Recientemente se llevó a cabo en CABA un curso de formación y discusión sobre los 70, el último ensayo revolucionario de la Argentina. Más de 100 personas participaron de los cuatro encuentros: estatales, docentes, gráficos, trabajadores del subte, telefónicos, de la salud, de la alimentación, bancarios, abogados del CeProdh, entre otros asistentes, con la colaboración del dirigente nacional del PTS y militante desde los 70, Titín Moreira.
Este curso se ha realizado en paralelo en el Gran Buenos Aires y comenzará en otras provincias. Es parte de un ciclo de charlas, talleres y cursos que lanzó el PTS en momentos donde el debate es “a dónde va el país” con el objetivo de estudiar y aprehender las principales lecciones y gestas del movimiento obrero, cuando éste fue protagonista de la historia.
Se abordó el periodo que abrió el Cordobazo de 1969 (1) una etapa revolucionaria cerrada recién con el golpe genocida de 1976.
El contexto internacional y los hechos transcurridos post Cordobazo
Si se pudiera resumir los temas históricos atravesados, habría que mencionar: el proceso revolucionario y el contexto mundial abierta por el Mayo francés de 1968 y que tiene episodios de lucha en todos los continentes, la situación económica con el llamado fin del “boom de la posguerra” y la “crisis del petróleo” que estalló en 1973 y que para 1975 va a tener consecuencias catastróficas para el país. Así como: los gobiernos militares desde Onganía hasta Lanusse, la proscripción de 18 años del peronismo, la vuelta de Perón, el pacto social, la creación de la Triple A por el peronismo, el Rodrigazo y el golpe militar (2).
Clasismo: surgimiento y legado
Significó lo más avanzado del movimiento obrero, surgido tras el Cordobazo como expresión directa de ese ascenso revolucionario y un avance en la conciencia de la clase obrera. El “clasismo” nació en Córdoba, en las dos plantas más importantes de la FIAT, en el Sindicato de Trabajadores de Concord (SiTraC) y el de Materfer (SiTraM), después de barrer de sus sindicatos a las direcciones pro patronales. Fue un extraordinario fenómeno antiburocrático y de las bases, que tomó las reivindicaciones inmediatas en las fábricas y, para ello, encabezó la lucha contra la política de conciliación de la burocracia sindical con la patronal, impulsando la democracia directa a través de las asambleas y la elección de cuerpos de delegados.
Los obreros mecánicos arrancaron enormes conquistas a la multinacional, frenaron despidos persecutorios, enfrentaron el trabajo insalubre y las condiciones laborales, bajaron los ritmos e, inclusive, llegaron a discutir y controlar las líneas de producción, para garantizar la reducción de lo producido sin que esto significara una pérdida de salario. Todo esto, con métodos de lucha radicalizados como la toma de fábrica y de rehenes, con todo el perímetro de la planta rodeado con toneles de combustible para enfrentar cualquier intento de desalojo por parte de las fuerzas de seguridad, con elementos de autodefensa armada, que cambiaron la relación de fuerzas y desafiaron el poder de la patronal al interior de las fábricas. Notorios elementos de doble poder que los convirtió en la vanguardia del proletariado, primero de la provincia y luego del país.
Como subproducto de esta experiencia, los clasistas elaboraron el programa político más avanzado que haya sido escrito por una organización obrera no partidaria en la Argentina, aunque influenciada por distintas organizaciones de izquierda. Se postulaba como un programa anticapitalista, antiburocrático y antiimperialista. Definía a la sociedad capitalista como una sociedad dividida en clases, se sostenía la necesidad de la lucha anticapitalista y se planteaba la expropiación de la burguesía y de los terratenientes, la planificación de la economía y el control obrero de la producción.
En síntesis, el clasismo fue un gran experimento obrero que puso en discusión el poder al interior de las plantas de Fiat y demostró cómo barrer a la burocracia sindical. Pero que también enfrentó políticamente a la dictadura de la llamada Revolución Argentina, chocando varias veces con las fuerzas de represión del Estado, como fue la ocasión del llamado “verano caliente” cordobés, que se convertiría en el llamado “Viborazo” –o segundo Cordobazo–, que significó el final del gobierno de Levingston y en el que los sindicatos clasistas, a diferencia del primer “Cordobazo”, cumplieron un destacado papel.
¿Cuáles fueron los límites del clasismo?
Los clasistas del SiTraC y el SiTraM fueron lo más cercano a la independencia de clase. Si bien se expresaban en todo momento por la independencia política de los trabajadores, fue en un terreno abstracto, ya que como reflexionara el propio Gregorio Flores, uno de sus principales dirigentes, los clasistas “nunca planteamos concretamente la construcción de un partido de trabajadores”.
Tenían la autoridad política suficiente, en el activismo obrero a nivel nacional, para combatir por la construcción de un partido de la clase trabajadora que pudiese enfrentar el ”desvío”, del ascenso obrero y popular abierto con el Cordobazo, al que se jugaba la burguesía con el regreso de Perón y la salida electoral. Sobre todo, teniendo en cuenta que los levantamientos populares que significaron el fin de los gobiernos de facto, primero de Onganía y después de Levingston, los “azos”, no clamaban por el regreso del general exiliado. Uno de los cánticos de batalla eran: “por un gobierno obrero, obrero y popular”, es decir, la consigna ya sonaba en los sectores de las masas insubordinadas.
Sobre esa base era posible alzarse contra la patronal, contra la burocracia, contra el gobierno y la dictadura, por la independencia política y, como consecuencia de todo eso, por un partido propio. Le faltó proponer la construcción de un partido de trabajadores, que levantase un programa revolucionario y que se convirtiera en una alternativa de independencia de clase, una perspectiva capaz de enfrentar la política y la ideología burguesa impuesta por el peronismo y las distintas expresiones de políticas de conciliación de clases.
Otro límite del clasismo, que no se puede separar del anterior, fue quedar aislado en sus propios sindicatos. No utilizaron su peso ganado para impulsar nuevas organizaciones democráticas y de frente único, que abarcaran a todos los sectores que se radicalizaban en su lucha contra la dictadura y que en sus lugares de trabajo enfrentaban a la burocracia sindical.
Esta actitud abstencionista, tuvo su contracara sectaria con el resto del movimiento obrero. Por eso se explica que los clasistas no se hayan jugado a tener una política hacia las bases peronistas dirigidas por la burocracia sindical, llegando al extremo de no ir a actos comunes con la CGT de Atilio López, de los sectores combativos de la burocracia, pero tampoco hacia a los obreros de Luz y Fuerza, dirigidos por el ala de Agustín Tosco.
Su política los llevó a un abstencionismo en relación a la crisis en la que se encontraba la CGT local. Posterior al Viborazo, en el medio de la intensificación de la represión de la dictadura que militariza la provincia e interviene los sindicatos clasistas y la gendarmería se instala en las fábricas de Fiat, sumado a los propios límites que arrastraba el fenómeno del clasismo cordobés, explican que tan sólo duraran 16 meses, aunque intentaran realizar plenarios nacionales de los sectores combativos que no prosperaron como alternativa nacional a la burocracia.
Para la próxima entrega: Tosco y el sindicalismo de liberación. El dirigente de Luz y Fuerza ¿fue clasista? Un debate actual con las corrientes políticas y sindicales que reivindican su figura.
1 Se recomienda Cordobazo: cuando obreros y estudiantes hicieron historia
2 Para profundizar sobre la etapa abierta se puede leer “Viborazo”.Los dos “Villazos” y el plenario de Villa Constitución. El surgimiento de las coordinadoras interfabriles del Gran Buenos Aires |