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La Izquierda Diario
25 de enero de 2025 Twitter Faceboock

Tribuna Abierta
Una escuela bajo fuego y un gobernador ocupa
Redacción Chubut

Testigo circunstancial y vivencial de las consecuencias del incendio que asoló Epuyen, en el noroeste de Chubut, Lucia Caisso nos hace llegar sus impresiones sobre la visita del Gobernador Ignacio Torres a la localidad donde anunció ayuda a las familias damnificadas, aunque a su estilo policial.

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Eusebio no es sólo un profesor de Filosofía: es uno que eligió trabajar en la escuela 774 del pequeño pueblo de Epuyén, al pie de la precordillera andina en la provincia de Chubut. Ahí, desde esa escuela de una zona semi rural de la Patagonia alentó a Brisa, una de sus estudiantes, a participar de la Olimpíada nacional de Filosofía. Brisa aceptó el reto y ganó el segundo premio en una de las categorías de ese concurso, y la escuela toda cerró el 2024 planificando cómo juntaría el dinero para costear la participación de la joven en la instancia sudamericana de la peculiar competición.

A pocos días de iniciado el 2025, sin embargo, lejos quedaron para Eusebio, para Brisa, para su escuela y para la comunidad toda de Epuyén los sueños filosóficos. La casa de Eusebio, al igual que la de otros dos de sus compañeros docentes y seis de sus estudiantes es hoy un montículo de cenizas y restos calcinados. Como a los hogares de otras 70 familias de Epuyén se los llevó el fuego que se alimenta de la desertificación, las altas temperaturas, el desarrollo urbano no planificado y que se aviva, fundamentalmente, con las plantaciones de pinares invasores. Como si se tratara de un volcán oculto que se reactiva constantemente, y que se fragmenta según el día en diversos focos, arde y humea la ladera del cerro y arrasa con animales, vegetación, galpones, corrales, gallineros, huertas y casas. La lista de personas que lo perdieron todo redunda en nombres de niños, niñas y bebés y también en apellidos de origen mapuche.

Al igual que otras instituciones de la zona (como la escuela 9, el municipio o la Casa de la Cultura) la escuela 774 se abrió desde el primer momento de la catástrofe. Primero para receptar donaciones, clasificarlas y asignarlas entre las familias damnificadas, pero luego para erigirse también en un espacio de encuentro, contención y organización para la totalidad de la comunidad. Desde hace más de una semana se proyectan películas, se organizan meriendas y almuerzos colectivos, se promueven juegos infantiles y, desde luego, se siguen recibiendo donaciones materiales y monetarias cuyo destino se decide en asamblea escolar. Llevan adelante las actividades el equipo directivo, docentes, preceptores y preceptoras, auxiliares, madres y padres y estudiantes y lo hacen bajo una consigna que se repite en flyers y carteles: “la escuela está abierta”.

Que la escuela esté abierta ahora, en las únicas 4 semanas de descanso corrido que tienen al año quienes le dan vida cotidianamente, debiera ser un recordatorio social de la madera de la que está hecha la escuela pública argentina: no la de los discursos hipócritas y superficiales que la festejan mientras la desfinancian y permiten la creciente mercantilización educativa, si no la de quienes saben bien que allí se educan los hijos e hijas de los trabajadores, atravesados por condiciones de vida desde hace décadas cada vez más precarias, contenidos y educados en esta institución por otros trabajadores y trabajadoras de condiciones de vida y de trabajo también cada vez más precarias.

A esta escuela de Eusebio y de Brisa, de Bernardo y Lorena, de Nadia y Quito y de tantos y tantas más llegó el miércoles 22 de enero el gobernador de Chubut Ignacio “Nacho” Torres. Pero más que llegar a la institución la “ocupó” durante algunas horas: desembarcó con un contingente nutrido de asesores, funcionarios y “empleados” de rostro poco amable y físico ostentoso... no consultó si podía cambiar el mobiliario de lugar ni utilizar tal o cual espacio para montar una reunión con (algunos) de los damnificados por el fuego… una vez que hubo elegido el salón de usos múltiples como el mejor sitio para llevar a cabo esa reunión ubicó en las puertas del mismo a algunos de sus “empleados” para que no permitieran el acceso a nadie que no estuviera previamente autorizado y, por último, no se reunió en ningún momento con el equipo directivo de la 774.

El SUM de la Escuela "custodiado" por la gente del gobernador

Ni la comunidad educativa ni los medios de comunicación pudieron ingresar a la reunión con damnificados, los cuales tampoco se encontraban en su totalidad dada la premura con la que se organizó el evento. Los que sí estaban al tanto del encuentro y no faltaron a la cita fueron uniformados de distinto tipo y color, vehículos policiales y numerosos desconocidos que formaban parte de la comitiva del gobernador y circularon constantemente por la escuela. De hecho, tampoco faltó el catering para los presentes servido por empleadas municipales que no se sabía si estaban allí en calidad de mozas o de daminificadas, ya que algunas de ellas mientras servían masas finas para las autoridades presentes contaban cuánto y cómo habían perdido por el fuego.

Por el testimonio de quienes participaron de la reunión “privada” y de una pequeña e improvisada rueda de prensa que dictó Torres para los pocos medios que pudieron llegar de apuro hasta Epuyén se supo que el gobierno ofrecerá “vouchers” para la compra de materiales de construcción. “Según los casos esos vouchers pueden llegar a ascender a la suma de veinte millones de pesos”, dijo el mandatario. Hay que decir que de si de por sí se trata de una cifra bastante escueta para encarar la reconstrucción total de una vivienda, la acotación “según los casos” prepara para que sean pocos los que reciban la suma completa. Además, aclararon, será difícil establecer la reconstrucción de viviendas sobre terrenos de “irregular situación dominial” dado que la mayoría de los pobladores no posee escrituras regulares de sus terrenos. Así, alegando que en incendios que se sucedieron previamente en la Comarca Andina hubo quienes se sumaron a las familias daminificadas para “ocupar” tierras, el gobierno provincial se atajó de antemano para reducir, aún más, la potencial asistencia a las personas que todo lo han perdido.

Quienes viven en la Comarca saben bien que la mayoría de los pobladores no posee escrituras sino boletos de posesión y que -más allá de la posible existencia de algún caso excepcional- no hubo experiencias previas en la que familias que no habían perdido sus casas por el fuego recibieran dinero o materiales destinados originalmente a otras personas. Resulta paradójico que el gobierno se excusara de antemano a propósito de las ocupaciones ilegales en el mismo momento en el que se encontraba ocupando de manera prepotente e inconsulta el edificio público de una institución que, desde el primer día, se había mantenido abierta para quienes vieron su vida trastocada por las llamas.

¿Sabrá el gobernador “Nacho” Torres que de esa escuela que él ocupó para dar tan parciales respuestas salió el año pasado el segundo mejor promedio provincial? ¿Sabrá de Eusebio y de Brisa, que soñaron un día con ganar una Olimpíada de Filosofía y lo lograron? ¿Sabrá de auxiliares y directivos, de docentes y estudiantes que cortaron sus exiguas vacaciones para avisarle a la comunidad que se refugiara allí del desastre, porque “la escuela [ahora también] está abierta”? Si sabiendo algo de esto se permite actuar de manera tan inoportuna y violenta es por pura desvergüenza. Si, en cambio, de nada de esto conoce es porque ni ésta ni tantas otras escuelas, ni este pueblo, ni estos problemas sociales y ambientales le resultan propios.

Mientras tanto, la escuela continúa abierta.

 
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