Este martes 28 de enero, los maquinistas ferroviarios agrupados en La Fraternidad llevan adelante un paro nacional que afecta los servicios ferroviarios en el país, incluyendo las líneas del Área Metropolitana de Buenos Aires como Roca, Sarmiento, Mitre, San Martín, Belgrano Sur y Tren de la Costa. La medida, que se inició a las 9h, se extenderá hasta las 15 horas y se enmarca en un contexto de reclamos salariales insatisfechos y creciente pérdida del poder adquisitivo que afecta a toda la clase trabajadora.
Razones del paro: un reclamo legítimo ante la falta de respuestas
El detonante del paro fue el vencimiento de la conciliación obligatoria, que había sido extendida hasta el 20 de enero, sin que las negociaciones paritarias avanzaran de manera significativa. Los trabajadores ferroviarios exigen, entre otras cuestiones, que se incluya en sus salarios una compensación equivalente al 10% del básico en concepto de canasta básica alimentaria, lo que representa un monto aproximado de $153.000. Asimismo, critican las propuestas del Gobierno y las empresas ferroviarias, calificándolas de insuficientes y perjudiciales para los ingresos de los trabajadores.
Desde el sindicato señalan que el ajuste inflacionario y la devaluación acumulada desde septiembre han erosionado el poder adquisitivo de los trabajadores, mientras que las ofertas salariales presentadas ni siquiera cubren las necesidades básicas. La Fraternidad ya había llevado adelante medidas de protesta durante 2024, como la circulación de trenes a baja velocidad, pero esta vez optaron por una interrupción total del servicio para visibilizar la gravedad de sus demandas.
Un contexto de ajuste y pérdida salarial
El reclamo de los ferroviarios no es un caso aislado, sino que forma parte de un panorama más amplio de deterioro salarial y ajuste económico que afecta a la clase trabajadora en general. Desde la asunción de Javier Milei en diciembre de 2023, las políticas de ajuste han intensificado la precarización de los trabajadores, con una caída del 13,9% en la capacidad adquisitiva de los salarios registrados y un alarmante descenso del 21,5% en el sector público, según datos del INDEC.
El deterioro no solo afecta los ingresos de los trabajadores, sino también sus condiciones laborales y la estabilidad en el empleo. Los despidos en el sector privado y en el Estado se han convertido en una amenaza constante, mientras que la inflación sigue minando los ingresos reales. En este contexto, resulta más urgente que nunca la necesidad de un plan de lucha que unifique y fortalezca las demandas de los distintos sectores obreros.
Hay que organizar desde abajo la pelea en cada lugar, avanzando en la coordinación entre los distintos sectores en lucha. Solo así se podrá imponerle a la CGT que rompa la tregua escandalosa que viene llevando adelante con el Gobierno y las patronales. |
