El mazazo amenaza con fuerza y se cierne sobre centenares de miles de inmigrantes del país. Donald Trump ha cancelado la extensión del Estatus de Protección Temporal (TPS) que desde hace años beneficia a unos 600.000 venezolanos. Así lo hizo saber la secretaria del Departamento de Seguridad Nacional Kristi Noem, al revocar la ampliación del TPS. “El anuncio exclusivo es que estamos retirando la directiva de estatus temporal para venezolanos”, declaró este martes 28.
No se trata de algo aislado, sino parte de su agresiva política de la mayor deportación de la historia. Se realiza junto a la anterior eliminación de programas como el CBP One o parole humanitario, eliminados en el momento mismo en que Trump llegó a la Casa Blanca. Las deportaciones masivas y las "deportaciones exprés", también son parte de una estrategia para sembrar miedo entre las comunidades migrantes. Trump habla descaradamente de criminales, pero la inmensa mayoría son los sectores más oprimidos de la clase trabajadora inmigrante.
El estatus de protección temporal es un programa creado por el Congreso de Estados Unidos en 1990 y al que pueden acceder personas que estarían enfrentando dificultades extremas si se vieran obligadas a regresar a sus países de origen, ya sea por conflictos armados, razones humanitarias o desastres naturales. Permite permanecer y trabajar de manera temporal en Estados Unidos hasta el vencimiento del beneficio por un período de 18 meses, extensible si el gobierno considera que las condiciones por la que la persona emigró se mantienen.
La medida se abrió para los venezolanos en el 2021 bajo el gobierno de Biden. En 2023, lo extendió por 18 meses más. Ahora, los venezolanos beneficiarios en 2021 contarían con la protección del TPS hasta septiembre. Los que lo obtuvieron en 2023, verán los beneficios hasta abril de este año. Actualmente son cinco los países latinoamericanos que se acogen al TPS: además de Venezuela son El Salvador, Honduras, Nicaragua y Haití, pero el fin de la extensión del programa decretado afecta exclusivamente a los venezolanos.
Por otra parte, Trump firmó este miércoles 29 un proyecto de ley llamado Laken Riley, que da luz verde a que las autoridades migratorias detener a los migrantes que supuestamente hayan podido cometer algún delito menor, como hurtos o robos, o los acusen de agredir a los agentes de las Policía, y sin ningún derecho a la defensa para demostrar su inocencia en caso que así sea, ser deportados inmediatamente. Basta que una persona sea denunciada. Se trata de una ley aprobada la semana pasada con apoyo de sectores demócratas.
Como parte de toda esta ofensiva xenófoba Trump no quiere que sean cientos los arrestos que se reporten cada día sino miles, específicamente entre 1.200 y 1.500 diarios, de acuerdo al plan encomendado a los agentes de migración. Para llegar a tal número, cada una de las 25 oficinas que la agencia tiene localizadas en todo el país deberá cumplir la “cuota” de realizar 75 detenciones diarias. Esto implica que, para cumplir dichas cuotas, entran en las redadas personas sin ningún tipo de antecedente o situación irregular migratorio, y una vez dentro, entrar en el paquete de deportación.
Y en su política criminal Trump ordenó también este miércoles la construcción de un campo de detención, mejor llamarlo de concentración, en la Base Naval de la Bahía de Guantánamo en Cuba, delineando planes para un sitio fuera del territorio estadounidense donde los inmigrantes atrapados en campaña racista y xenófoba de deportación sean enviados. Se destinarían allí en principio a inmigrantes con cuyos países no habría acuerdos de las deportaciones forzadas, en especial de países como Cuba y Venezuela, con los cuales Estados Unidos no tiene relaciones y los vuelos de deportación aún se estarían negociando.
La base, situada en el este de Cuba, ya había sido utilizada anteriormente por Estados Unidos para retener a balseros interceptados en el mar cuando intentaban llegar a Estados Unidos. Unos 34.000 haitianos y cubanos capturados en el mar fueron retenidos temporalmente allí durante la década de 1990, no todos al mismo tiempo.
La política de Maduro y de María Corina con Edmundo González, los migrantes como fichas de cambio
Maduro estaría negociando con Estados Unidos los vuelos de deportaciones forzadas. Donald Trump ya había amenazado antes de llegar a la presidencia con “medidas extremas” con Venezuela, si Maduro no acepta los vuelos de deportaciones de migrantes venezolanos que prevé realizar. Richard Grenell, enviado para misiones especiales designado por Trump, ya ha informado el pasado 21 de enero que conversó con funcionarios de Maduro e incluso adelantó que harían reuniones al día siguiente. Dado el alto secretismo con que el gobierno venezolano maneja estas situaciones, nada ha salido al momento a la luz pública.
No sería nada nuevo, los vuelos de deportaciones forzadas ya se han venido realizando bajo el gobierno de Biden, pero fueron suspendidos a mediados de diciembre. La vicepresidenta Delcy Rodríguez llamó a esta política “mecanismo de cooperación existente” como contrapartida a flexibilizar las medidas coercitivas unilaterales (sanciones). En unos meses al menos 1.800 venezolanos fueron deportados en 15 vuelos semanales, según la organización Witness at the Border, que registra los vuelos de deportación del Servicio de Migración y Control de Aduanas de Estados Unidos. Con esta política a los migrantes venezolanos se les usaba como fichas de cambio.
Si Maduro ya con Biden se ofrecía a ser partícipe, y de hecho lo hizo, de la reaccionaria política de Estados Unidos de las deportaciones masivas, en este caso de los venezolanos, en medio de un endurecimiento inédito de las políticas antiinmigrantes de EE. UU., nada le impediría establecer acuerdos con Donald Trump.
Pero Edmundo González y María Corina Machado están de acuerdo también con las deportaciones forzadas de los migrantes venezolanos que lleva a cabo el gobierno de Trump, haciéndose eco de toda la política racista y xenófoba del mandatario estadounidense. Hasta no hace poco, y en medio de las redadas que se llevaban a cabo contra los inmigrantes, incluyendo miles de venezolanos, María Corina y Edmundo González mantuvieron una reunión on line con Marco Rubio, donde todo estuvo concentrado en la política de EE.UU. hacia Venezuela para apoyarlos en su política hacia Maduro, donde los migrantes venezolanos brillaron por su ausencia.
Esto no era de extrañar, había conexión con la política gringa de las deportaciones forzadas. Este miércoles Edmundo González lo dejó más claro, por si había dudas. En una entrevista con el Washington Post le propuso a Donald Trump no negociar con Nicolás Maduro las deportaciones forzadas, y que los millares de inmigrantes venezolanos fueran enviados a terceros países. Ninguna alusión al pleno derecho a permanecer en EE.UU. y no sufrir los vejámenes de lo que están siendo víctimas, y sean enviados forzosamente al limbo de otros países en los que ellos no tendrían el más mínimo interés de permanecer. Más aún cuando Trump está preparando la base de Guantánamo para inmigrantes cuyos países no quieran aceptar los vuelos de las deportaciones.
Se trata de millares de venezolanos y venezolanas, incluyendo niños, que en función de la miseria que viven en Venezuela salieron en busca de trabajo o nuevas oportunidades de vida, miseria de la cual es responsable tanto el propio gobierno venezolano, como lo es también los sectores de la derecha como la que encabeza María Corina Machado alentando y apoyando las criminales sanciones del imperialismo estadounidense que cayeron con peso sobre el propio pueblo venezolano. Ambos son responsables de la migración masiva de venezolanos en los últimos años.
Hay que denunciar la política de Maduro de usar a los migrantes como fichas de cambio, así como las deportaciones forzadas, como lo hace también esta oposición de la derecha dirigida por María Corina y Edmundo González. Exigimos para los inmigrantes en Estados Unidos, todos los derechos a residencia y trabajo. Exigimos el cese de las deportaciones y de la persecución de los migrantes, plenos derechos democráticos. Los trabajadores y migrantes venezolanos no son barajita de cambio, nuestras vidas valen. |