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La Izquierda Diario
11 de noviembre de 2015 Twitter Faceboock

DECLARACIÓN INTERNACIONALISTA
Por un plan Internacionalista y de clase: la Europa de los Trabajadores y los pueblos

La Europa del capital mostró su cara más reaccionaria, con medidas xenófobas ante la “crisis migratoria” y con las brutales imposiciones de la Troika, aplicadas por el gobierno Tsipras, hacia el pueblo griego. La Europa de los capitalistas no puede ofrecer ninguna salida progresiva para millones de trabajadores, jóvenes, mujeres e inmigrantes.

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El crecimiento de la xenofobia contra los inmigrantes y refugiados y el fortalecimiento de las reaccionarias fronteras nacionales preparan nuevos ataques contra la clase obrera, nativa y extranjera. En este contexto, frente a la debacle del “sueño europeo”, resurgen propuestas soberanistas, por derecha y por izquierda, que pretenden recrear por vías distintas la utopía reaccionaria de la “salvación nacional”.

Esto es expresión de que la UE se encuentra tensionada por los esfuerzos de Alemania por preservar su hegemonía en Europa, subordinando -no sin dificultades- al resto de los Estados comunitarios y avanzando en la semicolonización de países periféricos como Grecia, en un marco en el que no han desaparecido las tendencias a la disgregación del euro como moneda común. Los enfrentamientos más o menos velados de Alemania con Estados Unidos, para dirimir quién pagará los costos de la crisis mundial y por la dirección de la política hacia el Este de Europa y Rusia, agregan más tensión sobre la UE. Estas contradicciones muestran los límites de la construcción del proyecto imperialista europeo que se manifiestan permanentemente a través de nuevas crisis.

En este contexto, levantar una perspectiva internacionalista y de clase, que ofrezca una verdadera alternativa a los trabajadores y los pueblos frente a la crisis capitalista, la xenofobia nacionalista y los desastres sociales y ambientales a que nos condena el capital, es cada vez más urgente.

Se fortalecen las tendencias xenófobas y nacionalistas ante la crisis migratoria

La travesía desesperada de cientos de miles de hombres, mujeres y niños a través de la ruta de los Balcanes y el Mediterráneo es consecuencia de la crisis y barbarie capitalista. Estamos presenciando la crisis de refugiados en Europa más grave desde la Segunda Guerra Mundial.

En lo que va del año 2015, más de 700.000 refugiados y migrantes entraron a Europa a través del Mediterráneo. Según algunos datos oficiales al menos 3.200 murieron o se los considera desaparecidos, pero el saldo es seguramente mucho mas elevado. La situación desesperante de los refugiados se agravará más aun con la llegada del frío, durmiendo en condiciones precarias en campos de acogida y caminando miles de kilómetros a la intemperie.

Los distintos imperialismos europeos y Estados Unidos, con sus políticas de pillaje económico sistemático y sus intervenciones políticas y militares en el Medio Oriente y en África, son los principales responsables de esta situación. El rol de la OTAN en estos desastres, que viene de hacer los mayores ejercicios militares desde hace una década en el sur de Europa, es otra prueba.

Ante esta crisis, la respuesta de los gobiernos imperialistas de la UE es un plan de “reparto” de los refugiados, al mismo tiempo que se busca reforzar las reaccionarias fronteras nacionales. El aumento de los controles fronterizos es un hecho en Alemania, Holanda, Austria, Hungría, Eslovaquia, Serbia, Croacia y Hungría, donde el gobierno de Viktor Orbán levantó vallas de alambre. Alemania, Reino Unido, Dinamarca y otros países endurecen sus leyes migratorias para lograr deportaciones más rápidas y recortar derechos a los refugiados. A su vez, la crisis migratoria ha reavivado las animosidades nunca acabadas en los Balcanes.

El hipócrita discurso de la “solidaridad europea” encubre el regreso a una ideología reaccionaria de fortalecimiento de las fronteras nacionales contra la llegada masiva de refugiados e inmigrantes. Ejemplo de esto es la construcción de “hot spots”, verdaderos campos de concentración, en los países limítrofes de la UE, para racionalizar las políticas reaccionarias de clasificación de los migrantes en función de su proveniencia y de sus características, separando artificialmente a los “refugiados” de los “migrantes económicos” que no podrían entrar. Y a los que se acepta como “cupo”, usarlos como mano de obra barata.

El crecimiento de la xenofobia es agitado por formaciones de ultra derecha, como el partido Ley y Justicia que acaba de ganar las elecciones en Polonia, o por sectores conservadores dentro y fuera de la coalición de gobierno en Alemania. En este país han aumentado las acciones violentas de grupos de extrema derecha contra centros de refugiados y el movimiento Pegida vuelve a realizar manifestaciones masivas. En Francia, el ascenso del FN y el giro cada vez más abierto de la UMPS a su discurso reaccionario es otra muestra.

La UE ha designado al gobierno turco de Erdogan como su “mejor aliado” para contener la ola de refugiados, impidiendo que lleguen a Europa. Con este objetivo han acordado un financiamiento de más de 3.000 millones de Euros para el régimen asesino de Erdogan. Un régimen que para mantenerse en el poder no dudó en utilizar los métodos más siniestros, como demuestra su responsabilidad en los brutales atentados de Ankara y Suruc, la campaña guerrerista contra el pueblo kurdo y la persecución a las organizaciones opositoras, la prensa y la izquierda.

Otro importante aliado de la UE en Medio Oriente es el Estado terrorista de Israel, que está llevando adelante una nueva ofensiva represiva contra el pueblo y los jóvenes palestinos, con la orden de “disparar a matar” frente a la llamada “intifada de los cuchillos”. La juventud palestina de la “generación Oslo” está enfrentando la ocupación y es necesario fortalecer el movimiento de solidaridad con el pueblo palestino en toda Europa.

En este escenario, es urgente recrear un internacionalismo de clase que levante bien alto un programa para que la clase trabajadora, nativa y extranjera, no siga pagando los costos de la crisis y en apoyo a los pueblos oprimidos por el imperialismo. Para que se constituya en una alternativa política capaz de intervenir con sus propias herramientas, de solidaridad material y política, hacia los refugiados, los pueblos oprimidos y la clase trabajadora, con o sin papeles.

Grecia y la bancarrota del reformismo

La capitulación de Syriza ante la Troika señaló la bancarrota del reformismo europeo, a 8 años del comienzo de la crisis capitalista. La estrategia de “gobiernos de izquierda” y “anti austeridad” dio lugar a un gobierno de conciliación de clases entre Syriza y los nacionalistas xenófobos de Anel, que en pocos meses se rindió por completo ante las exigencias de la Troika. La política de canalizar y pasivizar la bronca obrera y popular, que se había expresado en innumerables paros generales y muestras de insubordinación contra los anteriores gobiernos del PASOK o de Nueva Democracia, llevó a una derrota política de las masas griegas frente a los acreedores, sin lucha.

Pablo Iglesias de Podemos e Izquierda Unida en el Estado español, o el Bloco y el PC en Portugal (que vienen de arribar a un acuerdo para conformar una nueva mayoría con el Partido Socialista), llevan el mismo camino que Syriza, saludado por otros sectores de la izquierda reformista como Die Linke en Alemania y el PC francés.

La debacle del neo reformismo europeo en el poder es una lección fundamental para los trabajadores y jóvenes de toda Europa. Lo que fracasó es la idea de que se podía “presionar” a los “socios europeos” para moderar la austeridad. La idea de una “Europa social” sin cuestionar a la Europa del capital, terminó en la rendición completa ante los chantajes de la Troika. También fracasó, en el mismo acto, la estrategia del gradualismo institucional, que llevó a desarmar políticamente la movilización obrera y popular de los años anteriores al ascenso electoral de Syriza.

El soberanismo de izquierda y su “Plan B” son una nueva trampa

Los escindidos de Syriza, que formaron la Unidad Popular, en vez de sacar un balance de sus errores proponen un reformismo “anti euro” como alternativa a la capitulación de Tsipras.

Esta nueva formación política se mostró completamente impotente durante la crisis, sin ningún peso en sectores importantes del movimiento de masas, dado que su estrategia estuvo centrada en construir una izquierda parlamentaria, con un programa reformista que mezcla una retórica radical con un proyecto que, en última instancia, llama a reconstruir la economía griega sobre bases “sanas”, es decir el proyecto de un “capitalismo nacional” menos corrupto, despilfarrador y más social. Su programa de una “salida ordenada del Euro”(es decir, negociada con los acreedores) y vuelta al dracma para lograr recuperar competitividad de la economía se basa fundamentalmente en la devaluación de la moneda y la caída del poder adquisitivo del salario, un ajuste indirecto distinto pero no menos perverso a la austeridad. Los trabajadores no podemos elegir entre estos dos instrumentos con los que los explotadores se preparan para degollar a los trabajadores.

Su completa falta de autocrítica respecto a los meses que fueron parte del gobierno en puestos de ministros y su tardía escisión (cuando Tsipras no les dejó otra opción), no les permitió mostrarse como una alternativa creíble frente a Syriza. La UP continúa con una estrategia de conciliación de clases que ya llevó a la catástrofe.

A nivel internacional, ésta formación junto a otros políticos europeos como como Jean-Luc Mélenchon, en Francia, Stefano Fassina, en Italia, Oskar Lafontaine, en Alemania y Yanis Varufakis, en Grecia (los cuatro antiguos ministros de gobiernos capitalistas), han lanzado a principios de septiembre la idea de un “plan B para Europa”. El próximo 14/15 de noviembre se realizará en París su primera “Cumbre”. Defendiéndo que el Plan B no es una visión aislada dentro de las fronteras nacionales, sino un plan internacionalista para los pueblos europeos, sus verdaderos objetivos muestran el carácter limitado y engañoso de su proyecto. Sus promotores ahora hablan de “varios Planes B” ya que no hay acuerdo entre sus distintos componentes para la salida del euro. Como algunos de sus promotores dicen: “Todos los escenarios serán puestos en debate. Ya sea la salida del euro u otro. Al comienzo, se tratará de qué modificaciones podemos a aportar a esta zona euro”.

En conclusión, detrás de su retórica del Plan B, está la vieja cantinela del Plan A…pero con la amenaza de un futuro Plan B. ¡Esta gente piensa que va a hacer cambiar a la Troika con piruetas de palabras! En su visión más de izquierda, sus promotores plantean recrear en Europa el Foro de San Pablo, “que llevó al poder a 11 gobiernos progresistas en América Latina”, según dice Jean-Luc Mélenchon. Es decir, los gobiernos responsables de haber canalizado las revueltas populares en América Latina como el Caracazo, el “que se vayan todos” de Argentina o la semiinsurrección de El Alto en Bolivia a fines de la década 1990/comienzo del 2000, reconstruyendo la autoridad del estado capitalista y permitiendo -una vez acabado el ciclo de alza de las materias primas- que en todos los países se fortalezcan variantes conservadoras y de ajuste, en muchos casos aplicadas por ellos mismos como en Brasil o Venezuela. Decididamente, el Plan B es un nuevo impasse.

Recrear un nuevo internacionalismo de clase

Ni el reformismo europeísta, ni los distintos Planes B, ni el reformismo “anti euro” son una alternativa para millones de trabajadores, mujeres y jóvenes. Es necesario construir un polo internacionalista, de clase, anticapitalista y revolucionario, que puedan presentar un Plan diferente, un plan “I”, por internacionalista.

La única forma de combatir verdaderamente la austeridad y que los trabajadores no sigamos pagando la crisis pasa por sentar las bases de un Plan que a nivel europeo y retomado nacionalmente, defienda medidas como la nacionalización de la banca bajo control de los trabajadores, la expropiación de los grandes grupos capitalistas de la industria, el comercio y el transporte, el no pago de la deuda externa, el reparto de las horas de trabajo, plenos derechos políticos y sociales para refugiados e inmigrantes, por los derechos de las mujeres y el movimiento LGTB, y por la unidad de la clase trabajadora. Un programa que cuestione las ganancias de los capitalistas y los banqueros.

Frente a la Europa del capital, que no puede ofrecer más que miseria y tragedias sociales para los trabajadores y el pueblo, reivindicamos la lucha por gobiernos obreros, en la perspectiva de los Estados Unidos Socialistas de Europa.

Llamamos al NPA, a LO en Francia, a Antarsya en Grecia, al SWP y distintos grupos de la izquierda radical en Gran Bretaña y a todas las corrientes que se reclaman anticapitalistas en el continente, así como las corrientes o tendencias sindicales que se niegan a optar entre la Europa del capital o el repliegue a la estrechez de las fronteras nacionales, a discutir y organizar una alternativa de este tipo.

Juntos, tanto frente a la Europa del Capital y de las fronteras como frente al impasse del Plan B, podríamos poner en pie un movimiento por un Plan Internacionalista. Para disputarle al reformismo europeísta, al soberanismo de izquierda y, más aún, a la extrema derecha xenófoba, su influencia entre los trabajadores. Estamos frente al desafío de que la izquierda anticapitalista y revolucionaria y las corrientes sindicales pro lucha de clases y anti burocráticas se perfilen como una alternativa creíble a los ojos de todos aquellos jóvenes y trabajadores que, desde el inicio de la crisis, luchan y buscan ponerle un freno a la lógica destructiva del capital.

Corriente Comunista Revolucionaria (CCR) del NPA, Francia

Clase contra Clase, Estado español

Organización Internacionalista Revolucionaria (RIO), Alemania

 
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