Antes de las elecciones del 25 de octubre Horacio González había manifestado que los cartaabiertistas votarían "desgarrados" a Scioli. Luego del resultado adverso para las aspiraciones del kirchnerismo el director de la Biblioteca Nacional aseguró que "El candidato no es el mejor, pero puede mejorar" y apuntó a marcar sus diferencias con el candidato presidencial: “Los nombramientos de Scioli, en general, no me gustaron. Casi no me gustó ninguno”. González reconoce explícitamente que el proyecto “nacional y popular” fue abandonado con la candidatura de Scioli: “estamos ante un cambio de gobierno cualquiera sea el resultado de la elección”. El referente de Carta Abierta reconoció que “Evidentemente lo voté a Scioli, pero no soy alguien que viene de esa tradición ni concuerdo con su estilo. Yo lo seguiré votando y sosteniendo, pero seguiré diciendo lo que digo”.
Por su lado Ricardo Forster, Secretario de Coordinación del Pensamiento Nacional, imploró para que Cristina Kirchner se ponga a la cabeza de la campaña del balotaje "Me gustaría que Cristina participe de la campaña" luego de evaluar que “perdió el kirchnerismo. Hubo una enorme debilidad para formular una propuesta que representara a todos los sectores. Hubo una interna que fue muy dolorosa y dejó heridas". Foster en tono crítico censuró al candidato por su cierre de campaña "No me gustó que Scioli terminara en Tinelli, pero cada uno tiene su propio estilo. Él ha sido fiel al suyo".
Todo el lloriqueo cartaabiertista expresa la queja de los intelectuales que quisieron darle verba progresista al relato sin contenido del kirchnerismo, pero se chocaron con la realidad de un candidato derechista que encima salió herido de la primera vuelta. Para colmo se encontraron con la caída de Aníbal Fernández, autodeclarado émulo del autor de las Zonceras Criollas, ante una candidata como María Eugenia Vidal que cultiva el estilo ama de casa de country de Pilar y escasas palabras pulidas en algún grupo motivacional con las que cautivó al electorado y se cargó al aparato duro del PJ bonaerense. Dicho sea de paso, el mismo aparato en que cartaabiertistas y camporistas confiaban para la victoria.
El lloriqueo es la forma lastimosa con que Carta Abierta eligió situarse, junto al derrotado Aníbal con su queja por los “fríos corazones amigos” y la “traición”, en la primera linea de la crítica kirchnerista al sciolismo a quien quieren cargarle el sambenito de los resultados magros del 25 y de la posible derrota. Su razonamiento es que el kirchnerismo perdió porque Scioli no siguió sosteniendo su supuesta agenda progresista y de esa forma perdió sustancia frente a la derecha. Olvidan y ocultan que fue CFK y el propio gobierno quien encumbró a Scioli y que ellos aplaudieron a rabiar el nombramiento de Carlos Zannini como comisario político del bonaerense.
Extrañamente quien salio a su cruce haciendo gala de un estilo inconfundiblemente stalinista fue la diputada ultrakirchnerista Diana Conti: "Entre nuestros adherentes hay un llamado progresismo que se ha expresado públicamente con frases totalmente inconvenientes. Están ahí jugando si te apoyo, te apoyo mucho, poquito. No están a la altura de la madurez". Para rematar, consciente de la necesidad de mantener las filas unidas, con una orden cuasi marcial: "Si sos parte de un proyecto político, callate la boca".
El fin de ciclo del kirchnerismo y los barones del conurbano, nos muestra a Carta Abierta ofreciendo un manual de zonceras progresistas a La Cámpora, cuyos militantes temen el fantasma del desempleo. Palabras para esgrimir en el barro de las acusaciones cruzadas en que se está convirtiendo el peronismo. |