazan por odio a la organización sindical del conjunto.

La discusión sobre el cobro o no de la llamada cuota solidaria (que se cobra con el argumento de que los beneficios del convenio colectivo incluye a los no afiliados) es algo que corresponde decidir a los trabajadores en asamblea de cada gremio, no es algo que deban hacer diputados de partidos patronales y antiobreros, fomentando resoluciones puramente individuales y atomizadas como si se tratara de un mercado donde cada trabajador decide “libremente”. Nosotros anticipamos el planteo de nuestra oposición al cobro compulsivo de esta cuota, luchando en cada sindicato por un control democrático de los fondos y direcciones clasistas que practiquen la democracia obrera y favorezcan la afiliación y el aporte masivo a los sindicatos.

Para finalizar, el dictamen que deberíamos dejar correr tiene un capítulo entero llamado "Democratización de las Obras Sociales". Se permite que el trabajador en vez de tener que esperar un año desde que ingresa para poder salir de la Obra Social del sindicato, lo pueda hacer a los 3 meses. Aclara luego que podrán optar “cualquiera de las entidades que tengan por objeto específico la prestación de servicios de salud conforme a la normativa a determinar por la autoridad de aplicación”. Suena lindo, pero no hay que ser muy lúcido para ver detrás de esa propuesta un buen negocio para las pre pagas, así que el bloque que Ramal nos proponen que integremos de forma crítica, junto con Tetaz, incorpore ahora al compañero Belocopitt.

Que las obras sociales son de baja calidad no es secreto para nadie. Pero impulsar la salida individual de las obras sociales jamás puede ser la política para terminar con los malos servicios que ofrecen para quienes no tienen otro remedio que quedarse allí, en lugares que además sufren también la asfixia del Estado. Habrá que ponerlas bajo el control de los y las trabajadoras para que la burocracia y (¡los gobiernos!) no las usen de caja.

Los compañeros de Política Obrera hace un tiempo han decretado que está mal toda política de exigencia a la burocracia para luchar para que haga lo que no quiere (salir de sus sillones y convocar medidas de lucha que mejoren la respuesta obrera y la situación de los sectores antiburocráticos), manteniendo una total independencia de parte de los clasistas. Para Política Obrera, está mal siempre. Más allá de las circunstancias concretas, que es lo que debería evaluarse para una táctica como la del Frente Único Obrero impulsada por la tradición revolucionaria. Ni siempre ni nunca. Dependerá de la situación de la base, del ataque o perspectivas de conseguir mejoras que requieran de fuerzas que solo podrían ponerse en movimiento en ese momento con llamados de la burocracia (que los deformarán y no tendrán continuidad si fuera por ellos), del peso de los clasistas, etc.

Esta política tiene un elemento táctico (garantizar la mayor unidad posible contra la patronal) y un fin estratégico, que es avanzar en la conquista de la dirección de la clase obrera por parte de los revolucionarios mediante la experiencia. Nunca imaginamos que esta aversión al frente único obrero con toda esa fraseología izquierdista los podría llevar tan rápido a las faldas del “frente único crítico” con radicales y reaccionarios “demócratas de este tipo. Pero tiene lógica.

*Notita al pie: párrafo aparte merece el hecho de que los compañeros de Política Obrera han sido parte de la conducción de sindicatos antiburocráticos pero que mantuvieron estatutos que impiden hasta el día de hoy la representación de las minorías.

 
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