Debe ser una jornada en que tenga un peso significativo la lucha contra la política racista de la UE y sus gobiernos contra los refugiados e inmigrantes, y contra las intervenciones e injerencias imperialistas en Oriente Medio, África y Asia que están detrás de la peor crisis humanitaria en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
También contra el golpe institucional que está llevando adelante la derecha tucana y el imperialismo contra el gobierno de Dilma en Brasil, que es la avanzadilla de la ofensiva conservadora y del imperialismo en la región, ante la cual los llamados gobiernos posneoliberales se muestran impotentes tras décadas de gestión del capitalismo semicolonial, escándalos de corrupción y convivencia con las mismas fuerzas sociales que hoy los quieren barrer.
Una jornada en solidaridad con la juventud y los trabajadores de Francia, que llevan semanas desafiando el Estado de emergencia de Hollande y luchando contra la reforma laboral. La movilización del país vecino, que vivirá este jueves 28 una nueva jornada de huelga general, marca el camino que debemos remprender en toda Europa para poner freno al ascenso de las políticas derechistas y xenófobas.
Así mismo, en el Estado español, esta jornada debe servir para trabajar por reactivar la movilización obrera y popular y empezar a levantar una alternativa política a un reformismo emergente, que está dejando cada vez más claros los límites de sus promesas de “cambio”.
En los pasados meses hemos sido testigos de cómo los intentos de llegar a pactos por “arriba” se acompañaban del encajonamiento de cada vez más demandas de la clase trabajadora y los sectores populares. Hasta cuestiones tan elementales como acabar con el pensionazo o la reforma laboral del 2010, eran intercambiados como cromos en favor de un acuerdo de “gobierno a la valenciana”.
Los dirigentes de Podemos e IU han mostrado de forma clara y sin titubeos su verdadera estrategia. La única alternativa que ofrecen las formaciones reformistas, nuevas o tradicionales, es un pacto de regeneración con la casta corrupta del Régimen del 78.
El 26J se repetirán las elecciones. Sin embargo, la hoja de ruta de los principales partidos que hablan en nombre de “los de abajo” no varía ni un ápice de la del 20D: hacer una campaña algo más de izquierda que lo visto los últimos meses, pero con el firme propósito de volver a sentarse con Pedro Sánchez el día después para lograr un gobierno de coalición que redite experiencias como la del gobierno PSOE-IU en Andalucía o el Tripartit catalán.
La ilusión de que se puede poner fin a este régimen podrido y acabar con los grandes problemas sociales por medio de un acuerdo con los social-liberales del PSOE -la pata izquierda del bipartidismo- y detrás de un programa de reformas cada vez más tibias y respetuosas con los intereses de los grandes capitalistas, sólo puede conducir a nuevas y profundas decepciones.
El ejemplo más contundente lo estamos viendo en Grecia, donde hoy Syriza aplica el memorándum de la Troika y está a la cabeza de la defensa del reaccionario pacto de la UE con Turquía y la política de expulsión de refugiados. Pero también lo vemos en casa, a otra escala, con los llamados “Ayuntamientos del cambio”, que dan la espalda a demandas obreras contra la precariedad laboral o la por la remunicipalización de servicios, a la vez mantienen intactos los grandes contratos con las multinacionales de servicios, las empresas energéticas y los bancos.
Frente a esta ilusión, desde Clase contra Clase estamos impulsando, junto con otras organizaciones de la izquierda anticapitalista y sectores de trabajadores y jóvenes, el movimiento “No Hay Tiempo Que Perder”, una iniciativa estatal que acaba de nacer con la firme intención de poner en pie un frente anticapitalista y de clase. Una alternativa que sume esfuerzos en la pelea por reactivar la movilización social y acabar con el corsé de “paz social” impuesto por las direcciones burocráticas de CCOO y UGT. Una alternativa que sea también política, que pelee por un programa anticapitalista de clara ruptura con el Régimen. Que luche verdaderamente por acabar con esta democracia para ricos, de la que políticos, empresarios y burócratas sindicales se benefician a nuestra costa, para resolver los grandes problemas que azotan al conjunto de la clase trabajadora y los sectores populares.
En un momento en que las nuevas formaciones de la izquierda reformista defienden abiertamente que su “cambio” se limita a facilitar un gobierno de coalición con el PSOE, una de las patas fundamentales del reaccionario Régimen del 78, la necesidad de construir una alternativa anticapitalista y de las y los trabajadores se torna una tarea imprescindible.
Con la política regeneracionista de Podemos e IU, que no pretende cuestionar el régimen heredero del Franquismo, es imposible acabar con la casta política y sus privilegios, la Corona o conquistar derechos democráticos elementales como el derecho de autodeterminación. Tampoco permite poner fin a las brutales medidas de ajuste que descargan la crisis capitalista sobre nuestras espaldas, cuando no si quiera están dispuestos a pelear por acabar con todas las reformas laborales del PSOE y el PP, las mismas que elevan la edad de jubilación a los 67 años y que abaratan el despido para los empresarios. Así, será imposible acabar con el modelo laboral del capitalismo español forjado en las décadas del ’80 y ‘90, basado en la privatización y el aumento de la precariedad con condiciones laborales y económicas cada vez más miserables.
Esta hoja de ruta tampoco cuestiona a la burocracia sindical que representan Toxo y Álvarez, la misma que encorseta e intenta asfixiar las luchas obreras a través de la lógica del “mal menor”, pactando acuerdos miserables con la patronal, o cuando no, traicionando abiertamente. Unas direcciones de los grandes sindicatos que vienen alineándose desde hace décadas con el Gobierno y la patronal, mermando los derechos de las trabajadoras y los trabajadores que se conquistaron con la lucha en las empresas y las calles.
Sin la movilización y la lucha de clases, las trabajadoras y los trabajadores no podremos acabar con el copago sanitario ni con el cierre de los centros médicos, ni lograr una sanidad verdaderamente pública y gratuita. Del mismo modo, sin la unidad obrero-estudiantil en las calles, así como lo viene haciendo hoy la juventud en Francia, no podremos luchar por imponer una educación gratuita, desde la infancia hasta la universidad, acabando con las expulsiones por el elevado precio de las tasas académicas, con la falta de guarderías o con la escasez de comida en los comedores escolares.
En estos tiempos de crisis, las mujeres han protagonizado luchas destacadas. La lucha en la calle paralizó en 2014 la reaccionaria Ley del aborto. Es indispensable seguir el ejemplo de tantas luchadoras y fortalecerlo para acabar con la violencia machista y los feminicidios que el Estado, sin su persecución y castigo, ampara. Las mujeres también vienen jugando un rol protagonista en las luchas obreras, como han sido los casos de las huelgas de Movistar, Panrico o Coca-Cola entre otras, o en los sectores de limpiadoras y asistencia a domicilio, luchando para acabar con la explotación laboral que sufren las mujeres, condenadas por esta alianza criminal del patriarcado y el capital, a cobrar la mitad que un hombre desarrollando el mismo puesto de trabajo.
No caben pactos ni margen en el Régimen del 78 para hacer frente a las demandas de los inmigrantes y refugiados. Derogar la racista ley de extranjería, abrir las fronteras, ejecutar el cierre definitivo de todos los CIE’s o acabar con el “apartheid” sanitario, como forma de conquistar la igualdad de derechos sociales y políticos entre todos los que habitan el Estado, tan solo será posible si se impone desde la movilización.
A todo ello, se suma la lucha en la calle contra la criminalización de la protesta, agudizada por la imposición de la Ley Mordaza del PP. Cientos de activistas, sindicalistas y luchadores sociales son perseguidos, detenidos y condenados por defender sus derechos.
Queda claro que este 1º de Mayo es una fecha clave para romper con la vía electoralista y parlamentaria que tan solo lleva a las clases populares a callejones sin salida. Es una fecha para romper la baraja y hacer de la calle el tablero de juego.
En los próximos meses veremos de nuevo los esfuerzos por “arriba” para lograr una salida de compromiso a la crisis del Régimen del 78. El peligro de que nos cuelen una regeneración gatopardista está inscrito en la situación.
Para combatirlo todas las luchas por las demandas democráticas y sociales que se quieren convertir en papel mojado debemos inscribirlas en una pelea por acabar con este régimen podrido, una lucha por abrir procesos constituyentes verdaderamente libres y soberanos, en los que realmente poder discutir y cambiarlo todo.
La posibilidad de dar una resolución efectiva a los grandes problemas sociales y democráticos, no vendrá de ningún gobierno de los partidos capitalistas, ni de la democracia para ricos que representa el Régimen del 78. Por ello creemos que la pelea por un programa así debe hacerse en la perspectiva de acabar con el gobierno de los capitalistas y conquistar un gobierno de los trabajadores y el pueblo, como parte de la lucha por la construcción de los Estados Unidos Socialistas de Europa, sobre las ruinas de la Europa del capital.
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