El 16 de abril de 1961 Fidel Castro declarará, frente a una multitud armada en La Habana, el carácter socialista de la revolución cubana. Fue en respuesta a los bombardeos que el día anterior sufrieron varios aeropuertos militares de la isla. Ese mismo día, iniciaba la invasión de una fuerza mercenaria entrenada por la CIA en Playa Girón.
El gobierno cubano estaba enterado de los planes de invasión en gran parte por el descubrimiento accidental de los cables de la CIA entre Guatemala y Washington, descifrados por el argentino Rodolfo Walsh quién era periodista en Prensa Latina.
Diez días antes de la invasión a Bahía de Cochinos se realizó una reunión en el Departamento de Estado norteamericano para discutir los planes de acción. Allí se encontraban, junto al presidente John F. Kennedy, el secretario de Estado Dean Rusk, Robert Mcnamara, secretario de Defensa, McGeorge Bundy, asesor de seguridad, Allen Dulles, jefe de la CIA y su segundo, Richard Bisell, el jefe del Estado Mayor Conjunto general Lyman Lemnitzer, el consejero Richard Goodwin y el senador, William Fulbright. Este último realizó el siguiente planteo “La verdadera pregunta es si Castro puede tener éxito en proveer una mejor vida al pueblo cubano; si puede hacer de Cuba un pequeño paraíso y si puede hacer un mejor trabajo en Cuba del que Estados Unidos y sus amigos pueden hacer en cualquier otro sitio de América Latina”. Kennedy preguntó a los presentes si creían que lo planteado por Fullbright era posible y la respuesta mayoritaria fue que sí, decidiéndose la invasión a Cuba.
El 15 de abril, ocho aviones B-26, con la bandera cubana en el fuselaje, bombardearon los aeropuertos militares de la isla para destruir la aviación cubana. El intento fracasó y significó la pérdida de tres bombarderos. Uno de ellos aterrizó en Miami, con el fuselaje agujerado a balazos. Su piloto se presentó como un rebelde perteneciente a la aviación cubana y pidió asilo político. Pero los periodistas descubrieron que el avión era norteamericano pintado con los colores cubanos; que los agujeros de bala no eran de armas antiaéreas sino de pistola calibre 9 milímetros y que el piloto era un impostor.
El 16 de abril de 1961, comienza el operativo. Un ejército de exiliados cubanos, mercenarios y agentes de la CIA, autodenominado Batallón 2056, invadieran Cuba con la intención de derrocar a Fidel Castro, asesinar a los jefes revolucionarios e instaurar un gobierno pro-imperialista. Los invasores habían formado un “Consejo Revolucionario” en cuyo frente se encontraba José Miró Cardona y su objetivo era afianzarse en la isla para declarar un gobierno provisional y pedir formalmente la ayuda militar de EE. UU. La invasión fue planificada originalmente por el gobierno de Dwigth Eisenhower y llevada a cabo bajo la administración de JFK por el curso que había tomado la revolución que había derrocado a Fulgencio Batista cuando, en agosto de 1960, se nacionalizaron las empresas norteamericanas de la isla, entre ellas refinerías de petróleo, centros azucareros, las compañías de teléfonos y de electricidad.
El 17 de abril la Brigada 2506, transportada por la CIA, desembarca en Playa Girón y en Playa Larga. Los primeros combates los favorecen, pero las masas obreras y campesinas de Cuba salen en defensa de su revolución. Más de veinte mil soldados, voluntarios y milicianos los rodean. Los invasores se quedan sin municiones y sin poder recibirlas de los buques de la CIA porque dos de ellos habían sido hundidos por los T-34 cubanos. Ante la derrota manifiesta de los invasores, Kennedy cancela una segunda oleada de bombarderos para emparejar la lucha ante la inexistencia de una insurrección popular que acompañara la invasión.
Bahía de Cochinos es una derrota para los invasores: una cantidad nunca revelada de entre 100 y 400 mueren en los combates, mientras que 1.189 son apresados. Fidel Castro y los dirigentes cubanos se muestran como triunfadores y Estados Unidos aparece humillado al no poder ocultar su complicidad en la invasión. En Cuba, los prisioneros invasores fueron juzgados y condenados a prisión por el gobierno cubano, aunque algunos ex oficiales de la policía de Batista fueron condenados a muerte y ejecutados. Los sobrevivientes fueron canjeados a fines de 1962 mediante intermediarios con el gobierno estadounidense a cambio de 53 millones de dólares en forma de alimentos, medicinas y tractores. El 29 de diciembre de 1962 llegaron a EE. UU. los supervivientes de la Brigada 2506, donde fueron recibidos y homenajeados por el presidente Kennedy.
Como consecuencia de la invasión a la Bahía de Cochinos se coronó el proceso revolucionario en Cuba que fue superando sus objetivos inicialmente democráticos para dar lugar a la expropiación de la burguesía y los terratenientes y protagonizar la primer revolución socialista triunfante de América Latina y el Caribe. A esté proceso Ernesto Guevara lo definió como una “revolución de contragolpe”. Frente a la hostilidad del imperialismo, el gobierno cubano buscó apoyo en la hoy desaparecida URSS y con el correr del tiempo terminó por establecer un Estado Obrero deformado, bajo el control de una burocracia bonapartista que impidió el libre ejercicio del poder de las masas obreras y campesinas autodeterminadas; y confinó la revolución al territorio de la isla. Sin embargo, las grandes conquistas sociales de la revolución cubana son un resultado de la derrota de la burguesía y el imperialismo. El mismo imperialismo al que hoy Miguel Diaz Canel, sucesor de Raúl Castro, y una burocracia decidida al camino de la restauración capitalista, busca volver a la senda de las negociaciones sin que ponga fin al criminal bloqueo de más de cincuenta años.
La derrota de la invasión a Bahía de Cochinos merece ser recordada como una de las grandes gestas revolucionarias de las masas explotadas de nuestro continente.