La revuelta iniciada por los estudiantes tras el fatal derrumbe en la estación de Novi Sad que dejó 15 muertos, sigue en pleno apogeo. Las manifestaciones son cada vez más masivas y no sólo en las grandes ciudades como Belgrado, Novi Sad o Niš, sino también en ciudades medianas como Valjevo, Sombor o incluso Zaječar. Una señal de que la movilización está encontrando eco no sólo en las zonas urbanas sino también en las rurales.
Más allá del escándalo de Novi Sad que provocó una inmensa bronca e indignación en la sociedad, la revuelta estudiantil expresa algo más profundo: el rechazo de toda una herencia nociva compuesta de privatizaciones, ataques a las condiciones de vida y a los derechos de los trabajadores y de las clases populares; desigualdades e injusticias que no auguran ningún futuro deseable ni para la juventud ni para los sectores más desfavorecidos de la sociedad serbia. Por eso esta lucha encuentra gran simpatía en sectores muy diversos de la sociedad, abriendo una crisis política y social que podría escapársele de las manos al gobierno y amenazar las ganancias de los capitalistas. Incluso, muchos hablan de una lucha por “una sociedad más justa”.
Un día de huelga (casi) general
El viernes 24 de enero, ante el llamado de los estudiantes movilizados, se inició un movimiento de huelga en el país. Aunque esta movilización adoptó más bien una forma de "desobediencia civil", fue un primer paso para intentar desencadenar una huelga general. Así, junto a los estudiantes, abogados y profesores que ya estaban en huelga, se unieron los trabajadores de la cultura y la salud. Los trabajadores del cine y varios teatros, librerías, cafés y restaurantes también se declararon “en huelga” durante toda la jornada del viernes (aunque en estos sectores los mismos empresarios dieron apoyo a las protestas, lo que plantea algunas contradicciones importantes), al igual que los trabajadores de RTS, canal de televisión pública que reproduce la propaganda gubernamental.
El lunes 27 de enero, los estudiantes volvieron a hacer una gran demostración de fuerza bloqueando una de las rutas más importantes de la capital y posteriormente decidieron quedarse allí toda la noche. Se implementó un sistema de suministro de agua y alimentos para abastecer a los estudiantes con la ayuda de trabajadores que se sumaron al bloqueo después del trabajo. Esta es una demostración de la gran solidaridad que rodea al movimiento y de las formas de autoorganización que allí se están desarrollando.
Los estudiantes denuncian la progresiva privatización de la educación superior mediante el aumento de las matrículas y la presión y la ansiedad que esta situación les genera. Esta cuestión es especialmente sensible entre los profesores universitarios, así como entre los profesores de primaria y secundaria. Por eso, el sábado 18 de enero, 4.000 de ellos se sumaron a las protestas y más de la mitad de las escuelas del país se declararon en huelga, en apoyo a los estudiantes movilizados. El gobierno es consciente del potencial de la alianza entre estudiantes y docentes y actuó rápidamente ofreciendo aumentos salariales -que algunos sindicatos aceptaron- para así cortar de raíz la movilización de los docentes.
Pero mientras las manifestaciones se extienden por todo el país, los estudiantes movilizados se enfrentan cada vez más a diversas amenazas, desde encapuchados armados con cuchillos hasta las fuerzas de represión, que no dudan en contactar, interrogar, golpear y detener a los estudiantes. Por ejemplo, la Facultad de Arte Dramático de Belgrado fue atacada por un grupo organizado durante la conmemoración de las víctimas del derrumbe. Sin embargo, aunque el gobierno reprime a diario a los manifestantes, de momento el nivel de represión se ha mantenido relativamente moderado, pues Vučić sabe que demasiada represión podría radicalizar el movimiento y acelerar el fin de su gobierno.
Vemos entonces que este movimiento cuenta con el apoyo de diversos sectores de la sociedad. La huelga del último viernes demostró que los sectores urbanos de la cultura, restaurantes y, en general, las pequeñas empresas también se ven atraídos por la movilización y se unen a los estudiantes. Sin embargo, a pesar de los múltiples llamados y acciones de los estudiantes hacia el movimiento obrero, la mayor parte de este no esta participado activamente de las protestas: las principales centrales sindicales siguen estrechamente vinculadas al Estado y al poder de turno, lo que complica aún más la participación directa y organizada de la clase trabajadora.
Sin embargo, algunos sectores de vanguardia – como los trabajadores de la energía que exigen la satisfacción de las demandas de los estudiantes y al mismo tiempo presentan sus propias demandas– se declararon en huelga el viernes pasado y se manifestaron. Esta semana fue el sindicato de la empresa armamentista Zastava (de las mas importantes del rubro) el que se solidarizó con la lucha de los estudiantes por una “sociedad más justa”.
El gobierno serbio en el ojo de la tormenta
Ante la masividad de las movilizaciones, el presidente Vučić anunció la organización de una “contramanifestacion” el mismo día de la huelga en la localidad de Jagodina, en el centro del país. En este intento de imponer un equilibrio de poder frente a las manifestaciones, el partido de Vučić organizó autobuses desde todos los rincones del país para transportar al mayor número posible de personas a los lugares de reunión, para demostrar que el Presidente todavía disfruta del apoyo de la población. En su discurso en este acto, Vučić atacó a los estudiantes y a todos los sectores movilizados, afirmando que “Serbia está siendo atacada desde dentro y desde fuera”.
Previamente, el presidente ya había propuesto durante un discurso televisado la celebración de un referéndum para decidir si permanecía en el poder o era destituido. Pero tal referéndum no puede ser organizado por el propio presidente: corresponde a los diputados reunir al menos 67 firmas para solicitarlo y que sea consultivo. Se trata de un intento del gobierno de canalizar el descontento hacia las urnas, lo que revela la preocupación de los dirigentes serbios por la magnitud de las protestas.
Este martes 28 de enero, el primer ministro Miloš Vučević presentó su dimisión para, según el, “evitar más complicaciones y no aumentar aún más las tensiones en la sociedad”. El alcalde de la ciudad de Novi Sad también dimitió de su cargo ante la presión callejera, afirmando que "la estabilidad y el alivio de las tensiones y el fin de nuevas divisiones en la sociedad son la condición esencial para el progreso y el desarrollo de Novi Sad y la mejora de las vidas de los ciudadanos”.
El hecho de que los responsables políticos de la tragedia de Novi Sad hayan dimitido representa una confirmación de debilidad por parte del gobierno, que no satisface al movimiento de protesta. El alcalde de Novi Sad y el primer ministro serán rápidamente reemplazados por políticos igualmente corruptos que continuarán con las políticas neoliberales de los últimos treinta años. La movilización actual no surgió sólo para hacer rodar cabezas, sino como consecuencia y respuesta a todo un sistema de explotación y miseria que se ha establecido en el país desde la disolución de Yugoslavia.
Una nueva generación de rebeldes
Los jóvenes movilizados en Serbia sólo conocieron el capitalismo triunfante y violento surgido de la sangrienta disolución de Yugoslavia en la última década del siglo XX. Muchos son hijos de quienes se rebelaron contra el régimen del ex presidente Slobodan Milošević en la década de 1990 en un contexto de crisis económica y social, pero también contra la interferencia directa de las potencias imperialistas. La revuelta esta inscripta en la historia reciente de Serbia y es la continuidad de la lucha de generaciones anteriores.
Los motivos de las movilizaciónes van mucho más allá del accidente de Novi Sad. Reflejan las consecuencias sociales y económicas de varias décadas de restauración capitalista, privatizaciones y corrupción que favorecieron a una pequeña minoría de capitalistas ultramillonarios. Un sistema que, además, destruye el medio ambiente y que, en un contexto de tensiones nacionalistas, amenaza constantemente con hundir de nuevo a la región en guerras reaccionarias.
Desde este punto de vista, las demandas del movimiento siguen siendo muy dispares y poco claras, lo que es una dificultad para proporcionar verdaderas respuestas estructurales, al menos por el momento. Si el movimiento se estructuró en torno a asambleas en las universidades, no parece haberse dotado de una dirección política clara, independiente de los partidos políticos capitalistas y que responda directamente a una base organizada democráticamente para levantar demandas que ataquen el corazón del sistema y que sientan las bases para forjar una alianza con los trabajadores y los sectores más explotados de la sociedad. Es entre estas fisuras donde los partidos de oposición, liberales y burgueses, están tratando de presentar su propia agenda exigiendo un gobierno de transición y la organización de nuevas elecciones.
La lucha de los estudiantes es heroica, pero para poner fin a los males estructurales del régimen capitalista, debe ampliarse política, social y numéricamente. Demandas sociales como el aumento de salarios o la lucha por una educación superior gratuita para todos son fundamentales para traccionar a todo un sector de jóvenes precarizados que no tienen acceso a la universidad y que forman parte de la base electoral de Vučić y la extrema derecha. Otras demandas, como la cancelación de acuerdos ecocidas y de sumisión a los intereses imperialistas –como el que permite la creación de una mina de litio en el valle de Jadar– podrían también establecer la unión entre todas estas movilizaciones contra las políticas generales de la gobierno, la clase capitalista serbia y sus aliados imperialistas.
En este sentido, la entrada en escena de la clase obrera aliada al movimiento estudiantil sería crucial y constituiría un elemento explosivo que podría dar grandes esperanzas a todos los explotados y oprimidos de la región y del continente. |