Con el empate 2-2 de Tottenham ante el Chelsea, el humilde equipo dirigido por Claudio Ranieri se consagró por primera vez en 132 años. Las claves del éxito de estos trabajadores del milagro.
Parece una película. El Leicester City comenzó la temporada 2015/16 con el objetivo de salvarse de un casi seguro descenso. Por eso arribó un DT con mucha experiencia pero casi sin pergaminos y ni un solo título en la primera división de los campeonatos europeos: el italiano Claudio Ranieri.
Nadie daba ni “dos pesos” por este equipo: en las casas de apuestas las posibilidades estimadas para los “foxes” (así se los conoce por el zorro que decora el escudo del club) eran 1 en 5.000. Y sin embargo culminaron la primera mitad del torneo dando la sorpresa al encabezar la tabla.
En una liga de las más competitivas del mundo, en la que los grandes colosos son el Manchester United, el Chelsea, Arsenal, Liverpool o Manchester City (equipos de los que en todo el mundo se venden camisetas, en contraste con los flamantes campeones), en esa “Premier League” se colaron los de abajo. El Leicester City frente a semejantes poderosos fue como la clase obrera: lo suyo fue empuje y sacrificio pero sobre todo moral. Y llegó al paraíso, como en aquella recordada película italiana de 1971. Parece una película lo del Leicester City.
Como explica el -también italiano- DT Ranieri en una carta difundida hace varias semanas: “Jugadores que fueron considerados demasiado bajos o demasiado lentos para otros grandes clubes. N’Golo Kanté. Jamie Vardy. Wes Morgan. Danny Drinkwater. Riyad Mahrez. Cuando dirigí mi primer entrenamiento y vi la calidad de estos jugadores, supe lo buenos que podían llegar a ser”, manifestó.
El plantel del Leicester era uno de los 4 más baratos del campeonato, si nos guiamos por la cotización de sus jugadores: al comenzar la temporada, todo el plantel sumaba unos u$s 70 millones (contrastando con los u$s 548 millones del City de Agüero, por ejemplo). Seis jugadores campeones llegaron gratis al club de los “zorros azules”: 4 llegaron libres de otros clubes y 2 de las divisiones inferiores del club.
“Hace sólo unos años, muchos de mis jugadores estaban en las divisiones inferiores. Vardy trabajaba en una fábrica. Kanté estaba en la tercera división francesa. Y Mahrez en la cuarta.", explica el DT en la carta. Se puede agregar que el argentino Leonardo Ulloa que surgió en la CAI de Comodoro Rivadavia (Nacional B) y tuvo un amargo paso por Olimpo de Bahía Blanca con el que sufrió el descenso de 2008. Ahora están en la cima para sorpresa de todo el público del fútbol mundial.
Pero este Leicester casi desconocido hasta hace un año generó un fenómeno de simpatía que bien puede explicarse en el punto de vista de Ranieri: “creo que nuestra historia es importante para todos los aficionados al fútbol de todo el mundo. Les estamos dando esperanza a todos los jugadores jóvenes a los que alguna vez les han dicho que no eran suficientemente buenos.”
Una historia muy parecida a la película de Rocky, que entrenaba en un frigorífico. Leicester City era la clase obrera en una liga de élite. Y festejó todo el plantel del equipo campeón en la casa del ex obrero Vardy, en otra muestra de humildad.
El festejo en la casa de Jamie Vardy
Se podrá poner un reparo: desde 2010 el club es propiedad de Vichai Srivaddhanaprabha, un excéntrico magnate tailandés, que sacará un alto rédito de su “inversión”. Pero lo central de esta película sucedió en los corazones de hinchas que ni siquiera se animaban a soñar con llegar tan alto en estos 132 años de historia y que festejaron en los pubs, como es costumbre de la clase obrera inglesa; en un DT que parecía en su ocaso y dio una lección de humildad; y en jugadores "parias" y marginados de la élite del fútbol, que demostraron que con actitud y moral se puede llegar lejos.
La sección deportiva de La Izquierda Diario se declara abiertamente hincha de planteles como el de Leicester, y se permite compartir la alegría de estos “obreros del milagro”, festejar y gritar eufóricamente: “¡Dale, dale campeón!”.